El debate de los acostados
El seguimiento masivo del duelo demuestra el inter¨¦s ciudadano por la pol¨ªtica
Uno de los pasajes m¨¢s apasionantes de las memorias del escritor Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald es el que se refiere a "los acostados", cinco familiares suyos que, repartidos entre Jerez y Madrid, optaron por la cama como lugar de residencia. "No eran ni enfermos imaginarios ni gente desocupada; eran simplemente unos ciudadanos algo extravagantes, pero muy conscientes de su papel de dimisionarios de los afanes de cada d¨ªa". De hecho, a su abuelo Rafael Bonald, que era qu¨ªmico farmac¨¦utico, s¨®lo lo vio levantado "los jueves, y no todos". El resto del tiempo permanec¨ªa en la cama, recostado en unos almohadones, leyendo libros, fumando un puro detr¨¢s de otro y bebiendo pausadamente ginebra con albahaca y vino oloroso de Jerez.
Los ciudadanos van a las urnas y a los debates cuando la democracia lo pide
Rajoy hablar¨¢ de la ni?a hasta el final de la campa?a, est¨¢ en su cabeza...
-Yo miraba al abuelo desde la puerta de su habitaci¨®n y a veces ¨¦l tambi¨¦n me miraba con una especie de altanero desinter¨¦s.
Esa mirada mutua, entre la curiosidad y el desinter¨¦s fingido, puede reflejar tambi¨¦n la relaci¨®n entre la pol¨ªtica y los ciudadanos desde que, una vez superados los sobresaltos de la transici¨®n, la democracia se instal¨® para quedarse. La recuperaci¨®n de los debates ha venido a recordar que, en contra de ese lugar com¨²n que habla del divorcio entre la clase pol¨ªtica y los ciudadanos, ¨¦stos est¨¢n cuando se les convoca.
Estuvieron -en la calle- cuando el Gobierno anterior desoy¨® el clamor en contra de la guerra de Irak. Y estuvieron -en las urnas- cuando les oli¨® a chamusquina la gesti¨®n que del atentado del 11-M hizo el Gobierno de Aznar. Y tambi¨¦n est¨¢n ahora, cuando los debates -aun con sus carencias- han otorgado verosimilitud a la campa?a electoral, reducida en los ¨²ltimos a?os a una sucesi¨®n de m¨ªtines paralelos, promesas y acusaciones incapaces de confrontar.
El primer debate fue visto por m¨¢s de 13 millones de personas, y el segundo por 12 millones. Hubo un momento -aquel en que Zapatero utiliz¨® las mismas armas de Rajoy para hablar del terrorismo- en que casi 22 millones de ciudadanos estuvieron pendientes del televisor. Si a esta cifra se a?ade la de los que escucharon a Zapatero y a Rajoy por la radio, los que vieron fragmentos del debate durante el d¨ªa de ayer en los telediarios y los que, tambi¨¦n en masa, se siguen acercando a lo que dio de s¨ª el duelo a trav¨¦s de Internet y los peri¨®dicos, queda demostrado que los ciudadanos -como el abuelo de Caballero Bonald- han podido estar a veces acostados, pero nunca dormidos. A los ciudadanos les sigue interesando la pol¨ªtica, aunque s¨®lo sea "los jueves, y no todos".
El debate del lunes tambi¨¦n sirvi¨® para dar por clausurada la campa?a. Todav¨ªa quedan algunos m¨ªtines, algunas entrevistas, tal vez alguna promesa y seguro que alguna metedura de pata, pero ser¨¢ dif¨ªcil que ning¨²n intento supere lo visto la noche del lunes.
Un Rajoy de apariencia cansada admiti¨® ayer -algo nunca visto- que tal vez no debi¨® meterse en la discusi¨®n sobre la guerra de Irak que le propuso Zapatero. Aunque unas horas despu¨¦s -y esto s¨ª est¨¢ m¨¢s visto- le quit¨® importancia a su error: "Lo de Irak no quita un solo voto".
En su partido no est¨¢n tan seguros. Otra cosa es que lo digan abiertamente. Aunque casi. La misma noche del debate, y en la sede del PP, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, intent¨® explicar ante las c¨¢maras el triunfo de Rajoy sobre Zapatero. Pero, aunque sin despegar la sonrisa de su rostro, su disertaci¨®n trat¨® de todo lo que Rajoy deber¨ªa haberle dicho a Zapatero y no le dijo. Fue una de esas veces en que, pese a las tablas pol¨ªticas del protagonista, el telespectador se da cuenta de que el gesto va por un lado y las palabras por otro. Un efecto muy parecido al de una pel¨ªcula mal doblada. Esperanza Aguirre -cuyo futuro pol¨ªtico depende en buena medida del fracaso de Rajoy- parec¨ªa estar diciendo: no se preocupen, que dentro de cuatro a?os ser¨¦ yo la que le cante las cuarenta a Zapatero.
Anoche, en Vigo, y pese a la guasa general, Rajoy se mantuvo erre que erre. Dijo: "Hablar¨¦ de la ni?a hasta el final de la campa?a".
Sin duda, est¨¢ en su cabeza...
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