Aprobar¨¢s aunque no quieras

¡°Aprobar¨¢s aunque no quieras¡±. Una academia de clases particulares en Madrid utiliza esta original publicidad para anunciarse. Alguien dir¨ªa que ¨¦se es justamente el lema que rige, desde hace d¨¦cadas, la pol¨ªtica educativa en el mayor sistema p¨²blico de educaci¨®n en Estados Unidos, el de la ciudad de Nueva York. Para hacer frente a tasas insoportables de abandono y de fracaso escolar, las autoridades educativas est¨¢n intent¨¢ndolo todo. Con el actual alcalde, las antiguas medidas de castigo a las escuelas de bajo rendimiento dejaron paso a pol¨ªticas de apoyo y de est¨ªmulo dirigidas a profesores y estudiantes de los barrios donde existe el mayor riesgo de exclusi¨®n escolar, que es casi lo mismo que decir de exclusi¨®n social. El ¨²ltimo de estos experimentos, ofrecer a los estudiantes incentivos monetarios ligados al rendimiento, es sin duda el m¨¢s pol¨¦mico, incluso en una sociedad tan identificada con los valores empresariales del ¡°pago por resultados¡±.

El experimento, sin embargo, es parte de una decisi¨®n de mayor envergadura: adaptar a Nueva York los programas de transferencia monetaria condicionada (conocidos por sus siglas en ingl¨¦s, CCT, o conditional cash transfers) que tan buenos resultados vienen dando en los sectores sanitario, educativo y de protecci¨®n social de pa¨ªses como Brasil o M¨¦xico. Se trata de transferir dinero a familias pobres y en riesgo de exclusi¨®n, con la condici¨®n de que env¨ªen y mantengan a sus hijos en la escuela y de que les aseguren atenci¨®n m¨¦dica b¨¢sica (vacunaciones y revisi¨®n pedi¨¢trica). Con ello se fomenta la inclusi¨®n social y se mejora el capital humano de esas familias.

En principio, todo lo que suponga crear condiciones e incentivos para reducir el abandono y el fracaso escolar, y con ello la exclusi¨®n social, merece ser considerado e incluso experimentado. El experimento neoyorquino, al fin y al cabo, no deja de ser una forma de beca de estudios o de premio acad¨¦mico donde se combinan los principios de necesidad -estudiantes desfavorecidos en riesgo de exclusi¨®n- y de m¨¦rito -condicionada a un desempe?o acad¨¦mico m¨ªnimo-. La discusi¨®n est¨¢ en c¨®mo se articula y focaliza un programa de este tipo, a qui¨¦n concretamente se transfiere el dinero (en Am¨¦rica Latina suele ser a las madres de los alumnos), y c¨®mo se establecen las condiciones o, mejor dicho, las corresponsabilidades. No hay pol¨ªticas de talla ¨²nica ni f¨®rmulas m¨¢gicas en esta materia. Lo que pueda funcionar en Nueva York probablemente no funcione bien en ning¨²n otro sitio, a menos que se adapte y refine con cuidado. Pero adem¨¢s de las buenas intenciones, de experimentar y de invertir recursos, es crucial llevar a cabo evaluaciones rigurosas del impacto de todas esas pol¨ªticas y medidas, porque ¨¦sa es la ¨²nica manera de que los pol¨ªticos puedan tomar decisiones bas¨¢ndose en evidencia s¨®lida y no en ocurrencias de moda o en meras ortodoxias ideol¨®gicas. En ese tema, M¨¦xico y Brasil tambi¨¦n van muy por delante de Nueva York y, por cierto, de otros muchos pa¨ªses desarrollados que est¨¢n mirando hacia el sur a la hora de concebir nuevas pol¨ªticas p¨²blicas para hacer frente a la exclusi¨®n de los m¨¢s pobres.

Juan Manuel Moreno es el especialista principal en Educaci¨®n del Banco Mundial