Torremolinos Rockabilly
Si es verdad que Elvis est¨¢ vivo, hoy es el d¨ªa que lo encuentro?. La chica lo dice abrazada a un globo con la efigie de El Rey. Es noruega y r¨ªe. Se comporta como si estuviera en Eurodisney. Como una ni?a. Cae el sol de primera hora de la tarde y ella pasea con el globo por la piscina de los apartamentos Buensol de Torremolinos, en M¨¢laga. La ciudad que fuera referencia del landismo, ofrece hoy una fiesta diurna para visitantes especiales. La amante plat¨®nica de Elvis es una de ellos. Piel blanca, vestido negro, labios color sangre. La cintura marcada, el escote generoso. Melenita ondulada, un colgante con dados al m¨¢s puro estilo Las Vegas. Como una pin-up sexy congelada de los calendarios que hace 50 a?os contemplaban los soldados americanos. A su alrededor, mujeres y hombres vestidos con todas las variantes imaginables de la est¨¦tica retro-rock: desde la teddy boy, con levita y patillas, hasta la m¨¢s elegante, con faldas vaporosas y coleta de colegiala, o la psychobilly, con chaleco de flecos y botas de espuelas. El tiempo no ha pasado. No celebran el carnaval, no. Se han vestido de gala: son su indumentaria, son ellos mismos.
Torremolinos se ha convertido en el Hawai que Elvis tanto adoraba, al que aspiran los devotos de su m¨²sico
Han venido a Espa?a para eso, para participar en una sesi¨®n de tarde del Rockin? Race Jamboree, el festival de rock cl¨¢sico m¨¢s importante del sur de Europa. Dos chicas alemanas, Frieda y Caro, de 25 y 24 a?os, sonr¨ªen. Una de ellas lleva el pelo como Lauren Bacall de joven; la otra, pa?uelo a la cabeza, como los dibujos de las j¨®venes que aparec¨ªan en la publicidad antigua de Coca-Cola. ?Nos fijamos en las pel¨ªculas del pasado?, comenta Frieda. ?Las mujeres iban muy femeninas, y los hombres, muy masculinos, todos muy guapos?. Y a?ade: ?Este clima c¨¢lido, esta fiesta en la piscina, es maravilloso. Es esp¨ªritu rock and roll?. Electricidad y energ¨ªa que en Espa?a cuenta ya al menos con 10 festivales regulares, algunos de ellos con verdadera afluencia internacional, que se desarrollan en ciudades como Valencia, Barcelona, Pineda de Mar, Calella, Calafell, Benidorm o Vigo. Pero ¨¦sta es la primera gran cita anual del g¨¦nero.
Torremolinos se ha convertido en el Hawai que Elvis tanto adoraba. El nuevo Hawai al que aspiran los vanguardistas devotos globales de su m¨²sica, que hoy se reproducen sin prisa, pero sin pausa. Llega la actuaci¨®n de The Orientals, una banda francesa que mezcla m¨²sica surf ?de esa tan vintage que incluye Tarantino en sus bandas sonoras? con un look ex¨®tico (llevan sombreros fez marroqu¨ªes) propio de los m¨²sicos a sueldo de los clubes nocturnos de otros tiempos. ?Nos gusta provocar?, advierte Guillaume, el cantante. Despu¨¦s, los miembros del combo intentan tirar a la piscina a quien escribe estas l¨ªneas. Cuando est¨¢n a punto, lo dejan estar, y se mueren de la risa. As¨ª son las grandes fiestas bajo el sol de la mitolog¨ªa del rock cl¨¢sico que ellos veneran.
La gran fiesta comenz¨® el d¨ªa anterior, viernes 8 de febrero, en el Palacio de Congresos de Torremolinos. All¨ª, y durante dos jornadas nocturnas consecutivas ?las juergas en la piscina son un extra?, iban a celebrarse las mayores sesiones de conciertos de la 14? edici¨®n del Rockin? Race, al que en 2008 han acudido 1.600 personas de toda Europa. La mitad llegadas desde fuera de Espa?a. Unos encuentros todav¨ªa instalados en lo underground, pese a que el n¨²?mero de asistentes ha ido aumentando a?o tras a?o y su proyecci¨®n internacional se multiplica tanto como su presupuesto, que ahora alcanza los 40.000 euros. La mayor¨ªa de las bandas tambi¨¦n se lleva su parte: cobran entre 1.500 y 3.600 euros. Pero en todos los ¨¢mbitos hay estrellas: Los Comets no desenfundan por menos de 10.000. La fama del festival, como algunos virus, se propaga por el boca a boca o de correo electr¨®nico a correo electr¨®nico. O Myspace a Myspace. ?El rock de los a?os cincuenta es degustado por una gran familia que crece, pero no rompe lazos?, explica el organizador del festival, Guillermo Jim¨¦nez, propietario de la tienda y el sello discogr¨¢fico Sleazy Records. All¨ª empez¨® a sembrar la semilla de una gran reuni¨®n rockabilly para el sur de Europa. ?Es una nueva ¨¦poca internacional de b¨²squeda de ra¨ªces en la m¨²sica y todo lo que la envuelve?, reivindica.
