"Me gustan los malos"
Ya tiene las pipas cerca, que cargar¨¢ con h¨¢bil gracejo de los dedos de su ¨²nica mano, destreza adquirida tras 69 a?os sin contar con el brazo derecho, perdido en los ¨²ltimos d¨ªas de la Guerra Civil. S¨®lo entonces est¨¢ preparado. Mart¨ª de Riquer (Barcelona, 1914) est¨¢ sentado en el tresillo del inmenso sal¨®n forrado de libros antiguos de su casa. Es el d¨ªa siguiente al del multitudinario acto de homenaje en que se convirti¨® el pasado mi¨¦rcoles la presentaci¨®n de Mart¨ª de Riquer. Viure la literatura (La Magrana), exhaustiva biograf¨ªa (120 horas de conversaciones con ¨¦l entre 2004 y 2005 y una veintena m¨¢s de entrevistados, realizado por Cristina Gatell y Gl¨°ria Soler) de uno de los ¨²ltimos sabios de la filolog¨ªa hisp¨¢nica, al que avalan sus libros; "tanto como a un zapatero sus zapatos", contrarresta para culminar unos d¨ªas de agasajos que, afirma: "Me averg¨¹enzan un poco".
Sin la persecuci¨®n religiosa no habr¨ªa dado aquel paso de cambiar de bando"
"La calidad de una universidad la hacen los profesores"
Atiende y responde, desde la atalaya de la vida completada, con cierta brevedad y una paz llamativa, la mirada perdida al fondo de la biblioteca, a la que s¨®lo traicionan unos ojos muy abiertos, alg¨²n esbozo de sonrisa y un humear m¨¢s intenso de la pipa seg¨²n el tema.
Pregunta. En el acto vino a decir que experimentaba por vez primera la emoci¨®n. Si es as¨ª, ?qu¨¦ es lo m¨¢s parecido a ese sentimiento que ha tenido trabajando?
Respuesta. Dificilmente me he emocionado en la vida. Con mi trabajo, me he divertido, que es distinto; si no era as¨ª, prefer¨ªa no hacerlo. Me pas¨® con Lo pecador remut, de Felip de Malla; tras la primer parte no pude con la segunda. Y as¨ª lo escrib¨ª en la Historia de la literatura catalana. Aparte de una boutade, daba una buena idea del libro: era una lata...
P. ?Y el mejor momento?
R. Quiz¨¢ un d¨ªa que, leyendo en el metro un facs¨ªmil de Los doce trabajos de H¨¦rcules, de Enrique de Villena, descubr¨ª que la dedicatoria era la misma que la que hab¨ªa en el Tirant lo Blanc. Martorell la hab¨ªa plagiado. Era insospechable. Leer mucho fue la clave.
P. En 1935 escribi¨® que el biling¨¹ismo era el final del catal¨¢n; despu¨¦s, lo ha defendido.
R. El biling¨¹ismo es una actitud interna. Yo he vivido simult¨¢neamente en ambas lenguas; con mi madre y mi mujer siempre lo hice en castellano. En realidad, defender¨ªa el poliling¨¹ismo...
P. Pero muchos expertos creen que el biling¨¹ismo real no existe y que se acaba imponiendo siempre una lengua a otra.
R. En muchos pa¨ªses eso no se ha dado... En realidad, todo esto es un tema ling¨¹¨ªstico estropeado por la pol¨ªtica. En cualquier caso, estoy m¨¢s de acuerdo con esta visi¨®n que la que defend¨ª en 1935.
P. Durante toda la guerra llev¨® encima la Divina comedia de Dante. ?Por qu¨¦ ese libro?
R. Pues s¨®lo por una cuesti¨®n de tama?o: era de los pocos de los que ten¨ªa una edici¨®n que me pod¨ªa poner en el bolsillo.
