Entre el tormento y el ¨¦xtasis

Llenazo hist¨®rico. Ambiente de las grandes citas. La reventa se mor¨ªa de gusto. Tormento y ¨¦xtasis. O ambas cosas a la vez. En los tendidos, abrumadora presencia de cofrades de la causa. Pero no faltaron cuchillos afilados entre los dientes. M¨¢s de 9.000 almas pendientes de Jos¨¦ Tom¨¢s. La primera del a?o en ruedos espa?oles. De los actos del espect¨¢culo s¨®lo parec¨ªan contar el segundo y el quinto. Los dem¨¢s, pr¨®logo, entreactos y bajada de tel¨®n. Jos¨¦ Tom¨¢s, vestido de tabaco y oro, lo acaparaba todo. Protagonista principal. Espl¨¢ y Tejela parec¨ªan como actores de reparto. Casi convidados de piedra.

Al romper el pase¨ªllo la plaza explot¨® en una cerrada ovaci¨®n. Se sab¨ªa para qui¨¦n era tan grandioso recibimiento. Por eso Espl¨¢, ya en la arena, le hizo gestos a Tom¨¢s para que correspondiera. ?ste, cortes¨ªa obliga, comparti¨® honores con sus compa?eros de cartel.

La primera puesta en escena de Jos¨¦ Tom¨¢s, en el segundo de la tarde, se liz¨® entre el filo de la navaja. Nada m¨¢s saltar el toro al ruedo el pueblo se levant¨® en armas: protestas por la poca presencia del astado, que sum¨® m¨¢s reacciones en contra en cuanto se descubri¨® que no era un dechado de fuerzas. Poco picado ese toro y metida la cuesti¨®n en la picota, Jos¨¦ Tom¨¢s cogi¨® muleta y espada. Mal augurio de principio: el toro se fue al suelo en los primeros muletazos. Tom¨¢s, ya en los medios, decidido y con la muleta en la izquierda, invit¨® al respetable a fumar la pipa de la paz. De repente, cambi¨® el decorado cuando en una primera serie Jos¨¦ Tom¨¢s dej¨® que los pitones del noble animal de Jandilla sacaran lustre de su taleguilla tabaco y oro. Un cambio de mano, a pies juntos, dej¨® al toro dispuesto para la mejor serie de naturales. Cerr¨® la faena en terreno de toriles, donde el toro busc¨® refugio. Manoletinas de rigurosa ceremonia. El feo golletazo que recet¨® estrope¨® para los restos la obra. Casi el tormento.

En el quinto lleg¨® el ¨¦xtasis. Desde los lances de recibo, a pies juntos, clavado en la arena, m¨¢s emotivos que limpios. Alegre el toro en varas, se emple¨® y empuj¨® con cierta clase. Luego lleg¨® un quite por gaoneras que encendi¨® definitivamente la plaza. Explot¨® el ambiente. Brindis al p¨²blico y acuerdo total entre las partes. La faena se abri¨® con siete estatuarios fuera del tercio, la mirada del torero en el infinito y sin mover un m¨²sculo. De nuevo la faena fue de izquierda. Con largos y templados naturales. Compuesta y recompuesta. El torero girando sobre s¨ª mismo y desafiando el espacio. Hasta la m¨²sica, obligada a tocar siempre, fue mandada a callar. Esta vez s¨ª acert¨® con la espada.

El preludio y los entreactos contaron lo justo. Adem¨¢s de Jos¨¦ Tom¨¢s, en el ruedo hab¨ªa dos toreros m¨¢s: un respeto. Espl¨¢ ech¨® de oficio. Digna actuaci¨®n. Tejela, animoso siempre, dej¨® pasajes de buen concepto en el tercero. En el sexto atac¨® sincero y se justific¨®.