Contra el blanco y negro
Acabada la charla, Paul Laverty r¨ªe con cierta amargura y espeta: "A ver cu¨¢ndo hacemos de una vez una entrevista c¨®mica". Fibroso, pelirrojo, divertido y de verbo inteligente, este escoc¨¦s nacido por locuras juveniles de sus padres en Calcuta (India) hace 50 a?os, vive, sin embargo, con el sambenito de dedicarse a cosas serias y de ser un "guionista pol¨ªtico". A su pesar, probablemente, lo es. "Ay, Dios, el estereotipo. Con todo mi respeto, no existe el cine pol¨ªtico. O al rev¨¦s, todo el cine esconde un mensaje. Las superproducciones hollywoodienses son pol¨ªticas, con protagonistas blancos, adinerados, a los que el resto del mundo debe admirar e imitar". Guionista de Ken Loach en nueve pel¨ªculas -llevan juntos desde 1994 y el director brit¨¢nico s¨®lo le fue infiel con La cuadrilla (2001)-, Laverty ha buceado en diversos g¨¦neros siempre con un trasfondo social que atraviesa distintas ¨¦pocas y culturas: desde los derechos humanos en la Nicaragua sandinista (La canci¨®n de Carla) a los levantamientos irlandeses de inicios del siglo XX (El viento que agita la cebada). Por medio, Mi nombre es Joe, Pan y rosas, Felices diecis¨¦is -mejor gui¨®n en Cannes 2002-, S¨®lo un beso y sus aportaciones a los filmes colectivos 11'09''01 y Ticket, adem¨¢s de Cargo, su ¨²nico libreto no filmado por Loach.
"Si ves el mundo con perspectiva, desde arriba, nunca hubo tanta riqueza en tan pocas manos. Es una locura"
"Queremos mostrar la complejidad que nos rodea, las consecuencias que tiene para el resto lo que hace un solo hombre"
En ese c¨®ctel entra su pasi¨®n por el cine, los viajes, el f¨²tbol, la buena lectura y su familia: un buen ejemplo de este compendio es el viaje que realizaron Laverty e Ic¨ªar Bolla¨ªn -a la que denomina "mi compa?era"- a trav¨¦s de Inglaterra y Escocia presentando Flores de otro mundo en los institutos Cervantes y festivales de cine espa?ol. Antes de empezar la entrevista para hablar de su ¨²ltimo trabajo, En un mundo libre... (estrenado ayer en Espa?a), con el que logr¨® el Premio Osella de Oro al mejor gui¨®n en la ¨²ltima Mostra de Venecia, pone un requisito: debe ser en ingl¨¦s, porque, aunque lleva una d¨¦cada en Espa?a, tras un largo viaje le cuesta volver al castellano ("mi hijo mayor ya me vacila con los dobles sentidos"), y necesita ser puntilloso en sus explicaciones. Que ser¨¢n prolijas, porque por primera vez el d¨²o Laverty/Loach ha escogido como protagonista de su filme no a un oprimido, sino a un opresor, Angie, una chica brit¨¢nica a la que acaban de echar de una empresa de trabajo temporal, en la que se dedicaba a recolectar mano de obra barata en el Este de Europa para f¨¢bricas y obras brit¨¢nicas. Dispuesta a engancharse a su ¨²ltima oportunidad, decide montar su propia oficina de reclutamiento laboral junto a su compa?era de piso. Y nada -impuestos, leyes, problemas log¨ªsticos- ni nadie -mafiosos, empresarios corruptos, reparos morales- la parar¨¢. Angie aprovecha la indiferencia de los gobiernos, que hacen la vista gorda ante dobles turnos de trabajo, salarios m¨ªseros, falta de seguridad y sobreexplotaci¨®n en bien del "milagro econ¨®mico" (en Gran Breta?a, grandes factor¨ªas de productos manufacturados; en Espa?a, delirantes urbanizaciones poceriles).
Como ejemplo en otro continente del esp¨ªritu de En un mundo libre
..., el escoc¨¦s lleva a la entrevista un art¨ªculo de The Guardian sobre la dolorosa contradicci¨®n que viven los afroamericanos: mientras que Barack Obama lucha por la candidatura presidencial y Oprah Winfrey es la mujer m¨¢s poderosa en el negocio audiovisual, sus compatriotas negros han sufrido como ning¨²n otro grupo ¨¦tnico la crisis de las hipotecas y cr¨¦ditos de alto riesgo (subprime). "Es que en todo el mundo hemos dado un salto atr¨¢s brutal en los derechos sindicales y humanos, incluso en este mal llamado Primer Mundo". Seg¨²n The Guardian, en su esfuerzo por huir de esa situaci¨®n, aceptaron este tipo de hipotecas muchas veces bajo enga?o. Una ex agente hipotecaria asegura que si la ped¨ªa alguien especialmente joven o viejo, con baja educaci¨®n o de minor¨ªa ¨¦tnica, se le endosaban todos los gastos adicionales de su CitiFinancial [un tipo de cr¨¦ditos r¨¢pidos]. Resultado: la mayor p¨¦rdida de riqueza de los negros en la historia de Estados Unidos, con cerca de 213.000 millones de d¨®lares desaparecidos en la crisis. Laverty se indigna: "En otras palabras, jodidos. As¨ª es nuestro sistema, tan democr¨¢tico. Angie, como esa agente hipotecaria, no es la mala de la pel¨ªcula. Sencillamente, forma parte como un cojinete en el motor de esta econom¨ªa, como otro eslab¨®n m¨¢s de la cadena de las subcontratas".
