Caraculebra
Fue curioso escuchar al inefable Hugo Ch¨¢vez hablar de "Causus bellis" (sic). El latinajo incorrecto a?ad¨ªa a sus amenazas un plus de irrealidad y chaladura. Es obvio que la matanza de 16 guerrilleros, o terroristas, de las FARC colombianas en territorio ecuatoriano no deber¨ªa ser causus bellis con Venezuela, ni siquiera casus belli. Pero tambi¨¦n es verdad que la tragedia puede enmascararse con apariencias grotescas.
Al d¨ªa siguiente de la irrupci¨®n del causus bellis circul¨¢bamos en la camioneta de Ambrosio, transportista ecuatoriano, diez a?os ya en Espa?a, seis de ellos como cocinero y los ¨²ltimos cuatro al volante de su camioneta. Le habl¨¦ del causus bellis: "?Se ha enterado de que su presidente Correa est¨¢ rabioso, y Ch¨¢vez tambi¨¦n, y a lo peor se montan una guerra con Colombia?". La noticia interes¨® a Ambrosio: "Ah, s¨ª, algo me dijeron, pero como estaba trabajando... ?qu¨¦ pas¨® exactamente?".
En estos diez a?os Ambrosio ha viajado s¨®lo dos veces a su Guayaquil natal; all¨ª cuando le oyen hablar le dicen: "Tiene usted un acento un poco raro, ?de d¨®nde es?". Pero no se lamenta: tiene aqu¨ª casa, ha formado familia, un trabajo con futuro, y como creyente de una Iglesia evang¨¦lica, de la que a la que te descuidas te hace proselitismo, le ampara la fe. Eso le da a su rostro redondo, de marcados rasgos raciales, la serenidad del que procura portarse bien y no teme al abismo de la eternidad.
?Y c¨®mo es Guayaquil? "El para¨ªso, aunque los pobres son muy pobres y los ricos, muy ricos y hay m¨¢s violencia... All¨ª todo el mundo se trata de usted; a los ni?os se les ense?a a respetar a las maestras; les decimos que la maestra es su segunda madre...".
Ambrosio me pregunt¨®: "?Usted es escritor? ?Ya ha escrito sobre el principio del mundo, sobre por qu¨¦ estamos aqu¨ª?". Le dije: no, eso ya est¨¢ escrito: en el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios...
Circul¨¢bamos por la Ronda de Dalt y Ambrosio me dijo: "En Guayaquil tambi¨¦n tenemos un cintur¨®n como ¨¦ste alrededor de la ciudad. Se llama La Perimetral, aunque all¨ª lo llamamos La Perimortal, porque all¨ª por la noche no hay quien se aventure, suelen aparecer cad¨¢veres entre los alrededores boscosos. Ladrones, por lo com¨²n...".
"All¨ª una ma?ana encontraron a un ladr¨®n de mi barrio, un hombre muy alto, que violaba y robaba a las mujeres. Con los hombres, si no eran muy flojos, no se atrev¨ªa. Le llamaban Caraculebra. Arrancaba el collar a las mujeres, y si no era de oro, encima se lo arrojaba a la cara, con rabia".
"Un d¨ªa vinieron a buscarlo a su esquina, le metieron en un coche, y all¨ª le dir¨ªan: ?Usted es muy malo, verdad? Usted la toma con las muchachas, usted no quiere enmendarse. Le fueron arrancando algunos dedos, clav¨¢ndole agujas en otros... Luego lo ultimaron y lo arrojaron en La Perimortal".
"?Qui¨¦n lo har¨ªa? La polic¨ªa, no creo: all¨ª no es como aqu¨ª, que se investigan todos los cr¨ªmenes. All¨ª si no les pagas no hacen nada...".
"Por eso aparecen personajes como Jaime Toral Zalamea. ?Usted no oy¨® hablar de Jaime Toral Zalamea? ?No?".
"Es un abogado turbio que yo creo que lleva alguna muerte sobre la conciencia. Quer¨ªa ser pol¨ªtico. Se hizo muy conocido porque cuando le daban chivatazo de que en tal esquina hay un ladr¨®n, se aparec¨ªa con un todoterreno grande como un tanque, lleno de sus enormes guardaespaldas negros, armados hasta los dientes. Deten¨ªa al ladr¨®n, se lo ense?aba a los periodistas y luego lo entregaba a la polic¨ªa".
"Me dicen que Jaime Toral Zalamea ya no hace el mal. Creo que se hizo evang¨¦lico y se ha reformado".
Le dije a Ambrosio que me gustaba el nombre de Jaime Toral Zalamea, tan sonoro, y que cuando llegase a casa mirar¨ªa en Internet a ver si aparece.
He encontrado en Internet varias noticias y fotos suyas: es un hombre de una catadura grosera, uno de esos de los que se dice que su sola cara ya es delito. Pero de reformado y evang¨¦lico, parece que nada, porque acaban de volver a meterlo entre rejas.
En cuanto al causus belli, puede ser un pavoroso terremoto, pero si Dios quiere se quedar¨¢ en temblorcito.
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