Obama Hussein y la se?ora Clinton
Un mestizo atezado que para entonces s¨®lo habr¨¢ cumplido 47 a?os tiene, seg¨²n la mayor¨ªa de encuestas, buenas probabilidades de convertirse en el pr¨®ximo presidente de Estados Unidos. Pero todo aquello que lo sit¨²a en ruta a la Casa Blanca encarna tambi¨¦n su dificultad para lograrlo. Sea cual fuere el resultado de las elecciones de noviembre, Barack Hussein Obama parece ya un valor establecido, al que s¨®lo uno de esos esc¨¢ndalos de porno blando y enga?ifa, a que tan aficionado es el protestantismo hard-core, podr¨ªa devolver al mundo de los que s¨®lo gozaron 15 minutos de celebridad.
La masa de votantes en cualquier pa¨ªs occidental es hoy un mercado, y los candidatos productos en oferta a los consumidores, sin que haya en ello ning¨²n matiz peyorativo. Y el senador por Illinois, que pelea por la candidatura presidencial dem¨®crata contra la se?ora de Bill Clinton, 60 a?os, conocida en el pasado como Hillary Rodham, Hillary Rodham Clinton y ¨²ltimamente Hillary Clinton, es una excelente construcci¨®n que despierta el entusiasmo de un sector posmoderno de la opini¨®n, pero igualmente la inquietud de otro mucho m¨¢s cl¨¢sico. Se ha dicho que el seguimiento de Obama es antes un culto, como el que se rinde a las estrellas del rock, que un movimiento pol¨ªtico. Y por eso, quiz¨¢, ha logrado insuflar nueva vida a la palabra m¨¢s gastada del universo de los reclamos publicitarios y pol¨ªticos; ha logrado dar nueva vida a la palabra cambio, hasta el punto de convencer a ese sector de que ya no lo que haga o diga, sino su sola persona encarna el cambio. Frente al aspirante dem¨®crata, Obama.com, Hillary Clinton, con sus trajes pantal¨®n de raya inquebrantable, peinado que le acent¨²a el ¨®valo lunar de la cara, y sonrisa conscientemente trabajada, parece del tiempo de la Olivetti; pero, con ello, la senadora espera proyectar una imagen s¨®lida y confiable, producto de una dinast¨ªa de la que el mercado ya cat¨® una muestra, aunque con divisi¨®n de opiniones.
Sea cual fuere el resultado de las elecciones de noviembre, Barack Hussein Obama parece ya un valor establecido
Esa apropiaci¨®n de la idea del cambio ha superado con nota su primera gran prueba el pasado d¨ªa 18 en Filadelfia, donde Obama tuvo que defenderse de una bater¨ªa de acusaciones por su asociaci¨®n con un pastor negro, Jeremiah Wright, que fue quien le condujo por el camino del Se?or, en nombre de la Trinity United Church, cuya pr¨¦dica es como la versi¨®n en ingl¨¦s de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. El senador habl¨® all¨ª del racismo en Estados Unidos, sin consuelo ret¨®rico, recordando y record¨¢ndose a s¨ª mismo que es negro, tratando a los miembros de la audiencia como a adultos y, sobre todo, marcando distancias pero sin traicionar su antigua relaci¨®n personal con el cl¨¦rigo. Ante el aspirante dem¨®crata se yergue, sin embargo, un enemigo tanto o m¨¢s formidable, que es otra encarnadura del racismo: la revulsi¨®n contra el islam, siempre tan f¨¢cil de atizar en Estados Unidos donde Hollywood es una f¨¢brica de subrepticias vi?etas de Mahoma, puesto que el padre del senador dem¨®crata era un negro de Kenia, que cursaba estudios donde viv¨ªa la que ser¨ªa su madre, y era de religi¨®n isl¨¢mica; as¨ª, el middle name de Barack Obama, que los norteamericanos insertan entre nombre y apellido, es Hussein, hijo de Al¨ª, sobre cuyo martirio se desarroll¨® el chi¨ªsmo, rama del islam dominante en Ir¨¢n e Irak. Recu¨¦rdese que el presidente Bush calific¨®, hasta que sus asesores le llamaron la atenci¨®n, la guerra contra el ¨ªncubo Bin Laden de cruzada.
Todos esos m¨¦ritos, los del negro y la mujer, dibujan un cierto rumbo de colisi¨®n con una Am¨¦rica de toda la vida, que puede experimentar serias dudas antes de elegir a alguien que no sea de los suyos. Y esa Am¨¦rica aparece muy poco en las primarias, porque buen n¨²mero de las que ha ganado Obama han sido del tipo caucus, en las que sufraga s¨®lo una ¨ªnfima minor¨ªa de militantes, y se ha practicado tambi¨¦n con alguna profusi¨®n el voto cruzado de republicanos que respaldaban al hombre de color o a la dama Clinton, en gran parte porque cre¨ªan que uno u otra ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles de batir por John McCain, el candidato de su partido. Lo que est¨¢ por ver, tanto si Obama Hussein como la se?ora Clinton obtienen la designaci¨®n dem¨®crata, es qu¨¦ Am¨¦rica es la que predomina: la del cambio a la hora de votar o la que conocemos de siempre as¨ª instalada.
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