Camareros de antes
En busca de aquellos camareros maravillosos de antes, esos que tanto a?ora Miguel Arias Ca?ete, pruebo suerte en una granja de la Rambla de Catalunya.
-Un cortado y una tostada con crema, con manteca color¨¢.
La amable camarera peruana me sirve una loncha de sobrasada.
En un bar de tapas del centro, lo intento con el morro frito. El camarero asi¨¢tico tiene una raci¨®n delante, pero dice "eh?" y corre a buscar al encargado.
Deprimida, pregunto a un experimentado ma?tre ya jubilado de Malgrat de Mar. "Lo que pasa en este pa¨ªs es que se ha perdido el orgullo de ser camarero. Los j¨®venes ya no lo son por vocaci¨®n. Mi generaci¨®n s¨ª sab¨ªa llevar cinco platos en cada brazo. Es un tema de actitud". Habla, qu¨¦ alivio, de los j¨®venes, de generaciones. No de pasaportes.
Refuerzo la idea en una cervecer¨ªa de servicio infalible de la calle de Mallorca, donde Willy, filipino, acoge a menudo a la clientela con su "Bon dia, bon dia, un talladet?". Pregunto con sincera admiraci¨®n a sus colegas si, al llegar, les result¨® muy dif¨ªcil manejarse con las tapas y distinguir vinos. "Se necesita tiempo. A m¨ª me cost¨® lo del trif¨¢sico", confiesa una eficiente asi¨¢tica.
Tal vez involuntariamente inspirado por Arias Ca?ete, Josep Llu¨ªs Carod acaba de anunciar un plan de 600.000 euros para formar a camareros extranjeros. Seg¨²n el Gremio de Restauraci¨®n de Barcelona, el 98% de los empresarios del sector reclaman formaci¨®n espec¨ªfica para la plantilla inmigrante y el 78% de los trabajadores considera "imprescindible" o "importante" el catal¨¢n. El curso de la Generalitat persigue "dominar los contenidos de la carta o del men¨² diario", "t¨¦cnicas de servicio b¨¢sico en hosteler¨ªa" y "saludar a los clientes en catal¨¢n para entender las demandas, reclamaciones y quejas habituales".
Mi venganza in¨²til contra Arias Ca?ete es recuperar un cap¨ªtulo de Fawlty Towers, la exitosa serie de John Cleese (Monty Python) que sedujo a los brit¨¢nicos en los a?os setenta gracias al personaje del camarero Manuel. Este personaje espa?ol deb¨ªa lidiar con el trato vejatorio del malhumorado British propietario del hotel Fawlty, que s¨®lo le toleraba porque era mano de obra barata. Manuel -que a cada patinazo se escudaba con que "I am from Barcelona", pero que en la versi¨®n catalana de la serie fue renacionalizado mexicano- encarnaba a esa ola de trabajadores que buscaba su hueco en el Reino Unido con un dominio pobre del ingl¨¦s y predisposici¨®n relativa a las costumbres locales. Manuel no hubiera obtenido el contrato de integraci¨®n de Mariano Rajoy. Ni el de Duran Lleida.
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