Pol¨ªtica at¨ªpica
En estos d¨ªas de agitaci¨®n pol¨ªtica y apenas repuesto de la desilusi¨®n que me ha generado el tan anunciado debate, me han sorprendido e interesado reflexiones de personas que despu¨¦s de notables e intensos episodios de protagonismo pol¨ªtico son capaces de manifestar sentimientos, emociones y an¨¢lisis que van m¨¢s all¨¢ del r¨ªgido y previsible esquematismo pol¨ªtico y del ruido, a veces ensordecedor, de estos d¨ªas. Me refiero a dos piezas literarias, de muy distinto calado, debidas a Manuel Pimentel y Josep Maria Vall¨¨s. El primero, que fue ministro de Trabajo en el primer Gobierno de Aznar, explicaba en un art¨ªculo period¨ªstico de hace unos d¨ªas (EL PA?S, 21 de febrero de 2008) que "existe vida despu¨¦s de la pol¨ªtica, aunque a algunos les cueste creerlo", y que mucha gente metida en la pol¨ªtica, "con sus mieles y sus hieles", no es nada sin ella, ya que en muchos casos esas personas "ofrecen docilidad y trabajo a cambio de continuidad". Lo dice alguien que ha logrado rehacer su vida profesional sin renunciar a su dignidad y que ha mantenido un notable reconocimiento social por su honestidad y su trayectoria personal y pol¨ªtica.
Me han sorprendido e interesado las reflexiones de Manuel Pimentel y Josep Maria Vall¨¨s
De una manera parecida, pero con mucha m¨¢s extensi¨®n y profundidad, el ex consejero de Justicia de la Generalitat Josep Maria Vall¨¨s, que era y sigue siendo catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB, present¨® ayer un libro (Una agenda imperfecta: amb Maragall i el projecte de canvi, Edicions 62) en el que cuenta su experiencia en el periodo que va desde el ya lejano d¨ªa de la primavera de 1994 en que Pasqual Maragall le pidi¨® que se incorporara a la entonces nueva entidad de Ciutadans pel Canvi, hasta el 24 de noviembre de 2006, cuando asisti¨®, como miembro del Gobierno en funciones, al acceso a la presidencia de la Generalitat de Jos¨¦ Montilla. En sus m¨¢s de 400 p¨¢ginas, Vall¨¨s repasa un periodo muy importante, significativo y convulso de la historia m¨¢s reciente de Catalu?a, y lo hace con una cierta distancia, o como el mismo dice, como un "participante observador" (para expresar que va m¨¢s all¨¢ de lo que en ciencias sociales se denomina "observaci¨®n participante"), sin caer en la tentaci¨®n de contar an¨¦cdotas que no sean estrictamente necesarias para el curso de la narraci¨®n y sin querer alcanzar tampoco el an¨¢lisis pol¨ªtico m¨¢s estricto. A pesar de que en el texto se alude como precedente lejano el libro de Xavier Rubert de Vent¨®s El cortes¨¤ i el seu fantasma (Destino, 1991), volumen en el que el ensayista y fil¨®sofo relata su experiencia como parlamentario en plena ¨¦poca de Gonz¨¢lez, mi impresi¨®n es que el relato de Vall¨¨s es muy distinto, quiz¨¢ menos literario, pero tambi¨¦n mucho menos distante y mucho m¨¢s informativo, anal¨ªtico y ¨²til para entender no s¨®lo la pol¨ªtica institucional, sino tambi¨¦n la aventura personal de implicarse en pol¨ªtica desde una posici¨®n de autonom¨ªa personal y profesional.
La narraci¨®n de Vall¨¨s nos ayuda a conocer desde dentro el cambio pol¨ªtico en Catalu?a despu¨¦s de m¨¢s de veinte a?os de hegemon¨ªa pujolista. Nos acerca de manera privilegiada a la figura de Pasqual Maragall, de indudable envergadura hist¨®rica. Permite que conozcamos la experiencia que significa dirigir un departamento de la Generalitat tan significativo en la vida de la gente como el de Justicia y las dificultades que implica tratar de cambiar su manera de proceder. Y de paso podemos acercarnos a las sorpresas y frustraciones de quien llega con ¨¢nimos de reforma y de cambio a la vida parlamentaria y al protagonismo gubernamental, y se encuentra con muchos intereses creados, muchos bloqueos institucionales y tantas cautelas cortoplacistas. Pero, desde mi punto de vista, el libro del profesor Vall¨¨s es una extraordinaria ventana a la acci¨®n pol¨ªtica directa, desde la mirada de un observador de excepci¨®n dada su condici¨®n profesional de experto en el tema. Mi ¨²nica prevenci¨®n es que, a partir de la evidente y sincera voluntad de cambio que expresan sus p¨¢ginas, la confesada debilidad, alejamiento social e introspecci¨®n de la pol¨ªtica oficial que se describe, pueda llegar a buscarse alternativas de soluci¨®n o mejora dentro de los cauces institucionales en que funciona un sistema democr¨¢tico que ha ido convirtiendo en r¨ªgido y formal lo que en sus valores de fondo era transformador y movilizador.
Tanto Pimentel como Vall¨¨s acaban con reflexiones de respeto y afecto a sus respectivas experiencias pol¨ªticas. "La pol¨ªtica es una experiencia extraordinariamente enriquecedora. Quien ha pasado por ella tendr¨¢ que reconocer que le modific¨® como persona... Se descubre que todo es m¨¢s complejo y m¨¢s rico" (Pimentel). Aunque se perciba una cierta desilusi¨®n, "apenas se ha progresado en una transformaci¨®n de las formas de hacer pol¨ªtica... al contrario, se ha incrementado la desconfianza que la pol¨ªtica genera y la desafecci¨®n creciente que provoca" (Vall¨¨s). En ambos casos uno percibe el pulso moral de quien de manera at¨ªpica ha pasado una parte de su vida en el ejercicio directo de la pol¨ªtica. La conclusi¨®n s¨®lo puede ser una: necesitamos m¨¢s pol¨ªticos at¨ªpicos, personas que sepan combinar compromiso con dignidad e implicaci¨®n emocional, y voluntad de servicio con autonom¨ªa y desapego al cargo. La duda estriba en saber si con los mimbres actuales hay muchos incentivos para que esa transformaci¨®n at¨ªpica pueda darse. Lo que uno acaba pensando despu¨¦s de tales reflexiones es, no s¨®lo que hay vida m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica institucional, sino que hay mucha pol¨ªtica real donde aparentemente s¨®lo existe vida ordinaria.
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