Hitchcock en G¨¦nova
Gaviotas mensajeras procedentes del puerto de G¨¦nova trajeron ayer la noticia de que el personal de a bordo est¨¢ de los nervios. Rajoy, fiel a su estilo, atrasa las decisiones sobre los nombramientos pendientes, lo que aumenta el suspense. Ayer adelant¨® que en realidad ya tiene pensados los nombres de los que ser¨¢n portavoces en el Congreso y en el Senado, pero que ni ellos mismos lo saben (lo que aument¨® las especulaciones). Tambi¨¦n dijo que lo prioritario no es hablar de nombres, sino de lo que preocupa a la gente: la econom¨ªa.
S¨ª, pero a los que salen en las quinielas tambi¨¦n les interesa lo suyo, y la impaciencia de los locutores de la Cope agrava su nerviosismo. Adem¨¢s, se dijo que los nombramientos de portavoces parlamentarios ser¨ªan un indicio seguro sobre el tipo de oposici¨®n que se propon¨ªa encabezar en la nueva legislatura. Pero si no se conocen los nombres y el l¨ªder no se pronuncia sobre los problemas, m¨¢s que voces se escuchan ecos: Arias Ca?ete repitiendo lo de la herencia malbaratada por los socialistas. Para hablar de econom¨ªa hace falta alguien que marque las directrices y un portavoz que no tema estar metiendo la pata o usurpando el puesto.
El lunes se re¨²ne la Junta Directiva del PP (485 miembros) y es en ese foro donde se desvelar¨¢ el misterio; pero prueba de la confusi¨®n reinante es que ya ha aparecido una tal Cristina Castro que dice aspirar a disputar el liderazgo a Rajoy y que s¨®lo era conocida por haber sido expulsada por el servicio de seguridad de la convenci¨®n pol¨ªtica celebrada en 2006 tras intentar compartir escenario con el presidente del partido.
Si existe un estilo Rajoy, su principio esencial es que nada resulta tan urgente como esperar: Mariano tiene la virtud de no hacer nada cuando no hay nada que hacer, dijo de ¨¦l un antiguo competidor por la herencia de Aznar. Era un elogio, porque pocas cosas son m¨¢s peligrosas que un ministro empe?ado en pasar a la historia por alguna ocurrencia entretenida. Pero el as¨ª definido se lo ha tomado demasiado al pie de la letra. Una cosa es no ser un activista m¨²ltiple, seg¨²n el modelo Sarkozy, y otra moverse como un tard¨ªgrado.
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