Italia vive harta de la (mala) pol¨ªtica
Los italianos se acercan a la cita electoral en un clima de hast¨ªo y pesimismo
Faltan 15 d¨ªas para que Italia vuelva a las urnas, apenas han pasado dos a?os desde la ¨²ltima cita, la legislatura muri¨® a mitad de camino con un esc¨¢ndalo televisado en directo al mundo entero, llevamos ya un largo mes de campa?a electoral, la mozzarella ni siquiera es lo que era, Alitalia dice que quiere ser francesa y el repetitivo populismo berlusconiano -sonrisas blancas, intereses oscuros, demagogia, nacionalismo, chistes e insultos, la vida sigue igual desde 1994- campa en todos los sondeos.
Puede pasar cualquier cosa porque hay todav¨ªa una legi¨®n de indecisos (cerca de un tercio), y Walter Veltroni, el templado l¨ªder del centro-izquierda, trata de contentar a todos recorriendo Italia pueblo a pueblo, prometiendo reformas, lucha contra las mafias ("?no nos vot¨¦is, os destruiremos!", clam¨® el viernes en Sicilia), y poco a poco ha reducido su desventaja hasta los seis puntos (8,5 seg¨²n Berlusconi). Adem¨¢s, el Senado parece dirigirse dritto dritto (imparable) hacia un nuevo empate, lo que volver¨ªa a hacer ingobernable el pa¨ªs, que ha tenido 27 gobiernos en 30 a?os.
Es f¨¢cil adivinarlo: a estas alturas de II Rep¨²blica, y con la que est¨¢ cayendo sobre muchas familias -la cesta de la compra subiendo al 20% anual, la luz y el gas por las nubes, los salarios estancados, el miedo generalizado a la inmigraci¨®n, la fuerte precarizaci¨®n...- muchos italianos est¨¢n hartos de elecciones, de la casta de los pol¨ªticos, del Vaticano, de los clanes, las mafias y los lobbies que retroalimentan la eterna canci¨®n lampedusiana, dejemos que todo cambie para que todo siga igual.
"Estamos preocupados porque la abstenci¨®n puede ser muy alta", reconoce Donato Mosella, candidato del Partido Democr¨¢tico por la regi¨®n de Campania. Hijo de emigrantes en Brasil, cristiano de base y hombre espiritual que mira a los ojos, Mosella es uno de los miles de aspirantes a ocupar uno de los m¨¢s de mil esca?os que se repartir¨¢n en las urnas los d¨ªas 13 y 14. Pero su percepci¨®n de su regi¨®n, y de su pa¨ªs, est¨¢ tan llena de desesperanza como la de muchos compatriotas: "Mucha gente todav¨ªa respeta m¨¢s a la criminalidad organizada que al Estado. Los l¨ªmites legalidad / ilegalidad son muy difusos. La pol¨ªtica, a causa en parte de un sistema electoral que nos aleja de los votantes, se ve impotente para frenar eso, pero la antipol¨ªtica produce efectos mucho peores. ?Si no tenemos fe en la pol¨ªtica, en qu¨¦ la vamos a tener?".
Pero en el ambiente se respira algo peor, menos coyuntural: en Mil¨¢n, en Cerde?a, en Sicilia, en N¨¢poles o en Roma, es muy f¨¢cil encontrar gente que ha perdido la fe en su propio pa¨ªs. "Italia es una novela negra", afirma Massimo Carlotto, de 51 a?os, autor de libros policiacos provocadores, que denuncian la infiltraci¨®n creciente de las mafias, nacionales y for¨¢neas, en la polic¨ªa, la magistratura, la pol¨ªtica, la econom¨ªa. "La escritura negra se hizo subversiva en tiempos de Berlusconi", explica Carlotto en un bar de Cagliari (Cerde?a), "aunque contamos s¨®lo la realidad. Los lectores saben que todo lo que escribimos es verdad. Pero se vende como ficci¨®n, y nadie hace nada".
"Estamos mal, peor que nunca, la decadencia moral es absoluta, vivimos en una falsificaci¨®n permanente y no hacemos m¨¢s que lamentarnos porque el mundo no se adapta a nosotros", diagnostica el escritor napolitano Maurizio Braucci. "Necesitamos una revoluci¨®n cultural, establecer nuevos deseos, menos ego¨ªstas y m¨¢s colectivos, pero la gente debe movilizarse desde abajo", dice, "porque la pol¨ªtica ya no funciona como motor del cambio social. La pol¨ªtica exalta nuestros vicios, no nuestras virtudes".
Braucci, de 41 a?os, ha decidido, como Roberto Saviano y Carlotto, dar un paso al frente y denunciar. Italia, seg¨²n el autor de Il mare guasto, (El mar podrido), "vive una comedia del arte sin pizca de arte" y necesita "repensar el Estado" para afrontar sus problemas: "Los empresarios y las ¨¦lites se comportan de modo criminal con el medio ambiente y la seguridad; los sindicatos tienen una cultura del puesto del trabajo, no del trabajo; la precariedad laboral ha precarizado la vida; hay un corporativismo paralizante a izquierda y derecha, y la Iglesia es un enorme problema cultural, porque hace pol¨ªtica pero no utiliza su autoridad moral para denunciar la conexi¨®n familia-criminalidad que favorece a las mafias".
