El refugio en el exilio de un "simple monje"
El Dalai Lama lucha por preservar su cultura y mantener viva su causa en la peque?a ciudad india de Dharamsala
Desde el avi¨®n se alcanzan a ver valles a los que se encaraman casas con techos de pizarra y r¨ªos de agua cristalina que corren por piedras tan redondas que parecen talladas. El tama?o de las cosas pierde la proporci¨®n: todo parece diminuto si se ve en el marco de los imponentes Himalayas.
El l¨ªder espiritual y 80.000 tibetanos huyeron en 1959 de la dominaci¨®n china
Una parte del exilio quiere la independencia total de T¨ªbet
"El Dalai Lama ha sido un poco blando con los chinos", dice un diplom¨¢tico
En Dharamsala, colegios, bibliotecas y templos conservan la identidad
Dharamsala, una peque?a ciudad al norte de India, es el refugio del Dalai Lama y de una gran parte de los tibetanos en el exilio. Est¨¢ rodeada por monta?as cubiertas de frondosos pinos. Desde casi todos sus rincones se pueden ver los picos de los Himalayas m¨¢s altos, cubiertos de nieve. Detr¨¢s de ellos, all¨ª por donde sale el sol, est¨¢ el lugar a donde todos los exiliados sue?an con volver: T¨ªbet. "Mis padres me trajeron aqu¨ª cuando era un ni?o. Hu¨ªan de la falta de libertad impuesta por los chinos. Ahora tengo 55 a?os y toda una vida en el exilio. Mi ¨²nico sue?o es volver a ver T¨ªbet antes de morir", cuenta el monje Damshoe Gyaltsin. Sus padres siguieron al Dalai Lama, junto a otras 80.000 personas, cuando huy¨® en 1959 de la dominaci¨®n China, tras un frustrado levantamiento popular. Ahora, se calcula que de los seis millones de tibetanos, unos 120.000 est¨¢n en el exilio, 100.000 de ellos en India, Nepal y But¨¢n.
Los que han nacido en India han crecido sinti¨¦ndose fuera de casa, como visitantes de paso. En las empinadas callejuelas de McLeod Ganj, la parte m¨¢s alta de Dharamsala, se concentra la mayor poblaci¨®n tibetana en el exilio. Entre los monjes con t¨²nicas de color granate se mezclan j¨®venes con zapatillas y camisetas. "La vestimenta es lo de menos, nos esmeramos en hablar tibetano y en conservar nuestra cultura", asegura el director de Estudiantes por T¨ªbet Libre, Tenzin Choeying.
El Dalai Lama es venerado por casi la totalidad de los tibetanos y representa su unidad desde la dominaci¨®n china, pero hay una parte que quiere una salida m¨¢s radical: la independencia total de T¨ªbet, y no el "camino intermedio" o la verdadera autonom¨ªa dentro de China que el l¨ªder proclama. "Su Santidad tiene su forma, nosotros la nuestra", dice el reci¨¦n graduado de comercio Lhakpa Dhondup en nombre del Congreso Regional de J¨®venes Tibetanos.
Dhondup tiene claro que llegar a la violencia "ser¨ªa est¨²pido, con casi 1.500 millones de chinos contra 6 millones de tibetanos". El joven asegura que aunque ha crecido con todos los derechos -excepto el voto-, nunca se ha sentido en casa. "Siempre nos ven diferente, no nos entienden y en algunos casos nos discriminan", dice.
A 49 a?os de la di¨¢spora, la comunidad dentro de T¨ªbet, silenciada por la dominaci¨®n china, y la de fuera, con un Gobierno en el exilio sin reconocimiento, est¨¢n aprovechando la mirada puesta en China y sus Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn 2008 para recordar al mundo su causa: su refugio indio ha estado durante los ¨²ltimos meses lleno de pancartas pidiendo que se boicoteen las olimpiadas. "China, asesina de tibetanos, no merece organizar los Juegos porque no cumple con su ¨¦tica", dice una de las pancartas colocada donde ahora hay una constante huelga de hambre en la que tibetanos de todas las edades se relevan en turnos de 24 horas.
