Esta tarde, f¨²tbol
Esta tarde hay f¨²tbol, la gente acudir¨¢ en masa a ver a sus equipos, y seguramente yo formar¨¦ parte de esa masa, volver¨¦ a casa ronco y euf¨®rico o quiz¨¢ tan deprimido que no me quedar¨¢n fuerzas ni para dar las buenas noches. ?Pero por qu¨¦ la gente es de un equipo? Debo de ser muy mal soci¨®logo, porque despu¨¦s de pensarlo toda una vida no he llegado a ninguna conclusi¨®n. Uno es de un equipo, y ya est¨¢. Y adem¨¢s suele ser de ese equipo toda la vida. Si en el lugar donde naces hay un solo club, lo l¨®gico es que le seas fiel. ?Pero y cu¨¢ndo hay dos? ?Por qu¨¦ uno y no el otro? Por lo general, misterio. A veces influyen recuerdos lejanos (como el primer partido que viste) o simpat¨ªas remotas (aquel jugador que lleg¨® a ser tu ¨ªdolo) o simplemente familiares (el campo al que te llevaba tu padre), pero nunca razonables del todo. Eso s¨ª, hay elecciones que no admiten discusi¨®n: he conocido gente que es de un equipo porque su odiado jefe es del otro. Y aqu¨ª no valen historias.
En todo caso, este sentimiento de fidelidad, que a diferencia de otros suele llenar toda una vida, creo que es un sentimiento que nos honra.
Eso s¨®lo, ser de un equipo, ya justificar¨ªa que nos alegre su victoria, pero creo que hay m¨¢s, y es sencillamente esto: sentimos que la victoria es una obra colectiva en la que hemos participado nosotros. Nosotros formamos parte de la historia y la gloria de un club; es decir, el club es nuestro, y los jugadores tambi¨¦n. No negar¨¦ que este sentimiento de obra colectiva tambi¨¦n nos honra, pero a veces caemos en el rid¨ªculo. Cuando yo era joven e iba a la Font de Canaletes, asist¨ª a una discusi¨®n originada por una de las crisis c¨ªclicas del Barcelona. La gente dec¨ªa que era porque los jugadores sal¨ªan de noche, y el club no informaba a la afici¨®n de ello. El que m¨¢s gritaba era un se?or vestido como para pedir limosna, y cuando le pidieron que se calmara grit¨®: "?Nada de eso! ?Como copropietario del club tengo perfecto derecho a saber lo que hacen por la noche mis empleados!".
Me he dado cuenta tambi¨¦n (al menos en eso suelo acertar) de que el f¨²tbol es la ¨²nica salida l¨ªcita que tenemos para lanzar al exterior el aburrimiento y la monoton¨ªa de nuestras vidas. La semana suele ser mon¨®tona, pesada y a veces hostil. No hay emociones, o ¨¦stas son m¨¢s bien adversas. Y de pronto podemos gritar, olvidarnos de todo, sacar fuera el nerviosismo de tantos d¨ªas que en el fondo no han llegado a interesarnos. Recuerdo que cierta vez cerr¨¦ el lugar de trabajo con una persona que iba al f¨²tbol, y que me grit¨®: "?Qu¨¦ bien! ?Ahora podr¨¦ llamar cabr¨®n al ¨¢rbitro!". Esa persona no era un empleado de saneamiento y limpieza, era notario.
(Cuando, adem¨¢s, gritamos s¨®lo en el f¨²tbol y nos olvidamos de todo lo dem¨¢s que ocurre en el pa¨ªs, al Estado le salimos baratos, y todos los ministros del Interior lo saben).
M¨¢s grave, por il¨®gica, me parece la atribuci¨®n a los futbolistas de todas las glorias del pa¨ªs o la ciudad, hasta hacer que el pa¨ªs o la ciudad sean ellos. Eso pod¨ªa tener alg¨²n sentido en los equipos de anta?o, en los que los jugadores eran de la tierra, la sent¨ªan y adem¨¢s no se iban a jugar a otro sitio. Pero esos equipos legendarios militan hoy pobremente en categor¨ªas regionales, porque el dinero de los grandes los ha devorado, porque todos sabemos que los campeonatos se juegan en el campo, pero se ganan en el banco. Pues bien, a los jugadores que antes no hab¨ªan o¨ªdo ni nombrar nuestra ciudad, les atribuimos todas nuestras glorias hist¨®ricas. Hace poco se gast¨® mucho dinero p¨²blico (p¨²blico) para tratar de averiguar qu¨¦ es Catalu?a, cosa que ya debimos aprender en la escuela, pero se ve que no. En el inteligente reportaje televisivo no figuraban ninguno de los arquitectos, poetas, pintores o sabios que s¨ª han sido gloria de Catalu?a. Al contrario, un chaval¨ªn gritaba: "?Catalu?a es Ronaldinho!". Yo no s¨¦ si el simp¨¢tico Ronaldinho acabar¨¢ march¨¢ndose, como se dice, pero si un d¨ªa se va al Arsenal, por ejemplo, resultar¨¢ que Catalu?a pertenece a Londres. La verdad, me preocupar¨ªa much¨ªsimo.
Dir¨ªa m¨¢s sobre la astucia con que algunos clubes han tratado de proclamar que ellos son el pa¨ªs, pero los peri¨®dicos tienen poco espacio, los peri¨®dicos no son de goma. S¨®lo terminar¨¦ diciendo que el f¨²tbol no es en el fondo una mala materia de reflexi¨®n. Aun as¨ª, esta tarde ir¨¦ al campo, me olvidar¨¦ de todo, y si encuentro al viejo notario, hasta puede que le digamos algo al ¨¢rbitro.
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