Mujeres, peque?os y medianos empresarios, muchos j¨®venes respiran ese mismo hartazgo. "Tenemos un pa¨ªs burocr¨¢tico, viejo y clientelar. Por eso hemos perdido el orgullo de naci¨®n", dice Elvira Zingone, due?a de una agencia de viajes de idiomas.
Residente en Espa?a durante siete a?os, Zingone volvi¨® en 2001 a Italia llena de ilusi¨®n. Ahora tiene 41: "Y ya se me ha quitado, aunque votar¨¦ a Veltroni confiando en que no nos enga?e ¨¦l tambi¨¦n". Abrir la empresa fue una odisea, cuenta: "Pagamos unos impuestos alt¨ªsimos y si quieres pedir una ayuda de la Uni¨®n Europea necesitas seis meses de papeleo. Si el Estado te trata como si fueras a robar, al final desistes".
Mientras, cada noche, la discusi¨®n pol¨ªtica se adue?a de los canales de televisi¨®n. Es el nuevo espect¨¢culo del prime time. Se oye "un parloteo continuo, una ret¨®rica brillante pero vac¨ªa de contenido", afirma Zingone. Pocas ideas sencillas, escasas propuestas globales, y los ciudadanos haciendo de p¨²blico. El cultivo ideal, como ha avisado Ezio Mauro, director de La Repubblica, para el populismo.
El veterano signor Marino, due?o de una pizzer¨ªa abierta desde 1934 junto al puerto de N¨¢poles, no es menos pesimista: "Italia ya no es tan bella como era. Todo est¨¢ parado. El nivel intelectual ha ca¨ªdo en picado, tenemos pol¨ªticos incompetentes y nos hemos quedado detr¨¢s de Espa?a y Francia".
Se dir¨ªa que, si algo cambia, lo hace a peor, como en el caso de la basura de N¨¢poles. Las mafias y las ecomafias manejan, seg¨²n diversos c¨¢lculos, un 6% del PIB. "La Camorra est¨¢ en ayuntamientos, barrios, familias, callejones. Es como una hidra", resume con gesto resignado el comisario jefe de la polic¨ªa de N¨¢poles, Angelo Mastropaolo, "si detienes a uno, enseguida salen tres m¨¢s".
En Calabria, la 'Ndrangheta ha escenificado esta semana una nueva guerra a tiro limpio: cuatro muertos, incluida una ni?a de cinco a?os, hija de un boss...
"?Forza Berlusconi!", exclama alegre Antonella Esposito, guapa dependienta de un supermercado napolitano. Tiene 35 a?os, es madre de un hijo, y se declara beata de Ges¨² y la Madonna. Su optimismo suena enternecedor: "Italia sigue siendo troppo bella".
En la guarida de la Camorra
"Scampia es el no lugar", dice Tonino Tornaiuolo, un joven de 21 a?os que naci¨® y vive en este barrio de la periferia norte de N¨¢poles, una enorme ciudad dormitorio en la que habitan unas 80.000 personas. Las casas est¨¢n agrupadas en lotes, e inmensas avenidas separan unos de los otros: "Salvo un bareto peque?o y un quiosco, no hay tiendas de ninguna clase, no hay hospital, no hay bares ni restaurantes. As¨ª que cuando sales, lo ¨²nico que puedes decir es: ?y ahora ad¨®nde voy?".
El barrio fue construido en los a?os setenta, y sirvi¨® para realojar a las familias que viv¨ªan en situaci¨®n de riesgo en el centro hist¨®rico, y a muchos otros que perdieron las casas en el terremoto de 1980. Con ellos llegaron unos 800 gitanos eslavos, procedentes de Yugoslavia.
M¨¢s de 25 a?os despu¨¦s, Scampia es un supermercado de droga y un modelo de abandono. Los gitanos siguen viviendo en sus chabolas, debajo de una autopista, y aunque sus hijos han nacido aqu¨ª siguen sin tener papeles. Muchos j¨®venes -hay un 75% de paro juvenil- caen en las redes de la Camorra, que decide la escala jer¨¢rquica de los camellos. "Aqu¨ª el Estado es la Camorra", explica Tonino. "Es el barrio m¨¢s nuevo de N¨¢poles, pero est¨¢ todo por hacer. Desde los 11 a?os, las familias captan a los ni?os para avisar si viene la polic¨ªa, y luego van ascendiendo hasta que se ponen a pasar droga".
Algunos j¨®venes de Scampia se han rebelado contra esa situaci¨®n con el apoyo del cura jesuita Fabrizio Balletti y su centro de formaci¨®n Gonzalo Hurtado. Gracias a ellos, Scampia es hoy un s¨ªmbolo de esperanza y un modelo de resistencia cultural a la Camorra. "A Dios no hace falta defenderlo, se defiende solo", exclama el padre Balletti, de 70 a?os".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.