?Atr¨¦vete a ser sabio!
"Usted acaba de comer al mediod¨ªa, y no importa cu¨¢n cuidadosamente haya escondido el matadero, a una distancia prudencial de pocos o muchos kil¨®metros: usted es culpable". Estas palabras fueron escritas y muchas veces repetidas, all¨¢ por el siglo XIX, por Ralph Waldo Emerson, uno de los padres de la poes¨ªa y la filosof¨ªa de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Casi dos siglos despu¨¦s, muy pocos en esa naci¨®n de naciones parecen haberlas le¨ªdo. Tampoco en sus naciones sat¨¦lites, ni en las naciones enemigas, ni en las pocas naciones independientes o al margen de su plenipotenciario poder. En lo que a los mataderos respecta, existe, a todo lo largo y ancho del planeta, una curiosa, sorprendente e in¨¦dita coincidencia. Cuando hace unos d¨ªas vimos en las pantallas de televisi¨®n c¨®mo eran arrastradas por m¨¢quinas las vacas enfermas o desfallecientes de un matadero de Chino (California), c¨®mo eran golpeadas, humilladas, maltratadas, muchos nos alegramos. Era la hora de comer y, ante su plato con un filete, con una hamburguesa, con un solomillo, con unas salchichas, con un surtido de embutidos, con un guiso en el que flotaban trozos de cad¨¢veres de animales, los telespectadores asist¨ªan a una crueldad de la que habitualmente no son informados. Algunos se escandalizaron, se dolieron, se indignaron, se asquearon. Eso era lo que hab¨ªa en su plato.
Muchos, sin embargo, sentimos una triste alegr¨ªa: al fin los medios de comunicaci¨®n de masas mostraban lo que sucede, no un d¨ªa sino cada d¨ªa y cada segundo de cada d¨ªa, y no en ese matadero sino en todos y cada uno de los mataderos del mundo. Y recordamos las palabras de Elisabeth Costelo, el personaje trasunto del premio Nobel J. M. Coetzee: "Los nazis aprendieron a procesar los cad¨¢veres en los mataderos de Chicago".
Y recordamos a Plutarco: "?Podr¨ªais realmente preguntaros qu¨¦ motivos condujeron a Pit¨¢goras a abstenerse de comer carne? Yo por mi parte me pregunto bajo qu¨¦ circunstancias y en qu¨¦ estado espiritual decidi¨® un hombre tocar sangre con su boca". Y recordamos a Voltaire: "Consideramos estas atrocidades, que a menudo resultan pestilentes, como una bendici¨®n del Se?or y le damos las gracias en nuestras oraciones por nuestros asesinatos". Y a Diderot: "?No es acaso animar a los hombres a la crueldad si se les permite clavar el cuchillo en el coraz¨®n de los animales?". Y al tambi¨¦n premio Nobel Romain Roland: "La crueldad con los animales y tambi¨¦n la indiferencia respecto a sus sufrimientos es uno de los pecados m¨¢s graves del g¨¦nero humano. Es la base del deterioro humano. Si el hombre causa tanto sufrimiento, ?qu¨¦ derecho tiene entonces a quejarse cuando sufre ¨¦l mismo?".
Y recordamos que Goethe consideraba un deber humano respetar y proteger a los animales. Y que la fe de Einstein en el futuro de la humanidad pasaba por abandonar el crimen hacia los animales. Y que Kant dijo: "La crueldad con los animales es lo opuesto al deber que el hombre tiene consigo mismo".
Y dijo Schopenhauer: "Quien es cruel con los animales no puede ser un buen hombre". Y nos advirti¨® Tolst¨®i, que tanto sab¨ªa de la guerra y de la paz: "De matar animales a matar hombres hay s¨®lo un paso, y con ello tambi¨¦n de torturar animales a torturar hombres (...)".
"En tanto existan mataderos, habr¨¢ campos de batalla". Y recordamos cu¨¢nto saben los EE UU y sus naciones amigas y enemigas de matar y torturar hombres, de mataderos y campos de batalla.
Los hombres y las mujeres pueden defender sus derechos, asociarse, aliarse, ayudarse, recurrir a la justicia. Pero los animales no tienen voz. Las vacas y cerdos y corderos exterminados en los mataderos, los perros y gatos apaleados en las calles, los visones desollados en las granjas peleteras, los monos y ratones y conejos torturados en los laboratorios, los toros maltratados en las plazas no tienen voz. Para d¨¢rsela, para recordar a los ciudadanos lo que hay en su plato, a los pol¨ªticos lo que olvidan en sus programas, a los gobernantes lo que ocultan tras los muros de la dejaci¨®n, la injusticia y los intereses econ¨®micos, se presenta a las elecciones generales el PACMA (Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal).
Es un partido formado por personas con un alto sentido moral y lucha por la liberaci¨®n animal (www.pacma.es). Es un partido que dice con Schopenhauer: "A los animales no les debemos compasi¨®n sino justicia". Que dice con Leonardo da Vinci: "Llegar¨¢ un d¨ªa en que los hombres ser¨¢n juzgados por la muerte de un animal como hoy se juzga el asesinato de un hombre". Que exclama con el poeta Horacio: "?Atr¨¦vete a ser sabio! ?Deja de matar animales! El que est¨¢ aplazando la hora de la v¨ªa recta, es como el labriego que espera a que el r¨ªo se seque para cruzarlo".
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