P. ?Es el libro que recomendar¨ªa si s¨®lo pudiera escoger uno?
R. No, ese ser¨ªa siempre el Quijote, pero nunca para leerlo tan pronto como obligan: te privan del placer de encontrarlo de m¨¢s adulto. Adem¨¢s, eso que hacen de ponerles a analizarlo gramaticalmente es el mejor sistema para aburrirlo. Yo lo le¨ª tambi¨¦n siendo demasiado peque?o.
P. Pero lo ha rele¨ªdo mucho.
R. Una vez lo hice en un solo d¨ªa, salt¨¢ndome s¨®lo las novelas intercaladas.
P. La Guerra Civil comport¨® una escisi¨®n entre la gente de la cultura catalana...
R. No hubo escisi¨®n, hubo separaci¨®n f¨ªsica, no intelectual. La amistad no se perdi¨® nunca.
P. Hombre...
R. Con una persona tan distante a m¨ª como Joan Oliver mantuve el contacto toda la vida. Despu¨¦s, Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde -¨¦l y su esposa, buena gente, no tienen pecado original- me dijo una vez: "Parece mentira que t¨² y yo, que pensamos tan distinto, nos queramos tanto".
P. Usted porfi¨® para que ¨¦l volviera a la Universidad, en unas ¨¦pocas en las que o bien firmaba avales de adhesi¨®n a los principios del Movimiento de estudiantes que sab¨ªa d¨ªscolos pol¨ªticamente o interced¨ªa por alumnos y profesores en los convulsos sesenta... ?No se tomaba muy en serio eso de los principios del Movimiento?
R. No me los cre¨ªa, claro. Pero era el r¨¦gimen y se hab¨ªa de evitar que te metieran en la c¨¢rcel.
P. Viendo su trayectoria de antes de la guerra y alguna parte de la de despu¨¦s, se hace extra?o entender que se pasara usted al bando fascista en 1937, a no ser por una cuesti¨®n de seguridad personal o religiosa o...
R. Si no hubiera habido la persecuci¨®n religiosa yo no habr¨ªa dado nunca aquel paso de cambiar de bando. No sabe lo que fue aquello: por saludar en la calle diciendo "Ad¨¦u!" ten¨ªas much¨ªsimos problemas... Pero dejemos ya la Guerra Civil.
P. Usted ense?¨® en la Universidad entre 1941 y 1984. ?Con los a?os, not¨® un descenso del nivel de la misma? ?C¨®mo la ve hoy?
R. No me cabe duda de que la calidad de una universidad la hacen los profesores.
P. Pues hoy se hace hincapi¨¦ en el bajo nivel del alumnado.
R. La culpa est¨¢ en los institutos; y para evitar la masificaci¨®n, lo mejor es dividir universidades: la creaci¨®n de la Aut¨®noma de Barcelona fue un acierto.
P. Sus clases eran m¨ªticas: entraba y sal¨ªa con la lecci¨®n en la boca, enlazaba literaturas de distintos pa¨ªses.
R. No se pod¨ªa perder ni un minuto. Quer¨ªa que mis alumnos me escucharan, no que tomaran apuntes; cuanto m¨¢s les ve¨ªa escribir, m¨¢s deprisa hablaba. Los esquemas deb¨ªan desarrollarse en casa, as¨ª s¨ª se aprende.
P. Si tuviera tiempo, ?qu¨¦ investigaci¨®n emprender¨ªa ahora?
R. No lo s¨¦, los temas siempre me cayeron misteriosamente.
P. ?A¨²n lee tanto?
R. Casi todo el d¨ªa. ?Qu¨¦ quiere que haga? Para m¨ª no es una pasi¨®n, es natural como el respirar; es hablar con otro...
P. ?Y sigue duch¨¢ndose dos veces al d¨ªa y con agua fr¨ªa?
R. S¨ª, s¨ª, te deja... A m¨ª, los escalofr¨ªos me han venido las pocas veces que me duchado con agua caliente. Y como helados, dulces y nunca he hecho ejercicio.
P. ?Cu¨¢l de sus personajes de ficci¨®n le hubiera gustado ser?
R. Guillem de Bergued¨¤, que era poeta y asesino a la vez. Me gustan los malos.
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