Un campe¨®n nacido de la violencia
Al padre de Rigoberto Ur¨¢n lo mataron en Colombia, v¨ªctima de la guerra sucia
En los a?os ochenta y noventa, la violencia ligada al narcotr¨¢fico, a las andanzas de Pablo Escobar, contaminaron Medell¨ªn, la segunda ciudad de Colombia. "El secuestro y el asesinato", cuenta Matt Rendell en Reyes de la monta?a, una historia del ciclismo colombiano, "se convirtieron en instrumentos cotidianos. Una generaci¨®n de adolescentes nihilistas se resignaron a morir j¨®venes de una muerte violenta".
En ese Medell¨ªn legendario a los reci¨¦n nacidos les pon¨ªan nombres como Marlon. Por Brando, mito en los a?os setenta por su encarnaci¨®n de un boss mafioso. "Por El Padrino, por supuesto", sonr¨ªe Marlon P¨¦rez, nacido en enero de 1976; "mi pap¨¢ era un fan¨¢tico de la pel¨ªcula, de don Corleone". No lejos de ese Medell¨ªn, donde, a?os m¨¢s tarde, a la violencia ligada al narcotr¨¢fico le hab¨ªa sucedido su hija m¨¢s bastarda, la violencia de la guerra sucia entre la guerrilla y los paramilitares, asesinaron a Rigoberto Ur¨¢n de varios tiros en una calle de Urrao, peque?o n¨²cleo rural. "Fue en 2001. Mi pap¨¢ ten¨ªa 52 a?os. Lo mat¨® la violencia. Era una ¨¦poca dif¨ªcil", dice su hijo, tambi¨¦n Rigoberto Ur¨¢n; "yo ten¨ªa 14 a?os y para sacar adelante a mi madre y mi hermana tuve que coger el trabajo de mi padre, vender cupones de loter¨ªa por la calle".
"Yo ten¨ªa 14 a?os y tuve que coger el trabajo de mi padre, vendedor de loter¨ªa"
"Gan¨¦ mi primera carrera, una crono, vestido de calle. No sab¨ªa lo que era"
Llevando la contraria al ambiente que los arrastraba a una vida corta e inevitablemente violenta, Marlon y Rigoberto se convirtieron en ciclistas. El destino los ha reunido no en un barrio de chabolas de Medell¨ªn con una metralleta bajo el brazo, sino en un desnudo apartamento en Pamplona, donde comparten su vida, sus sue?os, sus ilusiones, armados de una Pinarello Prince de carbono, roja y negra, los colores de su equipo, el Caisse d'?pargne.
Marlon, de 32 a?os, hace de hermano mayor. "En cuanto vi a Rigo supe que era muy bueno", cuenta mientras sorbe un caf¨¦, de Colombia, por supuesto, en el sal¨®n de su piso: un mueble para el televisor, que emite una carrera ciclista; una mesita de caf¨¦ sobre la que descansan un ordenador port¨¢til y su webcam, imprescindibles para manejarse con el Skype, un DVD de Lawrence de Arabia. "Hab¨ªa mejorado todos mis tiempos en la pista". Y Marlon no es un cualquiera: en 1994, con 18 a?os, se proclam¨® campe¨®n mundial juvenil de puntuaci¨®n. "As¨ª que hace un par de a?os, cuando estaba en el Tenax, italiano, los convenc¨ª para que lo ficharan".
Rigoberto, Rigo, en efecto, era muy bueno. De la estirpe de Mart¨ªn Cochise Rodr¨ªguez y Santiago Botero, otros dos hist¨®ricos de la escuela de Medell¨ªn que combinaban las virtudes de los grandes rodadores, educados en el vel¨®dromo, con las de respetables escaladores, escarabajos. Rigo, como ellos, era especial. Y lo supo enseguida.
"Empec¨¦ a salir en bicicleta a los 14 a?os. Sal¨ªa con mi padre, que era un gran aficionado, en una bici que me hab¨ªa regalado mi t¨ªo", dice Ur¨¢n, de 21 a?os; "mi primera carrera fue una contrarreloj. Yo no sab¨ªa qu¨¦ era eso, pero me dijeron que pedaleara hasta que llegara adonde hab¨ªa m¨¢s gente. Gan¨¦ a todos, y eso que a¨²n vest¨ªa ropa de calle. No ten¨ªa para ropa de deporte. Tres meses m¨¢s tarde mataron a mi pap¨¢".
El d¨ªa no ten¨ªa horas suficientes para Ur¨¢n, 14 a?os, que trabajaba en la calle, se entrenaba en la calle y estudiaba en el colegio. "Empec¨¦ a destacar y me fui a Medell¨ªn, al Orgullo Paisa", dice. All¨ª se convirti¨® en el orgullo del ciclismo de Antioquia, en el mejor: "Gan¨¦ cinco medallas en el Panamericano de pista. Destacaba en todo, pero necesitaba dinero. El problema era que hasta los 18 a?os no me pod¨ªa pagar. Pero habl¨¦ con los dirigentes y a los 17 me hice profesional. As¨ª pude pagar el arreglo de la casa de mi madre". A los 19, siguiendo la senda de Marlon, emigr¨® a Italia, donde empez¨® a vivir de alquiler. "Y a los dos meses me mandaron a una carrera a B¨¦lgica, al pav¨¦s, y me romp¨ª la clav¨ªcula. Pero, pese a todo, a final de a?o, el Unibet pag¨® mi cl¨¢usula y me fich¨®". En el equipo belga llegaron las victorias -una etapa contrarreloj en la Bicicleta Vasca, una etapa en la Vuelta a Suiza- y continuaron las ca¨ªdas. En la Vuelta a Alemania pasada se rompi¨® los dos codos y la mu?eca izquierda. A¨²n se est¨¢ recuperando. "Despu¨¦s de eso, me habr¨ªa vuelto a casa", dice Marlon. "Yo, nunca", se reafirma el joven, que, tras la disoluci¨®n del Unibet, fich¨® por el equipo navarro, donde recomend¨® a Marlon. "Yo tengo muy claros mis objetivos. Necesito las victorias, las necesito. Hay que aprovechar el momento: no soy capaz de ir tranquilo, tranquilo".
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