La llegada de fan¨¢ticos de Barcelona, Valencia, Asturias, Reino Unido, Italia, Alemania, Suiza, Noruega y Finlandia, entre otros lugares, as¨ª lo demuestra. Es gente de entre 25 y 50 a?os, aunque los hay por debajo y por encima. Gente cuya apariencia est¨¢ estudiada con precisi¨®n, que podr¨ªa formar parte de una escena de filmes como Grease o West Side Story. Tambi¨¦n parece una fiesta de Nochevieja para rockers, moteros y amantes del country de todas partes. Un momento de encuentro, de celebraci¨®n y de vestimenta, en una tierra en la que, de alg¨²n modo, se sienten c¨®modos. ?Aqu¨ª tenemos calor, mar y fiesta, sobre todo si donde vives hace fr¨ªo, y Espa?a es un gran sitio para lo alternativo?, explica Jay, un escoc¨¦s de 45 a?os y miembro de la banda The Groove Diggers. Ha acudido a Torremolinos ?a beber, bailar y conocer gente?.
Como ¨¦l, la mayor¨ªa de los europeos se han planteado la visita al Rockin? Race como vacaciones, y extienden su estancia antes y despu¨¦s de las fechas de los conciertos. ?S¨¦ de gente que mantiene trabajos que detestan s¨®lo para viajar por el circuito de festivales rockabilly?, sostiene Miguel Corch¨®n, que ayuda a Guillermo en el Rockin? Race. Y se coge con ganas. Adem¨¢s, es barato: 40 euros la entrada para dos personas por los dos d¨ªas. ?El inter¨¦s por el mundo del motor, por la rebeld¨ªa, por las referencias culturales de serie B, por la vuelta al ritmo directo, al calor humano?, todo eso cuenta para que nuestra escena vaya bien?, opina Miguel. Hoy se vuelven a editar discos en sonido mono, y se intenta que los estudios de grabaci¨®n reproduzcan el momento en que empez¨® a crecer la madre de todas las m¨²sicas modernas. ?Aqu¨ª la gente baila bop, que es un estilo suelto; jive, que es en pareja, o stroll, en el que se luce esencialmente la mujer?, a?ade Corch¨®n.
Durante todo el Rockin? Race, un matrimonio seguir¨¢ al pie de la letra estas indicaciones sobre el movimiento de los cuerpos. Es el formado por Kat y Mike, de 64 y 67 a?os, ingleses jubilados, residentes en la vecina Benalm¨¢dena, que practican el baile acrob¨¢tico con una habilidad de pasmo. ?Ya lo hac¨ªamos cuando ¨¦ramos j¨®venes?, exclama Kat, que luce una camiseta ce?ida con el nombre Nashville, la patria del country. ?Ahora s¨®lo lo rememoramos?.
Como casi todos, acuden atra¨ªdos por m¨²sicos internacionales muy variados ?The Montesas, Barrence Whitfield, The Seatsniffers, The Space Cadets? y por una presencia apabullante:la de los norteamericanos The Comets, cabezas de cartel, el combo del m¨ªtico Bill Haley y la que se considera la primera banda de rock and roll de la historia. Himnos como Rock around the clock har¨¢n llorar en este s¨¢bado por la noche a un p¨²blico de cuero, y sus baladas provocar¨¢n arrumacos, bailes lentos y? ?mecheros encendidos? ?Bueno, ser rockabilly ya no es ser macarra, como en la ¨¦poca de las tribus urbanas?, puntualiza Juan Carlos, de Algeciras, el asistente con el tup¨¦ m¨¢s largo. Laca y secador es el truco. ?Eso de los gamberros fue cosa de los ochenta?. Juan L¨®pez, guitarra de los andaluces Beerbellys, lo certifica: ?Estamos mucho m¨¢s all¨¢, aunque vivir de una banda de rockabilly en Espa?a a¨²n es dif¨ªcil?. Complicado, pero no imposible. Dick Richards, el incombustible y venerado bater¨ªa de The Comets, de 84 a?os, ofrece un consejo a la gente que desee seguir su ejemplo: ?Estudiar, aprender y no desesperar, ¨¦sta es la receta del triunfo?. Y Richards se emociona: ?El rock es alegre, sencillo, claro y ayuda a que la vida lo sea?.
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