Joshua Lederberg, descubridor del 'sexo' en las bacterias
Bi¨®logo y premio Nobel, estudi¨® las mutaciones
Descubrir que las bacterias hagan el amor no parece algo como para que se otorgue un premio, pero m¨¢s o menos ¨¦se fue el motivo por el que Joshua Lederberg fue galardonado en 1958, a la temprana edad de 33 a?os, con el Nobel.
Joshua Lederberg falleci¨® a los 82 a?os, el s¨¢bado pasado 2 de febrero, en Nueva York. Hab¨ªa nacido en Montclair, Nueva Jersey, el 23 de mayo de 1925, y descend¨ªa de inmigrantes jud¨ªos de los Territorios Palestinos.
La pasi¨®n por aplicar el poder del an¨¢lisis qu¨ªmico a los secretos de la vida, imbuida por su maestro, el bioqu¨ªmico Francis Ryan, hab¨ªa prendido ya en Lederberg cuando la publicaci¨®n por el grupo de Oswald Avery en 1944 demostrando que el ADN es la mol¨¦cula que contiene la herencia caus¨®, seg¨²n palabras del propio Lederberg, un gran revuelo en la Facultad de Zoolog¨ªa de su universidad, Columbia, en la que acababa de licenciarse a los 19 a?os. En 1947 se doctor¨® en la Universidad de Yale.
La ciencia oficial consideraba por entonces a las bacterias como unos seres primitivos, que se reproduc¨ªan generando descendientes cansinamente id¨¦nticos entre s¨ª e id¨¦nticos a sus progenitores. Muy lejos de la realidad porque, en manos de cient¨ªficos como Lederberg y sus coet¨¢neos Edward Tatum, Salvatore Luria y William Hayes, la gen¨¦tica bacteriana revolucion¨® a mediados del siglo pasado la biolog¨ªa, y con ella la medicina y nuestra vida en general, una revoluci¨®n cuyas consecuencias ¨²ltimas a¨²n est¨¢n por venir.
En palabras de Luria, el descubrimiento de la recombinaci¨®n en las estirpes K12 de Escherichia coli, realizado por Lederberg y Tatum en 1947, "puede que se encuentre entre los m¨¢s fundamentales de toda la historia de la ciencia bacteriol¨®gica". Este resultado fue fruto de un riguroso planteamiento experimental y de una pizca de buena suerte. Sabiendo que el ADN pod¨ªa, seg¨²n los resultados de Avery, modificar las caracter¨ªsticas gen¨¦ticas de bacterias como el estreptococo, Lederberg quer¨ªa averiguar si las bacterias eran capaces de transmitirse informaci¨®n gen¨¦tica por contacto directo entre ellas, o sea, si pod¨ªan tener algo que los humanos llamamos sexo.
En vez de intentarlo hacer todo desde cero, Lederberg propuso a Tatum una colaboraci¨®n para utilizar unos mutantes de E. coli obtenidos por Tatum, que necesitaban el aporte de varios amino¨¢cidos en su dieta para poder sobrevivir. Y en esto intervino la suerte, porque justamente la estirpe en donde se hab¨ªan obtenido esas mutaciones, la K12, se encuentra entre las que de manera natural pueden transferir ADN por contacto f¨ªsico entre dos c¨¦lulas. Si Lederberg hubiese utilizado las estirpes con las que trabajaba Luria, hubiera sido un fracaso, porque esas estirpes no parecen tener la m¨¢s m¨ªnima capacidad er¨®tica. La parte inteligente del experimento consisti¨® en no ce?irse a utilizar como progenitores a mutantes con una sola mutaci¨®n, sino con al menos dos mutaciones diferentes. La frecuencia con la que una sola mutaci¨®n revierte al tipo parental podr¨ªa oscurecer el resultado, pero con dos mutaciones simult¨¢neas en cada progenitor la frecuencia de esa reversi¨®n es casi nula, pasa como con la loter¨ªa, que nos toque el gordo es dif¨ªcil, pero que nos toque el gordo y adem¨¢s, el segundo premio, es casi imposible.
Como comentaba Hayes, los brillantes estudios de Lederberg y sus colaboradores, adem¨¢s de probar que las bacterias tienen una sexualidad, abrieron las puertas a su estudio gen¨¦tico. Sabiendo que de ello se ha derivado la inmensa mayor¨ªa de los conocimientos que hoy en d¨ªa tenemos sobre la biolog¨ªa molecular y que gracias a ellos tenemos una maravillosa capacidad de manipular la informaci¨®n gen¨¦tica, con todas sus consecuencias e implicaciones para descubrir y tratar todo tipo de enfermedades, comprenderemos que Lederberg ha sido una de las grandes figuras de la ciencia actual.
Tras el Premio Nobel, Lederberg continu¨® trabajando y siendo parte activa de iniciativas como la de introducir la asepsia en las misiones espaciales, de forma que no se corriese el riesgo de exportar ni de importar g¨¦rmenes del espacio extraterrestre. Lederberg sucumbi¨® a una neumon¨ªa, curiosamente la enfermedad que frecuentemente es producida por el estreptococo.
Miguel Vicente es profesor de Investigaci¨®n del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnolog¨ªa
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