PREGUNTA. ?Todav¨ªa se enfada con las cosas que ve a diario?
RESPUESTA. Enfadarse es un desperdicio de energ¨ªa. Pero hay tantos problemas... San Agust¨ªn dec¨ªa que enfadarse es una buena emoci¨®n de vez en cuando. Si ves el mundo con perspectiva, desde arriba, nunca hubo tanta riqueza en tan pocas manos. Es una locura: 500 hombres controlan la mitad de los recursos y del dinero del mundo. Uno de los grandes retos de la humanidad es la creaci¨®n de clases sociales medias. Piensa en China o la India. Y sin embargo no creo que vayamos por buen camino. Esa concentraci¨®n de poder, esas crisis humanitarias en ?frica, un continente devastado... todo est¨¢ interrelacionado. Y en el filme queremos mostrar una mirada a la complejidad que nos rodea, a las consecuencias que tiene para el resto lo que hace un solo hombre. Sencillamente, ense?amos la clase de mundo en el que vivimos. Angie no es una mala persona, es compleja, entendemos su motivaci¨®n. Da respuestas sencillas a los problemas que se le cruzan. Es humana.
"Despu¨¦s de El viento que agita la cebada, Ken y yo quer¨ªamos hablar de los problemas que ata?en al mundo contempor¨¢neo. Y quer¨ªa ver qu¨¦ hab¨ªa debajo de ciertos milagros econ¨®micos, levantar la alfombra y descubrir lo que se escond¨ªa debajo". Para ello, Laverty viaj¨®. Al escoc¨¦s le encanta viajar, investigar, hablar con la gente y, si puede, espiarla en su vida diaria, volver a sitios como China o India, donde empiezan la ebullici¨®n de sus guiones. Para su ¨²ltimo filme, estuvo en f¨¢bricas y naves industriales del norte de Escocia al sur de Inglaterra, visit¨® granjas e inmensos almacenes donde mano de obra barata trabaja sin descanso. "Me contaron historias brutales. La de un trabajador chino que muri¨® de cansancio tras 24 horas estampando el logotipo de una compa?¨ªa en cajas, la de un polaco partido por la mitad por una devanadora de cuerda". En un mundo libre
... hace sangre en el coraz¨®n del consumidor occidental actual: "Los supermercados son una maravilla de administraci¨®n, comunicaci¨®n, distribuci¨®n... Productos de todo el mundo a disposici¨®n de sus clientes. Pero ?c¨®mo han llegado hasta all¨ª? Estuve a las afueras de algunos en Birmingham a las cuatro de la ma?ana con inmigrantes esperando un trabajo... Esa mano de obra, muchos sin papeles, mantiene la econom¨ªa sumergida. Me fascin¨® un grupo de veinte polacos con los que charl¨¦ all¨ª, y contaban una historia de terror tras otra, eso s¨ª, riendo, mientras a m¨ª me pon¨ªan los pelos de punta. Gente que cobra 25 peniques (unos 30 c¨¦ntimos) a la hora". Al final decidi¨® que ten¨ªa que integrar lo escuchado en un gui¨®n sin que fuera un listado de horrores. Y surgi¨® Angie, una mujer hija de la desastrosa moral del thatcherismo, que ten¨ªa contacto con todas esas realidades. Incluida la de su padre, un veterano trabajador, luchador sindical, asustado con lo que hace su hija. "S¨ª, ese padre refleja en parte a Ken Loach, porque refleja una generaci¨®n. Luchadores, solidarios, orgullosos de sus trabajos, parte de una comunidad, ejemplos de dignidad. ?D¨®nde est¨¢n ahora los logros de la lucha sindical? Los convenios, los salarios m¨ªnimos. Hemos vuelto a la Edad Media. Y la econom¨ªa incentiva ese sistema. Habl¨¦ con agricultores que pagaban una mierda a inmigrantes del Este para recoger fresas en Gran Breta?a y me mostraron c¨®mo no pod¨ªan pagarles m¨¢s sin tener p¨¦rdidas. Luego segu¨ª las fresas hasta los supermercados Tesco, me fij¨¦ en el brutal aumento de precios y ?qui¨¦n se ha quedado con esos beneficios?".
