Diecis¨¦is segundos de decencia
El Athletic constituye una excepci¨®n que, a su vez, est¨¢ compuesta de muchas excepciones. La singularidad, tambi¨¦n en el deporte, es atractiva y aporta un valor a?adido. Salvo cuando la diferencia se construye a costa de cerrar los ojos y los o¨ªdos al crimen y la indignidad.
Alg¨²n dispositivo moral falla cuando, en un pa¨ªs donde se mata por motivos pol¨ªticos desde hace medio siglo, hay que esperar cincuenta a?os y ochocientos y pico muertos para que en un estadio se intente guardar un minuto de silencio en solidaridad con una v¨ªctima de ETA. Para no ser injustos, hay que precisar que gran parte de la sociedad vasca se ha ido sacudiendo la indiferencia, que es la hija bastarda del miedo, ante los cr¨ªmenes de la organizaci¨®n terrorista. Sin embargo, quedaban (quedan) reductos donde la expresi¨®n del rechazo a la violencia pol¨ªtica se emboza para tener la fiesta en paz. Como en San Mam¨¦s.
En toda la temporada, el brasile?o y el franc¨¦s han hecho la pared en una ocasi¨®n
Las sucesivas directivas del Athletic han elaborado una amplia teorizaci¨®n sobre la conveniencia de preservar a la masa social del club del convulso entorno pol¨ªtico circundante. Parec¨ªa que reconocer la pluralidad de credos de los socios y aficionados supon¨ªa un menoscabo del respaldo com¨²n a los colores rojiblancos. "No hay que mezclar f¨²tbol y pol¨ªtica", fue la excusa en 1998 para no condenar en silencio los asesinatos en Sevilla del concejal del PP Alberto Jim¨¦nez-Becerril y su esposa. Al presidente que la opuso se le olvidaba que en 1978, antes de un Athletic-Atl¨¦tico de Madrid, se hab¨ªa hecho con el dirigente de ETA Jos¨¦ Miguel Be?ar¨¢n, Argala, y que en 1984, en un Athletic-Real Sociedad, ambos equipos saltaron al campo portando una ikurri?a con cresp¨®n negro debido al asesinato del dirigente de HB Santiago Brouard.
Llevar al c¨¦sped la celebraci¨®n del Aberri Eguna, el D¨ªa de la Patria de los nacionalistas, o la reivindicaci¨®n de las selecciones nacionales de Euskadi, Catalu?a y Galicia no era mezclar f¨²tbol y pol¨ªtica. Y tampoco ha importado demasiado que una determinada pol¨ªtica, la que representan los sectores del mundo de Batasuna que se juntan en el Fondo Norte y la Tribuna Sur, se haya hecho presente, partido tras partido, con sus gritos, pancartas y banderas. Para no alterar la paz del estadio, se les ha permitido durante a?os que la fiesta la disfrutaran s¨®lo ellos ante la conformidad, m¨¢s o menos cabreada, del resto de los socios.
El pasado domingo, dicen que por indicaci¨®n de la Liga de F¨²tbol Profesional, la directiva de Fernando Garc¨ªa Macua decidi¨® romper el tab¨². Por primera vez, se intent¨® que San Mam¨¦s rindiera respeto al ¨²ltimo asesinado por ETA, Isa¨ªas Carrasco. Sucedi¨® lo que era esperable. El espejismo mantenido contra toda evidencia se desvaneci¨® en San Mam¨¦s y en las gradas qued¨® representada la tr¨¢gica quiebra de la sociedad vasca: una extensa mayor¨ªa cuyas diversas creencias no les impiden solidarizarse con el dolor de una familia, y una minor¨ªa, m¨¢s amplia que lo deseable, que s¨®lo siente el sufrimiento de los suyos y jalea sin embozo a los asesinos.
Al final, apenas hubo silencio y el minuto no dur¨® m¨¢s all¨¢ de diecis¨¦is segundos. Pero nunca la mayor¨ªa que call¨® result¨® m¨¢s digna y la minor¨ªa que berre¨® qued¨® mejor retratada. Fue un hito en la historia de un club tan preso de la historia como el Athletic, un paso adelante que ya no tiene vuelta atr¨¢s. Desde el domingo, San Mam¨¦s es menos distinto que antes, pero infinitamente m¨¢s decente.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.