Apoyo total al Dalai Lama
N o podemos hacer gran cosa para aliviar los sufrimientos de T¨ªbet, pero s¨ª podemos y debemos hacer eso. Es mucho m¨¢s que un simple s¨ªmbolo. El 19 de marzo, el primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, prometi¨® entrevistarse con el Dalai Lama cuando venga a Gran Breta?a en mayo. Deber¨ªan imitarle todos los dem¨¢s l¨ªderes de los pa¨ªses democr¨¢ticos, siempre que surja la oportunidad. No hacerlo ser¨ªa una verg¨¹enza. Y tampoco ayudar¨ªa a China.
Nuestra capacidad de reaccionar ante la tragedia que est¨¢n viviendo los tibetanos se topa, al menos, con tres dificultades. No sabemos lo suficiente sobre lo que est¨¢ pasando, porque las autoridades chinas est¨¢n decididas a impedir que nos enteremos, y para ello expulsan a periodistas, aumentan su habitual censura de Internet y cuentan mentiras. Adem¨¢s, nos sentimos impotentes ante tanto horror. Y tenemos que buscar el equilibrio entre nuestra profunda simpat¨ªa hacia los tibetanos y nuestro inter¨¦s en que haya una evoluci¨®n positiva en China. Apaciguar a Pek¨ªn pensando s¨®lo en las ventajas pol¨ªticas y comerciales a corto plazo es despreciable; tratar de garantizar que las medidas que tomemos en ayuda de T¨ªbet no sean un obst¨¢culo para la evoluci¨®n de China no lo es. Es un ejemplo de pol¨ªtica de Estado, y una cuesti¨®n moral.
El l¨ªder pol¨ªtico y espiritual exiliado de los tibetanos es la ¨²nica clave visible para llegar a una soluci¨®n pac¨ªfica Algunos tibetanos est¨¢n empezando a hartarse de la v¨ªa de la no violencia en la que el Dalai Lama les mantiene
?se es el verdadero motivo para no responder a la represi¨®n de los monjes budistas en T¨ªbet como reaccionamos ante la represi¨®n de los monjes budistas en Myanmar. No, no debemos imponer sanciones econ¨®micas a toda China, como hacemos con Birmania. Tampoco debemos boicotear los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn. Hay demasiadas cosas en juego. El ministro franc¨¦s de Exteriores, Bernard Kouchner, ha sugerido que, si la represi¨®n empeora en China -no s¨®lo en T¨ªbet, sino tambi¨¦n con la persecuci¨®n de disidentes chinos como Hu Jia-, los dirigentes europeos quiz¨¢ no participen en la ceremonia de apertura de los Juegos. Una amenaza v¨¢lida, tal vez, aunque dudo de que sus colegas de la Uni¨®n Europea la apoyen cuando se re¨²nan la pr¨®xima semana.
Quiz¨¢ convenga pedir que la ONU env¨ªe observadores a T¨ªbet, aunque no hay duda de que China lo vetar¨¢. Igualmente importante es insistir en que las autoridades chinas cumplan la promesa que han hecho -y en la actualidad est¨¢n rom-piendo- de permitir a los periodistas extranjeros moverse con libertad por toda China en los meses previos a los Juegos (de forma que, si no dejan que vayan periodistas a T¨ªbet, eso querr¨¢ decir que T¨ªbet no forma parte de China).
Sin embargo, en el fondo sabemos que todo eso no impedir¨¢ que tomen las medidas dr¨¢sticas que quieran, con el uso de la fuerza armada, la llamada a la puerta a las cuatro de la madrugada y todo el aparato habitual de un Estado policial. En estos momentos est¨¢n deteniendo a los tibetanos simplemente por tener una imagen del Dalai Lama. Y ah¨ª est¨¢ el quid. Porque el l¨ªder pol¨ªtico y espiritual exiliado de los tibetanos es, a sus 72 a?os, la ¨²nica clave visible para llegar a una soluci¨®n pac¨ªfica. Por lo que dicen quienes han viajado por la zona, sigue contando con el amor y la lealtad de la mayor¨ªa de su pueblo. Al mismo tiempo, ofrece a los dirigentes chinos una v¨ªa negociada para que T¨ªbet tenga una autonom¨ªa como la de Hong Kong, sin llegar a la independencia plena. Si se detuvieran a calcular racionalmente lo que les interesa a largo plazo, ¨¦se es el camino que seguir¨ªan.
Pero no lo hacen. Con el pensamiento contradictorio caracter¨ªstico de los reg¨ªmenes represivos, los l¨ªderes comunistas chinos dicen que el Dalai Lama es irrelevante, que es una reliquia feudal, y, no obstante, hablan de ¨¦l de forma obsesiva. Le acusan sin cesar de que es un separatista, porque desea separar T¨ªbet de la madre patria con su aspiraci¨®n a la independencia. Esta semana, el habitualmente discreto primer ministro chino, Wen Jiabao, se mostr¨® indignado por el "incidente" de T¨ªbet, del que dijo que hab¨ªa sido "organizado, premeditado, orquestado e incitado por la camarilla del Dalai". Lo cual era prueba, dijo, de que "las afirmaciones de la camarilla del Dalai Lama de que no persiguen la independencia, sino el di¨¢logo pac¨ªfico, no son m¨¢s que mentiras".
