La nueva revoluci¨®n americana
Este a?o la derecha conservadora saldr¨¢ de la Casa Blanca. Termina un ciclo y cuando eso sucede se acostumbran los balances y se redise?an los escenarios sobre el futuro.
En la epidermis la liturgia es archiconocida. Siguen exaltando el excepcionalismo del "sue?o americano", siguen construyendo escenograf¨ªas que tienen como base sus colores patrios y sigue aporreando con fervor los egos de quienes aspiran al cargo. Se apropiaron de las virtudes del santoral cat¨®lico para medir a sus candidatos y cualquier infidelidad, inconsistencia o incongruencia la transforman en espect¨¢culo que confirma que ese pa¨ªs disfruta record¨¢ndoles a sus candidatos que, pese a la opini¨®n sobre s¨ª mismos, est¨¢n al servicio de las y los ciudadanos. La disecci¨®n la hacen, adem¨¢s, con esa mezcla tan americana de puritanismo y humor cortado con gotitas de mala leche.
La derecha 'neocon' sale de la Casa Blanca desprestigiada por Irak y la recesi¨®n
En una democracia las grandes transformaciones terminan expres¨¢ndose, de una u otra manera, en las elecciones. Este a?o en el campo dem¨®crata se jalonean el estandarte del cambio una mujer y un afro-americano y por lo pronto ya rompieron los r¨¦cords de audiencia en Am¨¦rica y el mundo. La disputa oscurece otro hecho extraordinario: la derecha conservadora deja la Casa Blanca terminando as¨ª un cap¨ªtulo que transform¨® a Estados Unidos y a la humanidad.
El desplome tiene una dimensi¨®n hist¨®rica. As¨ª como el famoso senador Joseph McCarthy se derrumb¨® por los excesos de su hist¨¦rica cacer¨ªa de comunistas, la actual derecha neoconservadora se va desprestigiada por la invasi¨®n de Irak y por la amenaza de una recesi¨®n. Y las mediciones se hacen contando ata¨²des y agreg¨¢ndole ceros a los d¨¦ficits.
En su haber pongamos la capacidad que est¨¢n teniendo para repensarse con base en la vieja f¨®rmula de combatir la acci¨®n con el desaliento. Esa capacidad de reinventarse es parte integral de la experiencia estadounidense y los precedentes abundan. A finales del siglo XIX y principios del XX Teodoro Roosevelt abander¨® el reformismo "progresivista" que lim¨® algunos de los excesos del capitalismo salvaje que exacerbaban los rencores sociales. En los a?os treinta Franklin D. Roosevelt redefini¨® el papel del Estado y, apalanc¨¢ndose en la reactivaci¨®n econ¨®mica causada por una Guerra Mundial, fue protagonista en la superaci¨®n de la Gran Depresi¨®n.
El hecho tiene una dimensi¨®n internacional. El pr¨®ximo presidente o presidenta de los Estados Unidos recibir¨¢ de Bush una sociedad confundida sobre su lugar en un mundo que mayoritariamente repudia las pol¨ªticas conservadoras.
En 1980 Ronald Reagan gan¨® la presidencia dando inicio, en todo el mundo, a una revoluci¨®n pol¨ªtica y otra econ¨®mica. Sus profetas difundieron un evangelio con s¨®lo dos mandamientos: "tendr¨¦is elecciones limpias y confiables y har¨¦is ajustes estructurales para tener una econom¨ªa de mercado m¨¢s extremosa que la nuestra".
Los paradigmas est¨¢n cambiando y eso se observa en Washington de donde salen informes reconociendo errores y excesos. El informe anual del Banco Interamericano de Desarrollo reconoce que la exclusi¨®n social -al interior de la cual se anida la p¨¦sima distribuci¨®n del ingreso- es la "amenaza m¨¢s peligrosa que enfrenta la democracia en Am¨¦rica Latina y el Caribe" (Gustavo M¨¢rquez, Informe 2008: ?Los de afuera?, BID, 2008). Y las desigualdades se exacerbaron durante la era conservadora.
La historia nunca ha sido unicausal. Si la antesala de la Segunda Guerra Mundial cre¨® un contexto adecuado para que M¨¦xico nacionalizara su petr¨®leo y Juan Domingo Per¨®n se hiciera con el poder para retorcer la ya de por s¨ª tortuosa psique argentina, la invasi¨®n de Irak le abri¨® a Am¨¦rica Latina m¨¢rgenes de autonom¨ªa que fueron aprovechados por la izquierda. La expresi¨®n m¨¢s extrema de la causalidad se observa en territorio cubano. En una de sus bah¨ªas est¨¢ la base estadounidense de Guant¨¢namo en donde establecieron una c¨¢rcel infame para los presos de una guerra que le abri¨® espacios al r¨¦gimen cubano en Am¨¦rica Latina.
Son tiempos propicios para elaborar los balances y construir los escenarios acerca del futuro. Quienes habitamos el hemisferio occidental tenemos un buen n¨²mero de preguntas relevantes: ?c¨®mo quedamos en el reacomodo del poder mundial en estos primeros a?os del siglo? ?C¨®mo intentar¨¢ recuperar Estados Unidos los espacios perdidos en Am¨¦rica Latina? ?C¨®mo reaccionar¨¢n aquellos pa¨ªses que se aprovecharon para ocupar los espacios dejados vac¨ªos?
Hace un par de d¨¦cadas, cuando cruj¨ªa el muro de Berl¨ªn, los conservadores estadounidenses presum¨ªan de que la historia ya hab¨ªa terminado y que ellos eran los victoriosos. Contin¨²an siendo una potencia pero ser¨ªa absurdo apostar al lugar que Estados Unidos tendr¨¢ dentro de una d¨¦cada. En parte depender¨¢ de lo que suceda en la elecci¨®n de este a?o en donde hay una competencia tan fascinante, novedosa y cargada de fuegos artificiales que por momentos se obscurece lo trascendente. En tanto se aprecia la esencia sigamos disfrutando de una competencia apasionante y gratuita.
Sergio Aguayo Quezada es profesor del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de M¨¦xico.
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