"Es demasiado tarde para frenar el desastre ecol¨®gico"
Despu¨¦s de hablar del viaje a Ir¨¢n que est¨¢ preparando para escribir una serie de reportajes, del cataclismo ecol¨®gico que se cierne sobre la Tierra, del encanto decadente de Venecia devorado por los turistas, de m¨²sica barroca, de las primarias en EE UU y del poder destructor de la fama, la velada con Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) acaba sin abordar un asunto esencial para millones de lectores: el comisario Brunetti, el polic¨ªa veneciano que ha convertido a esta escritora estadounidense afincada en Italia en una de las grandes autoras de novela negra. "Mejor", afirma entre carcajadas.
Al final, de rond¨®n y con la percha del restaurante en el que ha tenido lugar el encuentro, Ciao, un cl¨¢sico de la cocina italiana madrile?a, surge una cuesti¨®n clave para la literatura policiaca europea: ?Qui¨¦n come mejor, Montalbano, el comisario siciliano de Andrea Camilleri, o su Brunetti? Donna Leon duda y, al final, quiz¨¢s influida por la caponata (una especie de pisto de berenjenas t¨ªpico de la isla) que acaba de despachar, se decanta por la competencia, pese a la cantidad de men¨²s apetecibles de los que da cuenta Brunetti en las 16 novelas de la serie.
La popular autora de novela negra intenta esquivar los efectos de la fama
"Aparte del culto que Paola rend¨ªa a Henry James, erigido en Dios tutelar, el inter¨¦s de Chiara por la ecolog¨ªa era lo m¨¢s parecido a una religi¨®n que se daba en la familia", escribe Leon en su ¨²ltima novela, La chica de sus sue?os, que saldr¨¢ en Espa?a este mes de marzo, en una frase que tambi¨¦n puede aplicarse a ella, tanto por James como por la ecolog¨ªa. "No importa", responde tajante al ser preguntada sobre qui¨¦n prefiere que gane las primarias dem¨®cratas, Hillary Clinton o Barack Obama. "Ya es demasiado tarde para frenar el desastre ecol¨®gico, todo lo que leo indica que lo es. Ya da igual qui¨¦n gane", prosigue antes de explicar su lucha diaria en un pa¨ªs cuya conciencia ecol¨®gica cotidiana deja mucho que desear.
Sin embargo, pese a la gravedad de su discurso, Donna Leon es una mujer cercana, ir¨®nica y divertida, que derrocha energ¨ªa. "A causa de mis art¨ªculos en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, en Alemania creen que soy una escritora muy seria, pero no es as¨ª".
Antes de poder retirarse gracias a Brunetti, Leon trabaj¨® como profesora en medio mundo: China, Reino Unido, Suiza, el Ir¨¢n anterior a la revoluci¨®n y Arabia Saud¨ª. Sus recuerdos sobre su estancia en este ¨²ltimo pa¨ªs son, por decirlo sin cargar las tintas, horribles. "Bombardear¨ªa Arabia Saud¨ª, salvando a las mujeres y los ni?os, claro. Bueno, a lo mejor ni eso. Soy estadounidense: me importan un bledo las v¨ªctimas colaterales", afirma, de nuevo, entre carcajadas. Sin embargo, es todo lo contrario: Donna Leon demuestra una constante empat¨ªa, una enorme capacidad para meterse en la piel del otro. Junto a la ecolog¨ªa, el tema en el que se muestra m¨¢s rotunda es su huida de la fama: se niega a ser traducida al italiano porque no quiere ser conocida en el pa¨ªs en el que vive.
A la hora de la despedida, resulta dif¨ªcil volver al tema Brunetti, aunque no a Venecia, donde se instal¨® hace 20 a?os y donde permanece a pesar de las hordas de turistas. "Los que vivimos all¨ª somos capaces de encontrar nuestros rincones, pero esta ciudad es completamente diferente a aquella a la que llegu¨¦. Ya no existe Venecia".
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