No hay pat¨¦
No hay pat¨¦. Ayer la charcuter¨ªa cerr¨® a la una y media, con un chirrido horrible de la persiana met¨¢lica. Ya nada hace gracia. El humor es un estorbo, un mueble en medio del pasillo que debe ser retirado por los servicios de urgencias. El desescombro es general.
Iba a ir a la tienda a por este pat¨¦ alguna de las ni?as-flor que han aparecido en la campa?a y que han estado correteando por las calles de nuestros barrios, cual simp¨¢ticas Caperucitas de visita a la abuelita enferma (?Espa?a?). La Caperucita de Rajoy, por ejemplo, una ni?a que mira confiada al futuro y no entiende de pasados sombr¨ªos. El gui¨®n era flojito, pero ganaba interpretado por un hombre en el cual la campechan¨ªa y el sufrimiento se combinan en proporciones muy exactas. Pero ayer, ay, la ni?a de sus ojos se hizo vieja de un mazazo. El pa¨ªs est¨¢ habitado por lobos que matan en nombre de supuraciones mentales tomadas por ideas pol¨ªticas. Y si la ni?a se llama Victoria o Victoria Esperanza no parece ahora m¨¢s que lo que nunca ha dejado de ser: un chiste mal¨ªsimo.
Tambi¨¦n hubiera podido ir a por provisiones de higadillos trinchados la "ni?a de Felipe", como se autobautiz¨® Carme Chac¨®n. Luego, en TV-3, se convirti¨® por arte de Fr¨¦goli en una espl¨¦ndida "ni?a de Maragall" cuando se neg¨® a comentar qu¨¦ le parec¨ªa que el ex presidente hubiera recomendado votar en blanco y revel¨® que la primera vez que le bes¨® fue siendo ella voluntaria ol¨ªmpica, una ni?a de la Barcelona optimista. Pero lleg¨® el horror y mand¨® parar el relato.
Tambi¨¦n hubiera podido ser objeto de este pat¨¦ la ni?a Independencia de Esquerra Republicana, que late en lo m¨¢s profundo de Catalu?a, y que a cada cu?a radiof¨®nica descuenta 20 segundos para venir a este mundo a anunciarnos la buena nueva. Y hubiera podido seguir por la ni?a liberada y proabortista de Iniciativa, o por la ni?a recatada de CiU, que insiste en ser respetada antes de saber si alguien la pretende y con qu¨¦ intenciones. Y ya puestos, hasta podr¨ªan aparecer unas ni?as d¨ªscolas que atienden por el nombre de Encuestas Andorranas, que han puesto en jaque a una ley electoral desbordada por la realidad.
En fin, el mundo est¨¢ lleno de ni?as. Pero ayer se esfumaron todas. Quedaron en pie, solas en medio de la escena inmensa, dos mujeres destrozadas junto al cuerpo sin vida de un hombre. Un gui¨®n que eclipsa a cualquier otro. Hoy, adem¨¢s, es el d¨ªa de la dignidad de la mujer trabajadora, una circunstancia que a?ade grandeza a las dos figuras y cubre de miseria a quienes las han golpeado de forma tan vil.
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