R¨¦cords preol¨ªmpicos
Quienes creen que las reputaciones art¨ªsticas se mantienen in aet¨¦rnum har¨ªan bien en recordar el papel de algunos fren¨¦ticos marchantes, comisarios y coleccionistas que, investidos de la autoridad espuria que otorga el star system, alimentaron durante las ¨²ltimas d¨¦cadas la ansiedad flotante del sobresaturado mercado del arte. Todav¨ªa no est¨¢ claro cu¨¢nto tardar¨¢ el discreto poseedor de un Sandro Chia o un Clemente en desprenderse de ¨¦l, ni si los Schnabel en poder de los nuevos ricos, publicistas y museos (el ?MNCARS!) sobrevivir¨¢n a su propia decadencia material. ?Cu¨¢nto valdr¨¢ dentro de unos a?os un Neo Rauch comprado en la feria de arte m¨¢s cool del mundo? ?Ser¨ªamos capaces de sacudir los cuadros de Barcel¨® sin que se nos caiga una cabeza de animal, una cebolla, al suelo? Y por ¨²ltimo, ?seguir¨¢ estando Eduardo Arroyo tan interesado en s¨ª mismo que nada en el mundo del arte le parezca ya real?
Una encuesta realizada por la revista ArtNews (noviembre de 2007), donde se pregunta a expertos de los cinco continentes qu¨¦ artistas seguir¨¢n teniendo prestigio dentro de cien a?os (Which artists will be famous in 2112?), revela que la transvanguardia italiana ha desaparecido del mapa de las subastas con extraordinaria prontitud; de la pintura alemana sobrevive milagrosamente Anselm Kiefer, y de los espa?oles y n¨®rdicos ni se habla. Entre los asi¨¢ticos, despuntan los japoneses Yoko Ono, Hiroshi Sugimoto y Takashi Murakami; el coreano Nam June Paik, y los chinos Ai Weiwei, Xu Bing y Cai Guo Qiang. Este ¨²ltimo present¨® hace dos semanas en el atrio del Guggenheim de Nueva York una gran instalaci¨®n con las carrocer¨ªas de nueve autom¨®viles colgando del techo a la manera de un big bang. "Probablemente sea la transformaci¨®n art¨ªstica m¨¢s espectacular del espacio de Frank Lloyd Wright que hayamos visto nunca", hab¨ªa sentenciado Thomas Krens, casi ex director del emporio muse¨ªstico.
Las cifras completamente neur¨®ticas alcanzadas en los ¨²ltimos meses en las subastas por las pinturas chinas podr¨ªan tambi¨¦n acabar sepultando definitivamente a sus artistas en la fosa com¨²n de nuestra blanda y amn¨¦sica civilizaci¨®n. En la ¨²ltima sesi¨®n de invierno de arte contempor¨¢neo, las tres salas m¨¢s importantes -Christie's, Sotheby's y Phillips- arrancaron de los talonarios de los connaisseurs un total de 24 millones de libras. La obra Execution (1995), de Yue Minjun, se vendi¨® por seis millones de d¨®lares a un comprador an¨®nimo, la cifra m¨¢s alta alcanzada hasta hoy por la obra de un autor chino; el tr¨ªptico Xiehe Hospital Series (1992), de Zeng Fanzhi, roz¨® los cinco millones y medio. Una serie anterior del mismo artista hab¨ªa sido adquirida hac¨ªa unos meses por Charles Saatchi por un mill¨®n y medio de d¨®lares. El coleccionista neoyorquino Larry Warsh se hizo con Great Criticism: Coca-Cola (1991-1994), de Wang Guangyi, por un 1.800.000 d¨®lares (el mismo cuadro hab¨ªa sido comprado por su t¨ªo, el gran Howard Faber, por 25.000 d¨®lares en 1996). Otro Wang, Mao AO (1988), fue vendido pocos minutos m¨¢s tarde por 4.100.000 d¨®lares.
Durante el pasado a?o, las subastas elevaron hasta un 700% las cotizaciones. Estas ventas crean la propia realidad del arte made in China, al menos durante un tiempo. Sabemos que la inflaci¨®n en el sistema del arte es extrema, pero nunca hasta ahora las grandes fortunas hab¨ªan sido tan fetichistas y poco selectivas. ?Cu¨¢nto durar¨¢ la burbuja? ?Existir¨¢ un mercado secundario para cuando se acabe la moda del arte chino?
Desde finales de los ochenta, China ha tenido un papel relevante en el mercado de la creaci¨®n contempor¨¢nea. El llamado "dinero chino" ha validado su propio arte. Cada mes, cien salas de subastas -que son las que en realidad fijan el canon de qui¨¦n es qui¨¦n- y decenas de galer¨ªas se multiplican por cinco en un pa¨ªs donde no existen colecciones p¨²blicas y donde todo es privado. Los neorricos de Taiw¨¢n, Tailandia, Indonesia y Hong Kong quieren s¨®lo arte asi¨¢tico. Se trata de un mercado que puede vivir independiente del resto. La ansiedad de galeristas, artistas y comisarios por apuntalar sus espacios al margen del nuevo y ambiguo orden chino, controlados de lejos desde los despachos de decisi¨®n burocr¨¢tica y las transnacionales, es evidente.
Tambi¨¦n podr¨ªa darse la situaci¨®n de que el vol¨¢til escenario actual evolucionara hacia algo m¨¢s estable donde el concepto "nuevo arte chino" dejara de ser un eslogan publicitario. La cuesti¨®n es poder consolidar una posici¨®n que sobreviva a la actual locura art¨ªstica ante el riesgo de que desaparezca a partir del 24 de agosto, cuando concluyan los Juegos Ol¨ªmpicos. O en el mejor de los casos despu¨¦s de dos d¨¦cadas, cuando la econom¨ªa asi¨¢tica empiece a mostrar alg¨²n gesto de debilidad. -
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