Patrimonio subacu¨¢tico
El expolio efectuado por la empresa norteamericana Odyssey frente a las costas andaluzas ha devuelto a la actualidad la importancia de la arqueolog¨ªa submarina. La facilidad con la que una empresa localiz¨®, extrajo y transport¨® a los EE UU el tesoro de un barco, al parecer espa?ol, llama la atenci¨®n sobre la falta de control sobre un amplio patrimonio propiedad del Estado espa?ol. Tanto si los pecios est¨¢n en aguas territoriales espa?olas como si son barcos de bandera espa?ola hundidos en otras aguas, son propiedad del Estado espa?ol y, en cualquier caso, merecen ser expuestos al p¨²blico en vez de formar parte de un negocio privado. En un juzgado de Tampa ( Florida ) sigue el juicio sobre el medio mill¨®n de monedas de plata y oro extra¨ªdas por la empresa norteamericana y llevadas a EE UU desde Gibraltar. El pecio, denominado por la empresa Odyssey como Black swan, puede ser el buque espa?ol La Mercedes, hundido en aguas del Golfo de C¨¢diz con un importante cargamento de metales preciosos. El Gobierno espa?ol contrat¨® los servicios del mismo bufete de abogados norteamericano que gan¨® el litigio sobre la propiedad de los restos de El Juno y La Galga, dos buques espa?oles hundidos frente a las costas de Carolina del Norte. El juez ha ordenado a la empresa que entregue toda la informaci¨®n sobre la localizaci¨®n del pecio y sobre el nombre del barco, lo que espera Espa?a para declarar su propiedad. De manera paralela, Odyssey ha comprado a otra empresa los derechos sobre un pecio situado en Carolina del Norte que pudiera ser El Salvador, hundido en 1750 cuando viajaba hacia Espa?a.
Estos pleitos van a determinar el futuro de miles de restos de barcos, tanto espa?oles como de otras naciones, hundidos por todo el mundo. Los restos de un barco, ?pertenecen al pa¨ªs en cuyas aguas se han encontrado? Si se demuestra que eran propiedad de un Estado soberano, ?siguen siendo suyos? Por si acaso, la Real Academia de la Historia ha pedido que los restos de barcos espa?oles en todo el mundo sean declarados patrimonio de la humanidad, con lo que se evitar¨ªa, en parte, su expolio o, al menos, su comercializaci¨®n legal. La Junta de Andaluc¨ªa, mientras tanto, ha iniciado el expediente para declarar Bien de Inter¨¦s Cultural hasta 55 yacimientos submarinos en toda la plataforma continental andaluza. Lugares se?alados e identificados de manera exhaustiva por el Centro de Actividades Subacu¨¢ticas de la Junta de Andaluc¨ªa con sede en la playa de La Caleta de C¨¢diz. La Junta inicia un expediente que tiene como fin garantizar la conservaci¨®n de esos restos y puede mejorar la protecci¨®n de los mismos. Porque no s¨®lo est¨¢ el caso de la ya famosa empresa norteamericana, que como cotiza en bolsa da publicidad a sus hallazgos. Hay innumerables buzos que sacan a escondidas ca?ones, ¨¢nforas y otros restos desde el fondo del mar. Siempre hubo un expolio continuado y casi natural en las zonas de mayor riqueza, como la provincia de C¨¢diz. A la vez, hab¨ªa un mercado clandestino en el que participaban, al principio, algunos buzos y luego anticuarios sin escr¨²pulos que sacaban restos para coleccionistas privados en todo el mundo. Hace a?os hubo incluso alg¨²n militar involucrado en el tr¨¢fico de objetos extra¨ªdos de pecios situados en el litoral gaditano.
Las fantas¨ªas de algunos historiadores o aprendices de tales que se?alan fabulosos tesoros en barcos hundidos en el Golfo de C¨¢diz ha excitado la codicia de muchos que han visto la oportunidad de lucrarse. Hubo quien dijo que en la Bah¨ªa de C¨¢diz hab¨ªa m¨¢s oro que en el Banco de Espa?a, lo que a todas luces es una afirmaci¨®n temeraria porque nadie ha podido demostrar la riqueza en metales preciosos de los barcos que se hundieron en estas costas. Y lo que es m¨¢s importante, que los supuestos tesoros sigan enterrados en el lecho marino sin que nadie, en los ¨²ltimos tres siglos, haya sido capaz de rescatarlos. Es cierto que puede haber tesoros, no s¨®lo en aguas andaluzas, sino en otros lugares. Y no es menos cierto que son de todos los espa?oles y es necesario preservarlos.
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