Esta declaraci¨®n, un aut¨¦ntico regreso a la peor demagogia estalinista, no s¨®lo difiere de la realidad, sino que es todo lo contrario, es como decir que lo blanco es negro. El Dalai Lama no deja de repetir que no pretende obtener la independencia plena. No existe hoy otro ser humano en el mundo que est¨¦ comprometido de forma tan p¨²blica, constante e inequ¨ªvoca con la v¨ªa de la no violencia. Al aceptar el Premio Nobel de la Paz en 1989 mencion¨® al "hombre que fund¨® la moderna tradici¨®n de la acci¨®n no violenta para el cambio, Mahatma Gandhi", incluso por delante de su sufrido pueblo tibetano. Esta semana amenaz¨® con dimitir como l¨ªder pol¨ªtico del gobierno tibetano en el exilio si sus seguidores recurr¨ªan a la violencia. No existe la menor prueba de que haya instigado la rebeli¨®n en T¨ªbet. Al contrario, el hecho de que la indignaci¨®n popular se haya desbordado y se haya transformado en protestas callejeras -inclui-das, al parecer, ciertas acciones violentas contra gente inocente, como los chinos han y los musulmanes locales- indica que algunos tibetanos est¨¢n empezando a hartarse de la v¨ªa de la no violencia en la que ¨¦l les mantiene desde hace tanto tiempo.
Los dirigentes chinos est¨¢n completamente equivocados, o pretenden estarlo, sobre las intenciones del Dalai Lama (ser¨ªa interesante saber hasta qu¨¦ punto es una falta genuina de comprensi¨®n y hasta qu¨¦ punto mentiras deliberadas). Seguramente, adem¨¢s, menosprecian su poder. Del mismo modo que Stalin pregunt¨®: "?Cu¨¢ntas divisiones tiene el Papa?", quiz¨¢ ellos se preguntan: ?cu¨¢ntas divisiones tiene el Dalai Lama? Si es as¨ª demuestran ser tan cortos de miras como Stalin. El 14? Dalai Lama posee, como pose¨ªa el papa Juan Pablo II, una de las formas m¨¢s puras de "poder blando" en el afecto no s¨®lo de su pueblo, sino de millones de personas en todo el mundo.
Nosotros, por nuestra parte, no solemos valorar lo suficiente la importancia pol¨ªtica de actos simb¨®licos como el de entrevistarse con un l¨ªder exiliado o disidente. Quienes se dicen realistas lo desprecian y dicen que son muestras sin valor, con lo que dejan clara su propia falta de realismo. Cualquiera que haya vivido en un r¨¦gimen represivo -ya sea Sur¨¢frica bajo el apartheid, Checoslovaquia con el comunismo sovi¨¦tico o Birmania bajo los generales en la actualidad- sabe qu¨¦ importantes son para el pueblo oprimido esos actos de reconocimiento simb¨®lico de un Nelson Mandela, un Vaclav Havel o una Aung San Suu Kyi. No es casualidad que la p¨¢gina web del gobierno tibetano en el exilio enumere cuidadosamente a todos "los dirigentes mundiales con los que se ha reunido su santidad el Dalai Lama", entre los que, en los ¨²ltimos a?os, est¨¢n los primeros ministros de Canad¨¢, Australia, Hungr¨ªa y B¨¦lgica, el presidente de Estados Unidos y la canciller alemana, Angela Merkel.
Las autoridades chinas saben que esos encuentros son importantes; si no, no har¨ªan tantos esfuerzos para tratar de impedirlos. Ellos son los verdaderos separatistas, porque intentan aplicar la regla del "divide y vencer¨¢s" entre los pa¨ªses libres que rivalizan por sus favores econ¨®micos. No me cabe la menor duda de que ¨¦sa, y no cualquier preocupaci¨®n moral o estrat¨¦gica, fue la raz¨®n por la que el primer ministro brit¨¢nico dud¨® antes de comprometerse -presionado- a entrevistarse con el dirigente tibetano. Por tanto, uno de los acuerdos que los ministros de Exteriores de la UE deber¨ªan alcanzar en su reuni¨®n informal de la pr¨®xima semana es el de que todos los jefes de Gobierno europeos reciban al Dalai Lama, por principio, cuando visite sus pa¨ªses. Y lo mismo deber¨ªan hacer todos los dem¨¢s pa¨ªses libres, desde Australia hasta Brasil.
Si establecemos ese principio, transmitiremos tres mensajes importantes a Pek¨ªn: que no es tan f¨¢cil dividir a las democracias; que el Dalai Lama representa verdaderamente -me atrever¨ªa a decir que encarna- la v¨ªa de la no violencia y la negociaci¨®n, y que queremos tener relaciones con una China en el camino hacia la modernidad y celebrar unos Juegos Ol¨ªmpicos maravillosos el pr¨®ximo verano, pero no sobre los cad¨¢veres de los monjes budistas. -
www.timothygartonash.com Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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