Ahora son nanopecados
Estoy repasando la lista de los nuevos pecados capitales del siglo XXI promulgada por el Vaticano d¨ªas atr¨¢s (secci¨®n Penitenciar¨ªa Apost¨®lica), y resulta que, despu¨¦s de todos mis excesos en vida con los viejos pecados mortales del catecismo decimon¨®nico del padre Astete, sospecho, ay, que voy a morir en gracia de Dios. Lo cual es algo que jam¨¢s hab¨ªa previsto. No tendr¨¦ nada de grave y vergonzoso que confesarle al cura que me asista en los ¨²ltimos momentos de mi pactada muerte dulce excepto una cosa: haber pactado de antemano con el m¨¦dico mi muerte dulce.
Del resto de estos nuevos pecados capitales del siglo XXI, tal y como est¨¢n formulados por el dicasterio de la Santa Sede, me siento libre de culpa y exento de confesi¨®n. Ni he contaminado el planeta, ni me he enriquecido obscenamente, como en su d¨ªa demostrar¨¢ el cierre definitivo de mi cuenta corriente; s¨®lo tuve tratos con las drogas en las postrimer¨ªas tardopop del siglo XX, y casi siempre por cuestiones de productividad posmoderna, y en cuanto al gran pecado capital del nuevo milenio, el que m¨¢s cabrea al Dios del Vaticano, ya me dir¨¢n c¨®mo un contumaz tipo de letras como yo, tan negado para las nanociencias de las nuevas part¨ªculas elementales (me dicen que ahora no hay tres, sino 61) y que s¨®lo conoce los tres estados de la materia del bachillerato (s¨®lido, l¨ªquido y gaseoso), va a confesarse del grav¨ªsimo pecado de experimentaci¨®n y manipulaci¨®n gen¨¦tica, de atentar contra la bio¨¦tica o de violar los derechos fundamentales de la naturaleza humana.
Es m¨¢s, respecto a los viejos pecados capitales de lujuria, adulterio, gula, avaricia, ira, envidia y soberbia, s¨®lo decir que siempre estuve muy en contra, y as¨ª lo confes¨¦ p¨²blicamente, de los culebrones y esos programas rosas y cotillas de nuestra televisi¨®n, que siempre utilizaron la materia prima de esos mismos pecados contra Dios para aumentar el share y disparar las audiencias.
Ahora bien, tengo una seria duda teol¨®gica respecto a estos pecados del siglo XXI reformulados por la Santa Sede. Si no entiendo mal, lo que ahora mismo ofende gravemente a Dios son los nanopecados relacionados directamente con el potente microscopio de los laboratorios cient¨ªficos de las manipulaciones gen¨¦ticas, las c¨¦lulas madre y los embriones, esos pecaminosos tratos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos con lo infinitamente peque?o, con tanta d¨ªscola y recombinable part¨ªcula elemental, mientras que ahora mismo la Penitenciar¨ªa Apost¨®lica no dice una sola palabra sobre las m¨¢s c¨¦lebres herej¨ªas de los ¨²ltimos siglos, que, como se recordar¨¢, siempre estuvieron estrechamente relacionadas con la ciencia telesc¨®pica de lo infinitamente grande (los macropecados), como se demostr¨® con el muy recientemente amnistiado Galileo y la aceptaci¨®n sin rechistar del Vaticano sobre las ¨²ltimas noticias del Big Bang.
?Es m¨¢s pecado capital la visi¨®n con el microscopio que la visi¨®n del telescopio? ?Ofende m¨¢s a Dios el voyeurismo de lo infinitamente peque?o que la visi¨®n del universo tambi¨¦n infinito? ?Cu¨¢l es la escala exacta del ojo de Dios?
A ojo de buen cubero, yo siempre hubiera jurado que la pregunta fundadora del ate¨ªsmo y sus filosof¨ªas consiguientes era: ?hay alguien ah¨ª?, pero est¨¢ visto que los te¨®logos han cambiado de lente y chaqueta en estos ¨²ltimos tiempos y ya no les interesa nada de lo que ocurre en el universo, sino los pormenores nanom¨¦tricos de la vida en el ¨²nico planeta del cosmos infinito en el que, por pura chorra, hay vida procedente de aquella sopa de bacterias primordiales.
Recientemente, el profesor Dietram Scheufele, de la Universidad de Wisconsin-Madison, present¨® un estudio de febrero de 2008 en el que demuestra que la actual ciencia norteamericana se distingue de la comunidad cient¨ªfica europea por la religi¨®n. Y la encuesta se basa en un solo detalle: los cient¨ªficos norteamericanos, al contrario de los europeos, creen en su mayor¨ªa que la investigaci¨®n en nanotecnolog¨ªas, biotecnolog¨ªa y manipulaci¨®n con c¨¦lulas madre es pecado mortal porque as¨ª se "juega a ser Dios", mientras que los batas blancas de Eurolandia, mucho m¨¢s seculares por tradici¨®n, no tienen, gracias a Dios, ese mismo problema religioso "que medievaliza la nueva ciencia norteamericana del siglo XXI", y por eso los europeos son actualmente tan superiores en ciencias y tecnolog¨ªas de lo infinitamente peque?o.
Pues bien, yo cre¨ªa que el Vaticano, a pesar de todo, era un Estado de Europa, y con todas las de la ley; pero al decretar el reciente anatema de Dios sobre los nanopecados, la nanometr¨ªa y otras ciencias y t¨¦cnicas de lo infinitamente peque?o, resulta que la Santa Sede, como por si acaso, se nos ha convertido al nuevo Dios norteamericano.
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