El mito moderno
Di St¨¦fano convierte su homenaje mundial en un tributo para los que compiten "con coraje y limpieza"
El f¨²tbol, en el que ayer mismo ya es el Pleistoceno, devora tanto como alumbra, por lo que no siempre ha sabido rendir culto a sus mitos. La inmediatez le impide rebobinar y, a menudo, cae en el olvido f¨¢cil, propiciado muchas veces por unos cuantos tiburones que con una buena chequera se compran un club e, ilusos ellos, se sienten los due?os. Desconocen que s¨®lo les pertenece un despacho presidencial y una butaca privilegiada de la que son okupas pasajeros. El club es de su hinchada, de la que tiene vigor y de las muchas generaciones que la precedieron; de aficionados que fijaron sus v¨ªnculos por su apego a la tierra, a unos colores, a unos valores espec¨ªficos forjados por unas cuantas leyendas.
Ayer, por una vez, directivos, pol¨ªticos y financieros se juntaron para homenajear al primer gran futbolista moderno, a un adelantado a su ¨¦poca que acud¨ªa diariamente a La F¨¢brica y se jubil¨® dando las gracias a la pelota, la vieja; al presidente de la mitolog¨ªa madridista; a un visionario que convirti¨® un estilo de vida en el primer mandamiento del club m¨¢s laureado, un credo que han perpetuado futbolistas como Pirri, Camacho, Juanito y Ra¨²l.
Di St¨¦fano fue un solista extraordinario al servicio de una causa gremial. En activo, sobrepas¨® con creces las fronteras de un futbolista: fue defensa, centrocampista, extremo, ariete, entrenador, presidente, fil¨®sofo y motivador de primera. Todo lo que se terciara. Fue un jugador barrial, inteligente, tozudo y respetuoso. Su figura qued¨® asociada de por vida al Madrid m¨¢s legendario y con el paso de los a?os la instituci¨®n se lo reconoci¨® de forma ejemplar y convirti¨® su imagen en un gran escudo. ?l recibi¨® uno a uno a los grandes iconos del florentinato y lo hizo con el mismo mensaje entusiasta que ahora transmite apoyado en su bast¨®n de mando desde Valdebebas a chicos como Parejo. Su ideario no cambia: el Real Madrid por encima de todo, la cultura de trabajo por encima de la p¨²rpura.
El tributo mundial a Di St¨¦fano no s¨®lo fue un homenaje al mito, sino a todos aquellos que en estos tiempos no se han rendido a ese desmesurado bazar en el que se ha convertido el f¨²tbol. Fue una forma de entronizar a los que a¨²n se resisten a los mercaderes que merodean por el f¨²tbol sin prestar atenci¨®n a las ra¨ªces sentimentales. Jugadores como Giggs o Maldini, por ejemplo, se?as inequ¨ªvocas en sus clubes, profetas de un estilo propio de hacer las cosas. Eso, y much¨ªsimo m¨¢s, fue Di St¨¦fano. Un pionero. Un mito moderno.
Gracias, viejo.
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