A?o mariano
Cuando este Viernes de Pasi¨®n en cientos de feligres¨ªas de Galicia saquen en procesi¨®n al Cristo sangrante y a la Madre Dolorosa, algunos de los que poco creemos en los misterios volveremos la vista como un acto reflejo al pasado 9 de marzo y veremos en el Calvario de la calle G¨¦nova a Cristo crucificado entre los ladrones.
La pol¨ªtica guarda en estas jornadas religiosas ese fervor de ocultas maniobras y pronunciamientos soterrados de los que nunca sabremos toda la verdad, aunque de lo que s¨ª estamos seguros es que qui¨¦n mejor ha encarnado la Dolorosa de este a?o es Elvira Fern¨¢ndez, esposa de Mariano Rajoy, quien, contraria a la santurroner¨ªa pol¨ªtica, abraz¨® la causa y el estern¨®n de su marido y no pudo evitar que los asesores de imagen limpiaran esos ojos turbios de dolor y de rabia que anunciaban que la noche de autos hab¨ªa sido e iba ser pr¨®diga en traiciones.
En aquel momento, Mariano Rajoy supo que su verdadero enemigo no hab¨ªa sido Zapatero
Acostumbrados como estamos a que todo el estamento pol¨ªtico mienta m¨¢s de lo que habla, habituados a la tiran¨ªa de la c¨¢mara y de los gestos a la galer¨ªa, al KO t¨¦cnico por el m¨ªnimo error cometido, a la boca seca, a los micr¨®fonos ocultos, a las corbatas rituales, poco o nada conocemos de los aut¨¦nticos gestos de dolor, angustia o miedo de los contrincantes; poco o nada sabemos de esas c¨¢maras selladas donde dicen que nuestro hombre de Pontevedra segu¨ªa pregunt¨¢ndose a las nueve y pico de la noche de su hundimiento por el resultado de Ourense, como si esa provincia le produjera un poco m¨¢s de dolor si cabe que esa guardia pretoriana que dispuesta estaba a envenenar su dulce fracaso y entregar su cabeza patricia a los cachorros que en la calle segu¨ªan pidiendo la dimisi¨®n de Zapatero.
No s¨¦ muy bien de d¨®nde procede Elvira Fern¨¢ndez, ni me importa, pero todos vimos una cosa real esa noche d¨®nde basta mirar a las primeras damas para adivinar el curso de los acontecimientos m¨¢s all¨¢ del maquillaje de la hora. Hace tiempo que vengo analizando las fotos de Hillary Clinton e incluso en sus expresiones de j¨²bilo hay una histeria profunda, un odio sesgado, una fe pol¨ªtica m¨¢s en su aspiraci¨®n que en la propia democracia. Pero el 9 de marzo todos pudimos ver a la Magdalena-Elvira tratando de enjugar las l¨¢grimas del Cristo, pasando su hisopo sobre las heridas de lanza, abrazando esa ¨²nica causa que una madre de familia a veces sue?a ocultamente para su pareja: m¨¢s que el Palacio de la Moncloa, volver a tomar el aperitivo en la Plaza del Teucro, en Pontevedra, donde su marido acaba de volver a ser nombrado diputado provincial o registrador de la propiedad.
Pero he ah¨ª que pocas veces se cumple el vaticinio de la Magdalena y cuando el perdedor prueba la traici¨®n se hace fuerte y no claudica ante quienes est¨¢n dispuestos a venderle y, en aquel momento, Mariano supo a las claras que su verdadero enemigo no hab¨ªa sido en ning¨²n momento Zapatero sino los propios consejeros y barones que ahora, en el peor momento, saboreaban su entierro pese a que el opositor de Pontevedra pod¨ªa volver a presumir, como en toda su carrera, de haber logrado la mejor nota posible.
"Manca finezza" (falta refinamiento) sol¨ªa decir Giulio Andreotti cuando se refer¨ªa a la pol¨ªtica espa?ola mucho antes de que existieran Acebes, Aguirre y Zaplana. Lo dec¨ªa alguien que se llevar¨¢ a la tumba muchos secretos sobre sus pactos con la Mafia e infamias como el asesinato de Aldo Moro. A Mariano Rajoy, que prob¨® m¨¢s la falta de finura de los suyos que la de Zapatero, le queda una larga traves¨ªa por el desierto declamando una tragedia al modo de Shakespeare: igual que a Hamlet le asaltar¨¢ la duda, la duda de mirarse a s¨ª mismo y ver qui¨¦nes son los fieles que le acompa?an, la duda de cu¨¢ndo llegar¨¢ la hora de la traici¨®n y cu¨¢ndo sentir¨¢ a Elvira abrazarse de nuevo a ¨¦l y pronunciar una dulce venganza: "Vamos, Mariano, es hora de volver a Pontevedra".
Aunque es dif¨ªcil, Elvira, convencer a un hombre que ha participado en mil batallas, que ha visto el hundimiento de buques y ha estado en la guerra de los mundos, de que su sitio est¨¢ al lado de esa ni?a que ¨¦l mismo apadrin¨® ante las c¨¢maras de la televisi¨®n el d¨ªa que volvi¨® a perder contra el contrincante de los ojos azules.
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