Violines en el bar

El Auditori de Barcelona no acaba entre sus cuatro paredes. Cruzando la calle se levanta un ap¨¦ndice importante, el espacio de reuni¨®n y tertulia al que acuden m¨²sicos, estudiantes y artistas para celebrar una buena actuaci¨®n, planificar nuevos proyectos o lamerse las heridas despu¨¦s de un mal d¨ªa. Ese anexo es el bar de la Celina, un local que abri¨® sus puertas en noviembre porque, en palabras de su impulsora, "hac¨ªa falta un sitio as¨ª en Barcelona".

No es exactamente un bar de copas, porque la propuesta cambia dependiendo de la hora. Y a todas horas -desayuno, comida y cena- est¨¢ lleno. Pero este ¨¦xito no es del todo casual. Celina aprovech¨® su experiencia acumulada trabajando en la cafeter¨ªa del Auditori. Am¨¦n de robarle parte de la clientela. "All¨ª no pod¨ªa trabajar como yo quer¨ªa. Me gusta dar un servicio personalizado a mis clientes y a cambio ellos comparten conmigo sus preocupaciones y confidencias", explica esta argentina afincada en Barcelona.

Celina adopta una actitud maternal cuando habla de su clientela -"aqu¨ª puedo cuidarles", "el mundo de la m¨²sica y del teatro est¨¢ fatal, no pueden comer s¨®lo un bocadillo"- y se refiere a su trabajo en t¨¦rminos casi mesi¨¢nicos -"creo en el encanto, en lo sublime de los alimentos bien presentados", "no sirvo mojitos si ese d¨ªa la menta no es fresca"- y hasta ahora la f¨®rmula funciona. S¨®lo hay algo que la aflige: en apenas cinco meses, la Guardia Urbana ha hecho acto de presencia cuatro veces en su negocio. Sin motivo, dice Celina, y a veces bajo pretextos espurios: "Una noche el bar estaba vac¨ªo. S¨®lo quedaba una persona que ensayaba acordes con la guitarra. Dos polic¨ªas entraron y dijeron que estaba prohibido dar conciertos en vivo".

- Lo m¨¢s: el horario del bar se adapta al del Auditori, para que m¨²sicos y espectadores puedan tomarse la ¨²ltima antes de irse a casa.

- Lo menos: las dimensiones del local, en hora punta es dif¨ªcil encontrar mesa.

- Direcci¨®n: Bar de la Celina. Ribes, 46.

jbauza@elpais.es