El Proyecto R¨ªo ahoga a los vecinos
Basura, vallas, cascotes y ratas estrechan la ribera derecha del Manzanares
Al p¨¢rroco de la iglesia de Santa Cristina, en el paseo de Extremadura, le gusta caminar. Recorrer arriba y abajo el Puente de Segovia, distraer la mirada por el horizonte. El cura, dedos anudados, observa una panor¨¢mica ruinosa que ya dura cuatro a?os: agua represada con residuos flotantes, muros destruidos con indigentes viviendo en sus tripas, casetas abandonadas...
El coste real del plan, 625 millones, supera en m¨¢s del doble la cifra oficial
"Esto es eterno, no se ve por las calles, est¨¢ sucio y hay ratas", se queja una vecina
Arqueolog¨ªa vial de la antigua M-30 con sus antiguas flechas amarillas y el yermo terroso de la ribera. "Esto, hijo m¨ªo, no lo veremos ni t¨² ni yo terminado", es la profec¨ªa que confiesa el religioso a un feligr¨¦s sobre el Proyecto R¨ªo, el colof¨®n a la colosal y alabada obra de transformaci¨®n de la carretera de circunvalaci¨®n y el cauce del Manzanares.
Seis kil¨®metros y medio de parque fluvial que discurren entre el puente de los Franceses y el puente de Praga. Un fragmento de "un sue?o" de 625 millones de coste que se traducir¨¢ en 863 al sumar otros conceptos, entre ellos, el IVA. Una inversi¨®n que supone m¨¢s del doble de la que declara el Ayuntamiento (250 millones) y que s¨®lo corresponde a la etapa A de un plan que llega hasta la letra D y que, en total, suma 146 actuaciones.
Inaugurados los t¨²neles de la M-30 el pasado mes de mayo, las obras en superficie han quedado congeladas. Las atareadas cuadrillas de obreros han desaparecido. Las gr¨²as han desembragado. S¨®lo permanecen las vallas, los bloques de hormig¨®n, los socavones en las aceras, las alcantarillas rotas y el correteo de las ratas. Ni un obrero, s¨®lo algunos operarios del r¨ªo.
El proyecto inicia, supuestamente, sus obras la pr¨®xima semana. "Hasta ahora, aunque pareciera que no se hac¨ªa nada, el trabajo discurr¨ªa oculto en los despachos", es la versi¨®n del Ayuntamiento. Todo concluir¨¢ en 2010, aunque ning¨²n responsable municipal se atreve a dar plazos concretos.
Desde este mes hasta abril, el plan final est¨¢ expuesto en el Consistorio para que los vecinos presenten sus alegaciones y sugerencias. Pero, ¨¦stos, ajenos al proyecto, m¨¢s all¨¢ del r¨ªo, lo que se preguntan es por qu¨¦, mientras tanto, mientras se hace realidad "la playa de Madrid", no se reparan sus calles, "aunque sea haciendo chapucillas".
Son cerca de 150.000 los vecinos afectados. Y parece que sus peticiones no ser¨¢n escuchadas. A sus descascarilladas calles les toca la etapa B del plan. No son prioritarias. "Hombre, tampoco es que antes ese barrio fuera Manhattan", minimizan desde el gobierno municipal, e insisten en que "la gente nunca est¨¢ contenta cuando hay obras".
Cierto. La gente no est¨¢ contenta. "Yo soy de Gallard¨®n, pero la verdad es la verdad", es el pr¨®logo a las lamentaciones de Carmen Sim¨®n, vecina de la avenida del Manzanares, n¨²mero 30. "Yo s¨®lo pido una pasarela, una provisional, para cruzar al otro lado del r¨ªo", pide Carmen, veterana de la zona, donde vive desde hace 45 a?os. "Es para hacer la compra. Tengo que comprar el pescado a ese lado y para llegar ahora debo recorrer m¨¢s de un kil¨®metro", insiste Carmen, que revela que casi todo el comercio de las calles cercanas a la suya "ha cerrado por los a?os de obras".
Lo cierto es que desde el puente de los Franceses al de Praga, toda la margen derecha del r¨ªo es una sucesi¨®n de angostos pasillos enjaulados sin conexi¨®n entre s¨ª -"?Me chillan los taxis porque tardo en salir del coche y no cabe nadie m¨¢s!", ejemplifica Carmen-.
Sin embargo, el costado izquierdo, el que da hacia el centro de la ciudad, conserva, m¨¢s o menos, su trazado normal, aunque gran parte del plan y de su presupuesto se desarrollar¨¢n en su ribera. El lado afectado es una fila de bloques levantada para funcionarios de los distintos ministerios en los a?os sesenta. Una fila en la que apenas cabe un coche de tama?o mediano.
Julia, en la trasera de la calle Antonio L¨®pez, se?ala los cubos de basura con bolsas rebosando. Los desperdicios se esparcen por la v¨ªa. "No s¨¦ c¨®mo puede entrar el cami¨®n de la basura, es imposible", se queja. Ella vive en el n¨²mero 160 de la Avenida del Manzanares. Alrededor no hay nada. S¨®lo coches amontonados sobre una min¨²scula acera combada y llena de desconchones. "He pedido al presidente que pida que hagan algo. Pero aqu¨ª decimos en broma que habr¨¢ que olvidarse hasta las pr¨®ximas elecciones".
A pocos metros de Julia resiste el bar El Papeo II, un peque?o local regentado por ecuatorianos. "No sabemos cuanto aguantaremos", explican, se?alando con las palmas de las manos la calle: "?No se ha quedado como una gran zona comercial!". Despu¨¦s, se r¨ªen.
"Esto es eterno, las alcantarillas no funcionan, huele mal. ?No hay nada arreglado!", clama Yolanda, desde el extremo opuesto a Carmen, cerca del puente de Praga. Por la noche, en ese sector, apenas se ve m¨¢s all¨¢ de 10 metros. No hay farolas. Las ratas corretean al otro lado de la valla, cerca de la l¨ªnea azul que brilla desde la silueta del puente.
Yolanda, empadronada en la Avenida del Manzanares, 212, ha mandado muchas cartas. S¨®lo pide "algunas reformas provisionales". Lo ¨²nico que ha visto hacer a los camiones municipales es verter un l¨ªquido verde en la arena. "Ah¨ª se ha quedado, nadie m¨¢s ha vuelto". Yolanda dice que entre los vecinos se dice que cada bid¨®n vale 6.000 euros.
En medio de ese cordel de desgracias, esa carrera de obst¨¢culos, hay un oasis. Est¨¢ a la altura del estadio Vicente Calder¨®n. All¨ª ya se ha adelantado un trocito del "sal¨®n de los pinos" (un corredor verde con pinos). En este caso es la "salita de los pinos". Son apenas 500 metros. "Parece un decorado", se r¨ªe Eladio, domicialiado en la Avenida del Manzanares, n¨²mero 75. "de 400 arbolitos ya han tenido que quitar 100. Se les pudren", a?ade a su cr¨ªtica, antes de dejar caer que all¨ª no hay nada, "s¨®lo cinco bancos". Para Eladio, en resumen, "no se parece a las maquetas del Ayuntamiento".
Yolanda no localiza su enorme muro de hormig¨®n con vocaci¨®n de permanencia en el proyecto. "Hemos protestado y nos dicen que le van a poner una enredadera", dice con sorna. Su trozo de bosque, ser¨¢ de asfalto. No es excepcional. El plan no est¨¢ cerrado a¨²n y, sospechan los vecinos, "esconde sorpresas".
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