Veltroni rejuvenece la pol¨ªtica italiana
El candidato del Partido Democr¨¢tico recorta distancias con Silvio Berlusconi - El l¨ªder de centro-izquierda apuesta por la "Italia que trabaja y la que piensa"
No cabe nadie m¨¢s en el Teatro del Pavone, una linda bombonera perugiana, y la platea est¨¢ abarrotada con 700 personas. Muchos son j¨®venes de 20 a?os o menos. Fuera se han quedado 500 ciudadanos m¨¢s, viendo y escuchando por una pantalla gigante las palabras de Walter Veltroni. La regi¨®n de Umbria es territorio fiel del Partido Democr¨¢tico, aqu¨ª arranc¨® la campa?a electoral hace dos semanas. Veltroni habla con calma, con el tono mesurado y absoluta naturalidad. Ni arengas, ni gritos, ni promesas enloquecidas, ni insultos al adversario; un estilo razonable, convincente y medido. De vez en cuando, se permite la alegr¨ªa de un chiste, bastante bueno por cierto. Sin un solo papel delante, habla durante m¨¢s de una hora. Largo, s¨ª, pero cada poco el auditorio aplaude. "Bravo, Walter", grita una mujer rematando las frases brillantes.
En sus m¨ªtines no hay arengas, ni gritos, ni insultos al rival
El Giro de la Nueva Italia no ha hecho m¨¢s que empezar, faltan 45 d¨ªas para las elecciones, pero la energ¨ªa que desprende Walter Veltroni, de 52 a?os, parece perfectamente engrasada. Sus formas, sus ideas, su tono y su talante son toda una novedad. Tras 15 a?os de caos, gritos, corrupci¨®n y politiquer¨ªa, tras dos a?os escasos de un Gobierno Prodi que fue atacado desde dentro y fuera, tras a?os de estancamiento econ¨®mico, cuando Italia parec¨ªa resignada a un inevitable e incierto regreso a Berlusconi, aqu¨ª est¨¢ Veltroni, con sus modales exquisitos, su aspecto de italiano corriente, su cultura laicista pero cuidadosa con los cat¨®licos y su mensaje de renovaci¨®n total.
En el escenario del Pavone hay una bandera tricolor. Tres j¨®venes locales de entre 16 y 26 a?os (Tiziano, Adele y Daniela) han abierto el mitin a la americana, preguntando desde el atril al candidato del Partido Democr¨¢tico por el futuro. "Siempre lo hacemos as¨ª", explica Veltroni a la audiencia: "La bandera y los j¨®venes. Y cada d¨ªa me impresiona la fuerza, la seguridad, la claridad con la que hablan nuestros muchachos. Y cu¨¢ntos de vosotros ven¨ªs a escucharme con esperanza".
?Cu¨¢l es el secreto para que de repente los j¨®venes italianos se hayan acercado a la pol¨ªtica? Les habla de Salinger, les habla de Joseph Conrad, les habla de deporte, de crear 100 campus nuevos, de abrir los colegios por las tardes, de cambiar sus programas anquilosados, de potenciar su creatividad. Les dice que quiere llevar al Parlamento a "la Italia verdadera, la Italia joven, la Italia que trabaja, la Italia que se cansa, la Italia que piensa".
En sus listas hay m¨¢s mujeres, m¨¢s j¨®venes, m¨¢s obreros, m¨¢s empresarios, menos pol¨ªticos profesionales. Es la pol¨ªtica de la cercan¨ªa, de la no ideolog¨ªa, de los que no les interesa la pol¨ªtica. Quiz¨¢ es que su energ¨ªa es espont¨¢nea y por eso suena real. Seg¨²n los colaboradores que le acompa?an en el viaje puerta a puerta, Veltroni es un tipo apasionado, que cree mucho en lo que hace y que ha so?ado durante 20 a?os, desde que descubri¨® a Kennedy y su "bella pol¨ªtica", con este momento: crear un partido a imagen y semejanza del Partido Dem¨®crata estadounidense, y una vez hecho eso cambiar de un plumazo Italia y la pol¨ªtica italiana.
Con un estilo familiar y did¨¢ctico, a medias entre Barack Obama y un pastor, Veltroni sigue lanzando mensajes positivos: "Los sondeos van bien, pero no miden una cosa: la necesidad de novedad", dice. "Se nota un aire nuevo, y hay un mundo nuevo por crear. Divirt¨¢monos haci¨¦ndolo, porque no es una guerra ni una batalla. Es solo una competici¨®n para ver si Italia cambia o sigue igual".
Maura, de 29 a?os, y Aurora, de 25, perugianas las dos, una reci¨¦n licenciada y la otra a punto de hacerlo en la facultad de Medicina, creen en Veltroni. Salen ilusionadas, "aunque ya ven¨ªamos convencidas". Maura, de todos modos, no tiene mucha fe en que el sue?o acabe bien. Su diagn¨®stico destila pura desesperanza: "Este pa¨ªs est¨¢ para emigrar, no tiene soluci¨®n. La burocracia es espantosa, paralizante, y solo si eres muy bueno y tienes una recomendaci¨®n puedes encontrar trabajo. Por lo menos en lo nuestro. El mensaje de Veltroni es exacto, todo lo que dice es verdad. Nos falta ver si el sistema le dejar¨¢ cambiar todo lo que hay que cambiar".
La campa?a ser¨¢ agotadora. Veltroni recorrer¨¢ las 110 provincias italianas, lleva una quincena y le faltan 85. Cada d¨ªa visita, de media, cuatro localidades. Viaja en un autob¨²s verde, italiano y ecol¨®gico. Y apenas pasa por su despacho romano del PD, el llamado Loft de Piazza Santa Anastasia. La jornada tipo, similar a la de ayer, es un tour de force, con elementos estadounidenses: un mitin en un cine, otro al aire libre, visitas a f¨¢bricas, escuelas, hospitales, y por la noche cena con empresarios y profesionales locales, que aportan fondos a la campa?a.
"Hacen falta 30 a?os para cambiar este pa¨ªs, esto est¨¢ destruido", afirma Giovanni Bianchi, de 54 a?os. "Yo era jefe de oficina en una compa?¨ªa de seguros, pero la empresa fue vendida a un grupo francoholand¨¦s y me tuve que marchar. Ahora trabajo el doble y gano la mitad. Y nadie hace nada por nosotros. Si Veltroni gana y luego nos traiciona, ya no votar¨¦ m¨¢s".
?l se comunica con todos; quiere saber de primera mano qu¨¦ les preocupa a sus compatriotas, qu¨¦ problemas tienen. Ayer, en San Sisto, cerca de Perugia, comi¨® en casa de una familia media italiana: los Pasqualoni. Peque?os empresarios de la piel, hacen bolsos y cinturones. Los padres y los dos hijos trabajan en la f¨¢brica. Tienen siete empleados. Comieron tagliatelle y torta de testo, una delicia local. "La peque?a empresa es crucial para el futuro".
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