El miedo a las p¨¦rdidas impulsa a unos. El miedo a los mafiosos, a otros. El miedo al inmigrante, a gran parte de la sociedad. "El miedo es un arma pol¨ªtica. Mira c¨®mo la usa el PP, atizando y manipulando la desconfianza a los extra?os". El mismo Laverty es un extra?o en Madrid. Tras casi una d¨¦cada viviendo en Lavapi¨¦s, ¨¦l, Bolla¨ªn y sus tres hijos se han mudado al lado del Retiro. Se siente un inmigrante m¨¢s, con su dificultad para el idioma, con la sensaci¨®n de que su casa est¨¢ en muchos sitios. ?Qu¨¦ le parecer¨ªa firmar un contrato para inmigrantes al estilo Rajoy? "Pues mira, no es mala idea, porque un contrato supone derechos y deberes para las dos partes. Los inmigrantes ya cumplen sus obligaciones. Ya es hora de que el Gobierno cumpla lo suyo y que a su vez haga cumplir las leyes a los empresarios, a los arrendatarios de viviendas que meten a 24 trabajadores en una habitaci¨®n. Pero claro, el PP no busca eso, quiere m¨¢s humillaci¨®n. A ver si obligan a firmarlo a los alemanes y brit¨¢nicos que viven en la Costa del Sol y no hablan ni una palabra de castellano. Van a por los objetivos f¨¢ciles".
Durante la charla, Laverty pasa de la pol¨ªtica, Forges y Barack Obama a los temas sociales, y de ah¨ª a los estereotipos y mensajes subliminales que se esconden tras personajes como los que encarna, por ejemplo, Hugh Grant. Despu¨¦s, salta a su proceso de creaci¨®n. "Busco buenas historias. Sencillamente. Aborrezco el blanco o el negro. En pol¨ªtica, religi¨®n o en lo que sea. Amo los grises, las complejidades. Cuando ten¨ªa 20 a?os, estudi¨¦ Filosof¨ªa en la Universidad Gregoriana en Roma, y agradezco aquel periodo porque ahora intuyo desde lejos una m¨¢quina de adoctrinar. En mis guiones huyo de eso. Tambi¨¦n viajo mucho. Experimento. Hablo con la gente. Veo caras, me cuentan sus recuerdos".
La investigaci¨®n. Ah¨ª empez¨® la carrera cinematogr¨¢fica de Paul Laverty. Licenciado en Derecho en Glasgow, especialista en derechos civiles, viaj¨® por Centroam¨¦rica, donde vivi¨® durante tres a?os el drama del enfrentamiento entre el Gobierno sandinista de Nicaragua y la Contra, la guerrilla apoyada por Estados Unidos, como miembro de una organizaci¨®n en defensa de los Derechos Humanos. Tambi¨¦n cruz¨® M¨¦xico desde Chiapas hasta la frontera con Estados Unidos. Y se mud¨® otra temporada a Los ?ngeles. "Quer¨ªa escribir sobre Nicaragua, envi¨¦ cartas a varias productoras de cine y s¨®lo Ken Loach me respondi¨®. El proceso fue tan largo, que mientras escrib¨ªamos La canci¨®n de Carla llegu¨¦ a actuar en el anterior filme de Loach, Tierra y libertad".
P. ?Habla con Ken Loach todos los d¨ªas?
R. No, por Dios. Aunque es un amigo ¨ªntimo y charlamos hasta de f¨²tbol. Es un tipo muy divertido, en contra de su imagen p¨²blica. Muy renacentista en sus gustos. Sin embargo, cada uno tenemos nuestras vidas. Yo intento compaginar mi vida familiar con el trabajo. Es un reto ser fiel a ti mismo. Y a tu compa?era. Ic¨ªar es una cr¨ªtica dura leyendo mis guiones, y por ello, estupenda.
P. ?Escribir¨¢ alguna vez con ella?
R. ?Por qu¨¦ no?
P. Ya est¨¢ en marcha su pr¨®ximo proyecto con Ken Loach. ?De qu¨¦ va?
R. No puedo contar nada. Pero ser¨¢ muy, muy sorprendente. Un gran cambio de direcci¨®n.
P. ?No ser¨¢ sobre f¨²tbol? ?O er¨®tica? Ya les quedan pocos g¨¦neros por afrontar y s¨®lo han rodado una vez una secuencia sexual, en S¨®lo un beso.
R. Con ver la cara de timidez de Ken y su corte filmando ese momento, ya me re¨ª lo suficiente. Y el f¨²tbol... No se puede hacer un buen largometraje sobre el f¨²tbol. Imposible plasmar su car¨¢cter imprevisible, nunca sabes qu¨¦ va a pasar. Ah¨ª est¨¢ su grandeza. En el cine, el 99% de las veces ya sabes qu¨¦ ocurrir¨¢ en la secuencia siguiente. Woody Guthrie dijo que el hombre es una gran m¨¢quina de esperanza. Y algo de eso tiene el f¨²tbol, como la vida. -
...
En un mundo libre Direcci¨®n de Ken Loach. Gui¨®n de Paul Laverty. Int¨¦rpretes: Kierston Wareing, Juliet Ellis, Leslaw Zurek, entre otros.
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