'La era de las turbulencias'
Bush se acord¨® la pasada semana de la libertad de mercado como m¨¦todo de lucha contra la recesi¨®n. Lo hac¨ªa despu¨¦s de instrumentar un plan de est¨ªmulo a la econom¨ªa de un 1% del PIB norteamericano, de contemplar con pasividad la debilidad del d¨®lar para multiplicar sus exportaciones, y de ver c¨®mo la Reserva Federal (Fed) baja una y otra vez el precio del dinero. Los republicanos aplican a la vez medidas fiscales, de tipo de cambio y de tipos de inter¨¦s: un programa t¨ªpicamente keynesiano.
Un d¨ªa antes, la Reserva Federal de Nueva York inyectaba una cantidad indeterminada de dinero al quinto banco de bonos de EE UU, Bear Stearns, ante la posibilidad de que ¨¦ste quebrase por una crisis de liquidez. Bear Stearn fue la primera entidad que admiti¨®, hace ya m¨¢s de medio a?o, que varios de sus fondos de alto riesgo (hedge funds) estaban al borde de la liquidaci¨®n por la p¨¦rdida de valor de sus activos vinculados a las hipotecas subprime. Con esta respiraci¨®n asistida aplicada por la Fed se rompe una vez m¨¢s la hermosa teor¨ªa del riesgo moral y de que cada palo aguante su vela, tan querida por los neoliberales... para los dem¨¢s.
Los republicanos impulsan a la vez medidas fiscales, de tipo de cambio y de tipos de inter¨¦s: un programa keynesiano
Con esta respiraci¨®n asistida aplicada por la Reserva Federal se rompe otra vez la hermosa teor¨ªa del riesgo moral
Ben Bernanke, presidente de la Fed, ya tiene su propia intervenci¨®n. Como la tuvo Alan Greenspan en 1998, cuando la Fed tuvo que liderar a un consorcio de 15 entidades bancarias para que librasen de la quiebra al fondo especulativo Long Term Capital Management (LTCM). Antes de esa intervenci¨®n cundi¨® el p¨¢nico; en el mercado se extendi¨® la idea de que el colapso de LTCM, junto con una incipiente contracci¨®n de las condiciones crediticias, introduc¨ªan un riesgo sist¨¦mico.
Si se obligaba a LTCM a liquidar su cartera, como propon¨ªan los analistas m¨¢s liberales, se producir¨ªan m¨¢s quiebras entre los financiadores (otras instituciones financieras) que podr¨ªan contagiar al sistema en su conjunto. Ante esa posibilidad, la Fed de Nueva York intervino.
El diario USA Today dec¨ªa entonces en un editorial que "una empresa privada dise?ada por millonarios [deb¨ªa] ser salvada por un plan que cont¨® con la mediaci¨®n y el respaldo de una organizaci¨®n gubernamental federal". El libertario Alan Greenspan (as¨ª se define a s¨ª mismo), presidente de la Fed en 1998, lo cuenta en sus memorias de reciente aparici¨®n (La era de las turbulencias. Ediciones B): "Por lo com¨²n, a una empresa que cometa una pifia fatal habr¨ªa que dejarla estrellarse. Pero los mercados ya estaban espantados y asustadizos; a Bill McDonough [presidente de la Fed de Nueva York] le preocupaba que si una compa?¨ªa del tama?o de LTCM ten¨ªa que vender a la baja sus activos en el mercado, los precios se hundir¨ªan. Eso pondr¨ªa en marcha una reacci¨®n en cadena que llevar¨ªa a la bancarrota a otras firmas. De modo que, cuando llam¨® para comunicarme que hab¨ªa decidido intervenir, la idea no me hizo gracia, pero no pude discrepar".
Es muy sugerente que las memorias de Greenspan se puedan leer en esta coyuntura de turbulencias. Primero, porque el mito del profesor infalible no resiste el contacto con la realidad: el ex presidente de la Fed es mucho menos de lo que los medios de comunicaci¨®n hemos hecho de ¨¦l. Y a continuaci¨®n, porque en sus p¨¢ginas se refleja esa contradicci¨®n entre una ideolog¨ªa liberal radical (Greenspan se declara seguidor de la escritora Ayn Rand, partidaria del individualismo como ego¨ªsmo ilustrado) a la que tambi¨¦n se ha de aplicar la teor¨ªa de la destrucci¨®n creativa de Schumpeter, tan querida por Greenspan. El gran problema inherente al capitalismo de nuestros d¨ªas es el de que la destrucci¨®n creativa sea vista cada vez m¨¢s a menudo, y por much¨ªsimos ciudadanos, como mera destrucci¨®n.
En L>a era de las turbulencias, Greenspan acaba confront¨¢ndose con un correligionario, al que no reconoce como tal: el ex primer ministro liberal franc¨¦s, Edouard Balladur, que en un soliloquio se pregunt¨®: "?Qu¨¦ es el mercado? Es la ley de la selva, la ley de la naturaleza. ?Y qu¨¦ es la civilizaci¨®n? Es la lucha contra la naturaleza".
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