Triunfo de la mezcla
La gala en el Teatro Real de Madrid por el D¨ªa Internacional de la Mujer fue un mano a mano entre Mar¨ªa Pag¨¦s y Tamara Rojo: flamenco esc¨¦nico y ballet altern¨¢ndose en n¨²meros de gran efecto.
Pag¨¦s ha pulimentado los factores de su estilo personal con un fraseo axial potente, evocador y que se enroca sobre s¨ª hasta el l¨ªmite del dibujo, atenuando potencia, buscando continuidad. Sus solos resultan as¨ª equilibrados, lo que hoy d¨ªa es de agradecer. Especialmente conmueve su Nanas de la cebolla e impacta la modernidad con serio peso de sus Tientos al atardecer.
Tamara Rojo mostr¨® en La Esmeralda su portentosa capacidad de giros, equilibrios y otras combinaciones, pero derivadas peligrosamente a una espectacularidad f¨¢cil, de concesi¨®n ballet¨®mana in¨²til (es una gran artista, no necesita de eso), hasta el punto de descuidar la musicalidad por dar otra vuelta de tuerca. A veces falla su concentraci¨®n en el estilo, la importancia de respetar los acentos en m¨²sica, parte esencial del dibujo cor¨¦utico.
Intensidad
Antes hab¨ªa hecho una l¨ªrica Tha?s (coreograf¨ªa de Roland Petit) y despu¨¦s unos intensos y algo m¨¢s convincentes Cinco valses de Brahms al modo de Isadora Duncan (creados por Frederick Ashton, aunque no se le den cr¨¦ditos). Ashton lo empez¨® en 1970 con sus recuerdos de haber visto a Isadora en 1921 en el Pr¨ªncipe de Gales de Londres y usando las anotaciones de Marie Rambert, y hall¨® en Lynn Seymour la int¨¦rprete ideal, que lo estren¨® en 1975. El resto del entramado pl¨¢stico lo consigui¨® con las fotos de Edward Steichen y Arnold Genthe. Lucy Burge lo recre¨® en 1986 y dec¨ªa que Ashton recomendaba a sus bailarinas ir a las im¨¢genes de anta?o, hacia el "entusiasmo amateur" de la Duncan. Rojo se refugia en la cuerda ballet¨ªstica, aunque la intenci¨®n din¨¢mica debe ser hacia otra est¨¦tica.
El mejor de la velada fue, sin duda, Federico Bonelli, italiano del Royal Ballet de Londres, que apenas con sus partes en el pas de deux de La Esmeralda se mostr¨® todo musicalidad, detallismo, y sobre todo, una l¨ªnea corporal espl¨¦ndida. La duda surge sobre la versi¨®n bailada. A todas luces es una mezcla inconsistente y espuria del material de la ?pera de Par¨ªs y de la redacci¨®n evocativa de Vaganova hecha por Ben Stevenson, pues se trata de las trazas recompuestas por Marius Petipa en San Petersburgo en 1886, am¨¦n del paso del tiempo y del poso de una t¨¦cnica de la que Rojo es una hermosa tentaci¨®n.
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