?Los inmigrantes no existen!
Los inmigrantes no existen. Al menos, a juzgar por las novelas francesas de los ¨²ltimos tiempos. En cambio, las p¨¢ginas de peri¨®dicos y revistas hablan de ellos, sobre todo, cuando se producen dramas y crisis. Es m¨¢s, se habla m¨¢s de los clandestinos que de los inmigrantes establecidos legalmente. Si caracterizamos al escritor como testigo de su ¨¦poca, los escritores franceses de hoy no est¨¢n siendo testigos de la realidad de la inmigraci¨®n.
La primera novela editada sobre el tema, Les Boucs, la escribi¨® en 1956 un marroqu¨ª, Driss Chra?bi (1926-2006), y no ha envejecido. A finales de los sesenta, Claire Etch¨¦relli public¨® Elisa o la verdadera vida (Premio F¨¦mina 1967), una novela que contaba la historia de amor entre un inmigrante argelino y una joven francesa. En 1985, Michel Tournier public¨® La gota de oro, nombre del barrio ¨¢rabe de Par¨ªs; es la historia de un joven campesino del sur de Marruecos que va a Par¨ªs en busca de una foto que le ha hecho un turista. Tambi¨¦n puede mencionarse Desierto, de J. M. Le Clezio, en la que una joven deja el S¨¢hara para ir a trabajar a Niza.
Desde entonces, nada m¨¢s, o casi nada. Son los hijos de los inmigrantes los que toman la pluma para dar testimonio. Y esa literatura testimonial, sobre todo centrada en la condici¨®n de la mujer, no ha tenido mucho ¨¦xito. ?Quiere eso decir que a los franceses no les interesa ese aspecto de la sociedad de su pa¨ªs?
El inmigrante es v¨ªctima de una imagen confusa, distorsionada y, a menudo, contradictoria. Tal vez sean el cine y la m¨²sica (principalmente el rap) los que mejor trato le han dado. El mejor documental sigue siendo el de Yamina Benguigui, francesa de origen argelino, M¨¦moires d'immigr¨¦s. Despu¨¦s se ha pasado a la ficci¨®n, en la que aborda lo mismo desde diversos aspectos. Sin embargo, ?c¨®mo es posible que los escritores y cineastas franceses m¨¢s importantes, reconocidos y famosos no presten atenci¨®n a los asuntos relacionados con la inmigraci¨®n? Por supuesto, no vamos a exigir a ning¨²n gran autor que escriba una novela o una obra de teatro sobre el tema. La libertad es fundamental para el proceso creativo. Pero es evidente que no es una de sus grandes preocupaciones. Quiz¨¢ porque los inmigrantes se han vuelto o invisibles o molestos. El racismo est¨¢ presente, cultivado y desarrollado pese a la lucha de las asociaciones antirracistas. Lo mismo podr¨ªa decirse de la clase obrera en general. Hay miedo a hacer novela social o, peor a¨²n, psicol¨®gica. Lo mismo ocurre en Alemania, donde la inmigraci¨®n turca no penetra en la imaginaci¨®n de los autores alemanes importantes. En el Reino Unido existen hijos de inmigrantes -como Hanif Kureishi (de padres paquistan¨ªes), Zadie Smith (padre brit¨¢nico, madre jamaicana) y Ben Okri (Nigeria)- que, al escribir sobre s¨ª mismos, son testigos indirectos de la situaci¨®n de los inmigrantes. Pero no podemos decir que su literatura sea un "reflejo de la inmigraci¨®n".
Por el contrario, la cuesti¨®n del islamismo, inquieta a los intelectuales europeos; los novelistas ingleses Martin Amis e Ian McEwan predican odio al islam, hasta el extremo de asimilar el islamismo radical con el nazismo.
En Alemania, algunos intelectuales han tratado de hacer de la cultura occidental una lithkultur, que significa literalmente "la cultura que gu¨ªa", es decir, la cultura dominante, forzosamente superior a las dem¨¢s.
Los inmigrantes no s¨®lo contribuyen al desarrollo econ¨®mico de Europa, sino que cambian su paisaje humano, aportan otras lenguas y culturas y crean mestizaje. ?sa es la realidad. Que no es pasajera ni superficial. Seguro que muchos escritores ven la inmigraci¨®n de esta ¨²ltima manera, es decir, como una especie de mal necesario, una cosa llamada a desaparecer. Pues es urgente decirles que se equivocan. Los inmigrantes est¨¢n ah¨ª para quedarse, ellos tambi¨¦n practican el sexo, y de ah¨ª nacen ni?os, y ¨¦stos ya no son inmigrantes, sino europeos que vivir¨¢n en Europa y formar¨¢n parte del imaginario europeo, un tejido formado por distintos materiales y colores diversos.
Para terminar, una observaci¨®n personal: desde que descubr¨ª, a finales de los a?os sesenta, c¨®mo trataba Francia a sus inmigrantes, no he dejado nunca de escribir sobre esa situaci¨®n. He escrito ensayos y novelas cuyo tema central es el inmigrante, la soledad, el racismo. Para m¨ª fue natural dedicar una gran parte de mi trabajo a esa realidad cambiante y poco apreciada, por no decir maltratada. Ha sido una manera de sentirme lo m¨¢s pr¨®ximo posible a mi tiempo. -
.Tahar Ben Jelloun (Fez, 1944) obtuvo el Goncourt en 1987 por La noche sagrada. Su ¨²ltima novela editada en Espa?a es Partir (El Aleph).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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