Pico o pala
Los mensajes del PP en campa?a se centraron en problemas que tienen en Galicia menor incidencia
Se constata, una vez m¨¢s, que para resumir los resultados de unas elecciones generales pocas frases hay mejores que la que Sergio Leone pone en labios de Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo: "El mundo se divide en dos categor¨ªas: los que tienen el revolver cargado y los que cavan". Al PP, en relaci¨®n con el gobierno de Espa?a, y al igual que en 2004, le ha tocado cavar. Como le toc¨® cavar hace tres a?os en Galicia, d¨®nde el duelo estatal ofrece (como ha sido destacado en estas mismas p¨¢ginas a lo largo de la ¨²ltima semana) un resultado singular: a diferencia de lo ocurrido en el resto de las Comunidades Aut¨®nomas , la nuestra es una de las pocas en las que el PP, pese a continuar siendo la fuerza mayoritaria, baja en porcentaje y en n¨²mero de votos respecto de las generales de 2004; y la ¨²nica en la que la subida socialista apenas se cimenta en la absorci¨®n del voto nacionalista de izquierdas, que aqu¨ª se mantiene. Un resultado que, obviamente, refuerza al bipartito... siempre y cuando su lectura se haga considerando que el duelo de las generales no fue m¨¢s que un episodio en el desarrollo de la trama de nuestro particular trielo; y que el electorado en Galicia no ejercita el voto dual, esto es, no var¨ªa el sentido del voto en funci¨®n de cu¨¢l sea el proceso electoral en el que se ejerce. Hip¨®tesis esta ¨²ltima que desmiente ya a primera vista una simple ojeada comparativa a los resultados por municipios (en especial los medianos y grandes) en los distintos procesos electorales.
Curiosa (y parad¨®jicamente), tanto el bipartito como la oposici¨®n han ca¨ªdo en la tentaci¨®n de explicar los resultados en Galicia como consecuencia de la titularidad del gobierno auton¨®mico. Sin embargo, no es un argumento que explique c¨®mo es que el PP pudo incrementar en estas mismas elecciones y respecto de las ¨²ltimas generales sus apoyos en muchas de las CCAA que no gobierna (Andaluc¨ªa, Castilla La Mancha, e incluso Catalu?a); ni deja en muy buen lugar a quienes est¨¢n en el gobierno auton¨®mico, pues su subida resulta menor que la experimentada por el PSOE en otras Comunidades que tambi¨¦n gobierna (Catalu?a, Asturias); e irrisorio en comparaci¨®n con el apoyo que el PP obtiene en alguna de las regiones que preside (Murcia o Valencia).
Si nos abstraemos de la variable "qui¨¦n gobierna la Comunidad Aut¨®noma" y consideramos que la gente vota en cada elecci¨®n en funci¨®n del gobierno que efectivamente elige y de las propuestas que para esa elecci¨®n concreta presenta cada partido, s¨ª es posible encontrar una explicaci¨®n que, si no es correcta, al menos tiene la ventaja de ser coherente: el discurso pol¨ªtico del PP result¨® m¨¢s atractivo all¨ª d¨®nde subi¨® en n¨²mero de votos; y menos seductor en los lugares en los que baj¨®.
Pues bien, una vez difuminado el efecto de la situaci¨®n econ¨®mica tras el repaso que Solbes le dio ante media Espa?a a un novato (en estas lides) Pizarro, los mensajes prioritarios del PP en la campa?a se centraron en la emigraci¨®n, la seguridad ciudadana y, en menor medida, en la cuesti¨®n territorial y en la situaci¨®n econ¨®mica. Significativamente, Valencia, Madrid o Murcia (en d¨®nde el PP sube m¨¢s), se encuentran a la cabeza de las CCAA en la tasa de extranjeros residentes (12,88 de cada cien residentes legales son extranjeros en Valencia; 13,41 en Madrid; 12,69 en Murcia); Galicia, en cambio, es de las que tiene una tasa m¨¢s baja (2,56%, lejos de la media espa?ola: 8,67).
Similar posici¨®n ocupamos respecto de las tasas de criminalidad: Murcia, Madrid o Valencia se encuentran a la cabeza, mientras que Galicia, tras la Rioja, es la comunidad con menor n¨²mero de delitos por cada mil habitantes (27,1), lejos de la media de Espa?a (50,7).
Respecto de la situaci¨®n econ¨®mica, los informes constatan que la desaceleraci¨®n se retarda en Galicia como consecuencia de una coyuntural (pronto nos tocar¨¢) menor ralentizaci¨®n de la construcci¨®n.
Y sobre la cuesti¨®n territorial baste recordar la sorpresa con la que muchos gallegos acogieron la declaraci¨®n con la que su paisano candidato salud¨® la propuesta de ense?ar el catal¨¢n en Andaluc¨ªa, cuando hasta la mism¨ªsima Esperanza Aguirre ofrec¨ªa a la Generalitat local en Madrid para tan plausible iniciativa.
Si es correcta la hip¨®tesis de que no ha sido el tener la pala (estar en la oposici¨®n) sino el uso que se la ha dado al pico (el discurso) lo que ha condicionado el singular resultado electoral en Galicia, el desenlace de nuestro particular trielo al sol sigue abierto: en 1989, Fraga obtuvo su primera mayor¨ªa absoluta con el 44,3% de los votos; el PP de Galicia, hace unos d¨ªas, obtuvo el 44,5%.
Veremos, dentro de un a?o, a quien, o a quienes, les toca la pala. Quiz¨¢s dependa, en buena medida, del uso que de aqu¨ª a entonces se le de al pico.
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