El suelo de Rajoy
De las elecciones del domingo pasado sali¨® un suelo remozado. Un terreno construido por los diez millones largos de espa?oles que votaron al PP como una sola persona (por qu¨¦ diablos habr¨¢ que seguir diciendo como un solo hombre). Peri¨®dicos y televisiones han mostrado mapas coloreados de azul intenso en los que se resalta el avance popular, desde Ferrol hasta el cabo de Gata, mientras la zona roja queda (aparentemente) partida en cachos por las esquinas de Espa?a: una pizca de Le¨®n-Asturias, un trozo vasco, el basti¨®n catalano-aragon¨¦s, m¨¢s el ¨¢rea extreme?a-andaluza o las Canarias.
?Qu¨¦ suelo, el del PP! Envidiable para otros partidos, de apoyos m¨¢s volubles. Pues bien, apenas terminado el escrutinio, algunos del c¨ªrculo popular ya estaban pidiendo la cabeza de Mariano Rajoy. Olvidando de un plumazo lo que hab¨ªa bregado. Y todo porque en vez de ganar, simplemente hab¨ªa dejado el suelo listo para la siguiente refriega. Dos veces se hab¨ªa fajado con Zapatero ante veintitantos millones de espectadores, paseando a su ni?a, reprochando al osado jefe del Gobierno las negociaciones con ETA, sus tonteos con los estatutos de autonom¨ªa, con la memoria de los republicanos muertos en la Guerra Civil..., en fin, con todas esas cosas que "no importan a nadie". Pues all¨ª estaba Rajoy en la noche del domingo, tratando de hacerse o¨ªr desde un balc¨®n-andamio bastante m¨¢s fr¨¢gil que su suelo electoral, creyendo que todos los que ten¨ªa al pie se refer¨ªan a Zapatero cuando gritaban "?dimisi¨®n, dimisi¨®n!".
Albore¨® el lunes y arreciaron los alfanjes. Amaneci¨® el martes y la ofensiva sigui¨®. Uno de los participantes en el cuchilleo escribi¨® su contento por ver al PP libre de "socialdem¨®cratas". Pobre Rajoy; ¨¦l, que se hab¨ªa cansado de decir lo previsible que es, lo f¨¢cil que resulta saber lo que piensa, tildado de socialdem¨®crata. Hab¨ªa quedado estupendo el suelo de los 10 millones de votos, pero quer¨ªan mandarle a casa con 52 a?os (qu¨¦ b¨¢rbaro, c¨®mo cunden las prejubilaciones). No se ha dejado.
Tiempos aquellos, cuando 10 millones de votos daban para espl¨¦ndidas mayor¨ªas absolutas (Felipe Gonz¨¢lez, 1982). Hoy s¨®lo permiten ser el segund¨®n. Y como el sistema electoral ahoga a las terceras v¨ªas (al CDS de Adolfo Su¨¢rez, ayer; a IU, hoy; y ma?ana a la UPyD de Rosa D¨ªez, si el sistema no cambia), todo conspira a favor del enfrentamiento maniqueo PSOE-PP. Por eso, la solidez del suelo es lo que importa. Pena de tarima popular, ya toda rayada en cosa de d¨ªas. -
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