Tibio retrato de la muy trepa familia Bolena
La secci¨®n oficial de la Berlinale se ha despedido con tres pel¨ªculas dignas, pero tambi¨¦n incapaces de proporcionar un subid¨®n, un poco de entusiasmo. Despu¨¦s de la torturante resaca mental provocada por nueve d¨ªas de cataratas de mediocridad, en las que te agarrabas como el n¨¢ufrago a la tabla a cualquier pel¨ªcula decente, que no te durmiera o te pusiera de los nervios, lo ¨²nico que deseas es que esta olvidable Berlinale se acabe de una vez, volver a tu a?orada casa para disfrutar en ella del cine que te proporciona vida. La mayor¨ªa del que hemos visto aqu¨ª te la quita.
El cine y la historia se hab¨ªan ocupado amplia y morbosamente de Ana Bolena, aquella ambiciosa se?ora que consigui¨® volver loco de amor al caprichoso, libertino y cruel Enrique VIII de Inglaterra, un t¨ªo con la misma capacidad para enco?arse con las sucesivas mujeres de su corte como para enviarlas a la c¨¢rcel, al olvido, al destierro o al verdugo cuando se le acababa la pasi¨®n por ellas.
Correcta, tiene el aliciente de enfrentar a Portman y a Johansson
En Las hermanas Bolena, el director Justin Chadwidck tambi¨¦n le presta minuciosa atenci¨®n a la familia de esta temible mujer, obsesionada por lograr poder y dinero del rey maquinando estrategias para que ¨¦ste les ofrezca compartir su insaciable cama a las chicas de la familia. Tambi¨¦n centra su mirada y su piedad en Mar¨ªa Bolena, una mujer bastante legal que fue el primer cebo que le ofrecieron al rey, del cual acab¨® enamor¨¢ndose y d¨¢ndole un hijo bastardo, siendo sustituida en su privilegiado estatus de amante real por su maquiav¨¦lica y c¨ªnica hermana Ana. Toda esta intriga acabar¨¢ cuando Enrique VIII decide que le corten la cabeza a Ana Bolena, la mujer que cambiar¨¢ la historia de Inglaterra, la pionera de los futuros r¨ªos de sangre que en forma de guerra civil y en nombre de la dichosa religi¨®n asolar¨¢n a?os m¨¢s tarde a ese pa¨ªs.
Realizada con correcci¨®n, tiene el aliciente del enfrentamiento entre Natalie Portman y Scarlett Johansson, dos de las m¨¢s vistosas reinas del cine norteamericano actual. Apreciando siempre el talento de la primera y gust¨¢ndome o dej¨¢ndome fr¨ªo la segunda en funci¨®n de que la dirijan bien o mal, la interpretaci¨®n de ambas en esta ocasi¨®n no es para guardarla en el recuerdo. Te ocurre lo mismo que con la pel¨ªcula, que la ves agradablemente pero se te olvida r¨¢pido.
Ballast, dirigida por el primerizo Lance Hammer, interpretada por gente que nunca hab¨ªa actuado delante de la c¨¢mara, rodada en tres escenarios y con presupuesto m¨ªnimo, posee muchas de las apreciables caracter¨ªsticas, pero tambi¨¦n de las tediosas, del cine independiente norteamericano. Cuenta con esforzada sensibilidad y cierta monoton¨ªa el ¨¢spero reencuentro entre un hombre que ha intentado suicidarse con la deprimida ex mujer de su hermano (que tambi¨¦n se suicid¨®; como ven ustedes, todo cristo secuestra ni?os o se suicida en la tem¨¢tica de esta Berlinale) y su sobrino, adolescente enganchado al crack y con sombr¨ªo futuro. Esta familia en crisis acabar¨¢ comprendi¨¦ndose y otorg¨¢ndose mutuo calor. Como debe ser, aunque para llegar hasta tan esperanzadora conclusi¨®n el espectador se haya aburrido a ratos y sensibilizado en otros con los infortunios cotidianos de la desolada familia.
Katyn tal vez suponga el testamento cinematogr¨¢fico del venerado y longevo director polaco Andrzej Wadja, se?or que me impresion¨® en algunas de sus primeras pel¨ªculas, como Cenizas y diamantes y Canal, pero del que tambi¨¦n he tenido que sufrir variados y prestigiosos aburrimientos. Wadja narra con ambientaci¨®n de lujo y precisi¨®n dram¨¢tica la masacre en un campo de concentraci¨®n de soldados, oficiales, polic¨ªas e intelectuales polacos que perpetraron los servicios secretos rusos en la Polonia que se hab¨ªan dividido Hitler y Stalin, y que durante mucho tiempo se adjudic¨® equivocadamente a los invasores nazis. Katyn posee fuerza expresiva, pero tambi¨¦n tienes la sensaci¨®n de que ya la has visto en el cine demasiadas veces.
Babelia
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