?Eligen los rusos?
La ¨²nica inc¨®gnita del domingo es con qu¨¦ porcentaje arrasa el delf¨ªn de Putin
La elecci¨®n presidencial rusa de este domingo carece de cualquier suspense, salvo el porcentaje exacto con el cual arrasar¨¢ el viceprimer ministro Dmitri Medv¨¦dev, el aspirante instalado por Vlad¨ªmir Putin para sucederle en el cargo. De hecho, todo sucede como si los comicios se hubieran celebrado ya. Ni siquiera con el resultado predeterminado, el Kremlin ha tenido el decoro pol¨ªtico de permitir la presentaci¨®n de alg¨²n rival que aportase marchamo de credibilidad a la jornada.
Las elecciones libres pueden alumbrar sorpresas, las fabricadas garantizan continuidad. Con el benepl¨¢cito de la gran mayor¨ªa de sus conciudadanos, Putin ha triunfado al dise?ar unas elecciones en las que no se cumple el objetivo m¨ªnimo de traspasar el poder de una persona a otra. Lo que se sentencia el domingo es el traspaso de un cargo, el presidencial, no el de los poderes anejos, que contra la letra y el esp¨ªritu de la Constituci¨®n permanecer¨¢n en manos de un Putin convertido en adelante en primer ministro. Su democracia dirigida ha logrado en ocho a?os -engrasada por la multiplicaci¨®n por ocho del precio del petr¨®leo y la bonanza econ¨®mica general- un modelo de Estado coercitivo e hipercentralizado en el que se ha acorralado o hecho desaparecer a la oposici¨®n, los medios de informaci¨®n independientes y hasta las ONG; y se ha metido en cintura a los empresarios d¨ªscolos, domesticado el Parlamento, jibarizado el poder local y convertido la industria energ¨¦tica en agresiva arma de la pol¨ªtica exterior. El resultado de esta sistem¨¢tica destrucci¨®n de las instituciones que arman un Estado democr¨¢tico es el conformismo y la apat¨ªa pol¨ªtica que prevalecen hoy en Rusia.
Parece que la ¨²nica cuesti¨®n abierta, una vez que el joven inquilino Medv¨¦dev se instale en mayo en el Kremlin, es si sobrevivir¨¢n en alguna medida las ideas liberales que con frecuencia ha defendido. O prevalecer¨¢ la subordinaci¨®n inquebrantable con la que casi durante 20 a?os ha acompa?ado a su antiguo jefe Putin, desde el Ayuntamiento de San Petersburgo. Tan recientemente como el mes pasado, el pr¨®ximo presidente ruso hablaba de la importancia de la libertad, la justicia y el pluralismo y se?alaba que "Rusia es un pa¨ªs de nihilismo legal" impensable en Europa. Son palabras para la esperanza, por el momento sin la prueba de los hechos.
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