El Dalai Lama representa la unidad de la comunidad tibetana dentro y fuera de T¨ªbet, coinciden todos los entrevistados. "Su Santidad es la personificaci¨®n del esp¨ªritu y unidad de nuestro pueblo: es el jefe del Estado, el l¨ªder religioso y, para muchos, incluso la reencarnaci¨®n de Buda, o sea Dios". As¨ª lo resume Dorjee Dewatshang, un parlamentario en el exilio. Dentro de T¨ªbet, est¨¢ prohibido portar su imagen, pero muchos la llevan escondida bajo su ropa.
Pero a pesar de ser constantemente venerado, el Dalai Lama repite siempre: "Yo soy un simple monje, ni m¨¢s, ni menos". Y como tal act¨²a, dice su gente cercana. "Se levanta a las cuatro de la ma?ana para meditar y postrarse frente a una escultura de Buda. Pide por todo el mundo, incluyendo a los hermanos y hermanas chinas. Les pide a los tibetanos que aprendan las lenguas chinas para que hablen y no peleen con ellos", cuenta uno de sus colaboradores, Tenzin Tackhla. Cuando no est¨¢ viajando, desayuna t¨¦ y tsampa, una harina de cebada o trigo que los tibetanos toman como papilla, y a veces yogur. En d¨ªas festivos come tambi¨¦n momos, un tipo de pasta rellena de verdura. En su habitaci¨®n no tiene m¨¢s que la estatua de Buda y una simple cama, cuenta el parlamentario Acharya Yeshi. "No tiene ning¨²n lujo y no posee bienes materiales".
El Dalai Lama siempre est¨¢ muy bien informado de lo que pasa en el mundo, le gusta mucho la BBC, cuentan sus asistentes. Y cada d¨ªa va andando desde su sencillo hogar hasta sus oficinas, cerca del templo budista de la ciudad. Ah¨ª atiende a sus visitas, la ¨²ltima de Nancy Pelosi, presidenta de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos, que ha pedido una investigaci¨®n para limpiar la imagen del Dalai Lama frente a las acusaciones chinas de que fue el organizador de las recientes revueltas.
Al Dalai Lama, una sonrisa le ilumina la cara en todo momento. A pesar de que tiene un fuerte dispositivo de seguridad, sus guardias van vestidos de civil y ¨¦l parece estar cercano a la gente. En India casi nadie se atreve a criticar al Dalai Lama, s¨®lo algunos funcionarios occidentales y sin dar su nombre. "Ha sido un poco blando. Si no cediera siempre ante los chinos, T¨ªbet ya gozar¨ªa de m¨¢s autonom¨ªa", dice un diplom¨¢tico europeo.
Ahora, muchas dudas planean sobre qu¨¦ pasar¨¢ a su muerte: el l¨ªder espiritual tiene ya 72 a?os. "Todos los tibetanos queremos que el Dalai Lama regrese a T¨ªbet, pero tampoco se acabar¨¢ el sue?o de naci¨®n si muere en el exilio", asegura un colaborador. Aunque ¨¦l se ha proclamado en semijubilaci¨®n, sus seguidores no lo aceptan. "Ser¨¢ siempre nuestro l¨ªder", asegura la portavoz del Parlamento en el exilio, Dolma La. La representante dice que siempre acatan sus sugerencias no por imposici¨®n, "sino porque son las mejores", pero afirma que el l¨ªder ha creado un Gobierno tan democr¨¢tico que podr¨ªan rechazar cualquier iniciativa que no les pareciera bien.
Al a?o siguiente del exilio, el Dalai Lama impuls¨® la formaci¨®n de un r¨¦gimen compuesto por tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. En 1991 se redact¨® una Constituci¨®n, de la que nadie est¨¢ por encima y que incluso habla de la posibilidad de destituci¨®n del Dalai Lama. Hay elecciones generales cada cinco a?os entre los exiliados y la participaci¨®n llega al 70%.
En Dharamsala, conocida como "la peque?a Lhasa", una red de templos, museos, bibliotecas y escuelas preserva la cultura. A los ni?os se les ense?a ingl¨¦s, para conectar con el mundo moderno, pero tambi¨¦n tibetano, por si alg¨²n d¨ªa pudieran cruzar los Himalayas.
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