Vuelo
"El sol muere en la tarde / y alguien pisa su sombra / larga / como la cola de un fais¨¢n", escribe el poeta y pintor japon¨¦s Yosa Buson (1716-1784), del que se ha publicado una nueva recopilaci¨®n antol¨®gica en castellano con el t¨ªtulo de Alada claridad (Pre-Textos), traducida y prologada por Alberto Silva. Si como pintor, Buson fue un delicado representante de la Escuela Nanga, como poeta, sus hermosos haikus -lleg¨® a componer cerca de 3.000- siguieron la estela espiritual y f¨ªsica del gran Matsuo Bash? (1644-1694). Pero, en todo caso, como apunta Alberto Silva en la introducci¨®n de la peque?a antolog¨ªa que comentamos -consta de 52 haikus-, todos ellos dedicados a las aves, la distinci¨®n estil¨ªstica de estos maestros cobra su mejor perfil a trav¨¦s de la forma en que miran a los p¨¢jaros.
El anhelo humano por volar y, por tanto, en primera instancia, por identificarse con los ¨²nicos seres vivos que espont¨¢neamente lo hacen, ha estado tan arraigado que universalmente ha puesto siempre sus miras m¨¢s esperanzadas en el cielo, que lleva impl¨ªcito el ascenso y la expansi¨®n, aunque sin por ello obviar la posibilidad de la ca¨ªda. En la admiraci¨®n humana por el vuelo de las aves hay, sin embargo, otro matiz muy significativo, que es su incondicionada libertad. Es as¨ª l¨®gico que el imaginario humano se haya concedido alas y, de una u otra manera, no haya cesado de representar el vuelo como su dorado sue?o sobrenatural, incesantemente recomenzado y reformulado. Al fin y al cabo, elevarse por encima de la contingente y aprisionadora realidad sigue siendo hoy casi lo ¨²nico que resta de nuestra pasi¨®n metaf¨ªsica occidental.
La concepci¨®n oriental del vuelo es diferente y tiene, seg¨²n se mire, m¨¢s o menos pretensiones, como, desde luego, as¨ª parece indicarlo la l¨ªrica japonesa. Sus poetas no consideran las aves como seres esencialmente superiores, sino como otra manifestaci¨®n de la naturaleza, de cuya observaci¨®n puede el hombre sacar provechosos r¨¦ditos est¨¦ticos y morales. El primero es orientarse. En este sentido, Buson, tras afirmar "los ermita?os tan s¨®lo / son humanos y las aves / simples aves", puede asimismo decir "el d¨ªa / navega lentamente, / faisanes / posando sobre el puente" o "labra el campo (la nube, / que cre¨ªa estancada, / se ha marchado". Es, pues, la apreciaci¨®n del pasar y su sabia aceptaci¨®n lo que m¨¢s encandila la atenci¨®n de los poetas japoneses cuando contemplan el vuelo de las aves. Tambi¨¦n su estilizada belleza girov¨¢gica, que anima el sutil trazo caligr¨¢fico, el m¨¢s refinadamente sint¨¦tico para expresar la met¨¢fora del vuelo a ras de tierra: la verdadera forma manual con que el hombre se eleva para penetrar en el misterio de una realidad que le excede. "Gansos en vuelo" -anota Buson- / "dibujan una l¨ªnea y la luna / estampa el sello". Y es que cada movimiento, cada visaje, cada trino, toda cambiante contingencia atesoran un sentido, que hay que coger al vuelo. -
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