Espa?a ante Kosovo
La UE, que ha aceptado la excepcionalidad de esta independencia, se juega mucho en el envite
No tiene que resultar sorprendente que consideraciones de pol¨ªtica interna condicionen posiciones de pol¨ªtica exterior, aunque no quepa paralelismo alguno entre algunas reivindicaciones nacionalistas en nuestro pa¨ªs y lo ocurrido en Kosovo. El Gobierno ha afirmado, con fundamento, que esta independencia unilateral era un acto "ilegal" que violaba la Carta de las Naciones Unidas, y, aunque no sea un Tratado, el Acta Final de Helsinki. Pero tambi¨¦n ha tomado esta actitud porque no est¨¢ clara la viabilidad de Kosovo como Estado independiente y porque, adem¨¢s, crea un precedente peligroso en relaci¨®n con otros conflictos. Las primeras escaramuzas, como el incendio ayer de la embajada (vac¨ªa) de EE UU en Belgrado o algunos incidentes en el norte de Kosovo, indican que esta independencia no va a transitar por un camino de rosas.
Espa?a no la ha reconocido, en una l¨ªnea de conducta nada f¨¢cil de mantener en la UE. Sus aliados tradicionales son los grandes de la Uni¨®n, especialmente Francia y Alemania, que, con EE UU, se han lanzado a reconocer el nuevo Estado. Pero la UE como tal tuvo que reconocer su falta de acuerdo interno, dejar a cada miembro la libertad de actuar y admitir que Kosovo "constituye un caso sui g¨¦neris". Que la UE haya aceptado que Kosovo es un caso especial se debe en buena parte a la diplomacia espa?ola, que ha sabido navegar bien entre extremos, aunque el ministro Moratinos exager¨® indebidamente en su comparaci¨®n con la ilegalidad de la invasi¨®n de Irak.
Espa?a tiene soldados en ese territorio, y el Gobierno asegura, no s¨®lo que los va a mantener, sino que va a participar en la misi¨®n policial y judicial de la UE para construir el nuevo Estado. La base legal para el mantenimiento de la KFOR por la OTAN o para esta misi¨®n europea sigue siendo la Resoluci¨®n 1.244 del Consejo de Seguridad. Aunque data de 1999 y en muchos aspectos ha quedado superada por la realidad, no hay otra, ni probablemente la habr¨¢, dada la negativa rusa.
No reconocer a Kosovo pero mantener los soldados y participar en la misi¨®n europea responde a una l¨®gica de estabilidad de ese territorio y a otra complementaria de solidaridad con el resto de los socios de la UE y la OTAN. A Espa?a y a sus socios les conviene que Kosovo no termine en Estado fallido ni acabe contaminando los conflictos de los que a¨²n quedan rescoldos en la antigua Yugoslavia, o m¨¢s all¨¢, en las fronteras rusas.
Dentro de unos meses, o quiz¨¢s a?os, se podr¨¢ volver a examinar la situaci¨®n para comprobar si realmente estamos ante un caso excepcional, y entonces ser¨¢ el momento de reevaluar la decisi¨®n ahora tomada. Lo deseable ser¨ªa que Espa?a no tuviera raz¨®n en sus cautelas y que Kosovo se estabilizara sin consecuencias m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Lo preocupante es que llegue a tenerla y que el caso de Kosovo se cierre en falso con graves consecuencias para todos. Incluida la UE, que se juega mucho en el envite.
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