?Es realmente irrelevante el gasto educativo?
La publicaci¨®n de los resultados del programa PISA de la OCDE, el pasado mes de diciembre, traslad¨® a la opini¨®n p¨²blica la discusi¨®n acerca de los determinantes de los resultados educativos. En el nivel micro, ha quedado ya suficientemente difundida la trascendencia, a la hora de explicar c¨®mo punt¨²an los alumnos en PISA, de los factores socioculturales asociados con la familia y el entorno de los alumnos. Tambi¨¦n en el mismo nivel, se ha expuesto en los medios de comunicaci¨®n la importancia que tienen los compa?eros de aula y de centro en el proceso de aprendizaje y, por tanto, en los resultados finales que aparecen en PISA. Los efectos provocados por los compa?eros (peer-effects) son especialmente importantes en un contexto como el espa?ol, donde la segregaci¨®n educativa -en buena medida reflejo de la segregaci¨®n urbana- constituye un problema central de nuestro sistema educativo. El conocimiento por parte de la opini¨®n p¨²blica de los dos aspectos que he mencionado hasta el momento ha mejorado sustancialmente con respecto a hace pocos a?os.
Buena parte de las mejores pol¨ªticas que se?ala la OCDE exigen presupuestos adicionales
Coincidiendo tambi¨¦n con la difusi¨®n de los resultados de PISA, en diversos art¨ªculos se ha dado ¨¦nfasis a la idea de que el gasto educativo presenta una relaci¨®n muy tenue o nula con los resultados educativos de los j¨®venes. Estas argumentaciones, referidas a los determinantes macro del rendimiento, han tenido en ocasiones una acogida favorable por parte de responsables pol¨ªticos de algunas comunidades aut¨®nomas, que han visto legitimado su recelo ante las pol¨ªticas que suponen una expansi¨®n del gasto educativo. Quisiera exponer en estas l¨ªneas c¨®mo, a mi juicio, la relaci¨®n entre gasto y resultados educativos debe ser considerada con mayor atenci¨®n, superando aproximaciones que considero excesivamente esquem¨¢ticas.
En efecto, si bien el an¨¢lisis de los resultados de PISA lleva inmediatamente a desterrar una visi¨®n ingenua del efecto del gasto educativo como panacea contra todos los males de los sistemas educativos, es necesario introducir suficientes matices en la argumentaci¨®n como para no ir a parar al extremo opuesto y pasar a considerar in¨²tiles los esfuerzos presupuestarios en el terreno educativo. Destacar¨¦ aqu¨ª tres de estos matices:
1) El gasto educativo como condici¨®n necesaria pero no suficiente. Suele ser necesario efectuar elevados niveles de gasto para alcanzar resultados de PISA por encima de la media (salvo en el excepcional caso de algunos pa¨ªses ex-socialistas como Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa y Eslovenia, donde el desarrollo del sistema educativo durante las generaciones anteriores fue particularmente intenso) pero estos niveles de gasto no resultan suficientes para alcanzar buenos resultados si no se re¨²nen una serie de condiciones adicionales. Si nos referimos a las competencias cient¨ªficas analizadas en PISA-2006, algunos casos llamativos en este sentido son los de Estados Unidos o Italia; esta ¨²ltima, con un gasto por alumno en educaci¨®n secundaria -en paridades de poder de compra- mayor en un 17% al espa?ol obtiene una puntuaci¨®n de 475 puntos, dieciocho por debajo de la media espa?ola.
2) El gasto educativo como instrumento impulsor de la equidad y la cohesi¨®n social. Los programas educativos que exigen gastos adicionales no afectan por igual al conjunto de los usuarios del sistema. Pensemos, por ejemplo, en los programas compensatorios. Los resultados de estos programas, cuando son positivos, permiten incrementar los resultados educativos de colectivos no necesariamente numerosos, pero especialmente merecedores de atenci¨®n debido a motivos vinculados con la equidad y la cohesi¨®n social. El gasto educativo puede no traducirse, en este caso, en una gran elevaci¨®n de la puntuaci¨®n media de PISA, pero s¨ª en una elevaci¨®n moderada de las puntuaciones de colectivos objetivos de programas concretos de gasto. El que tales programas no supongan elevaciones notables de los resultados de un pa¨ªs no les hace, por tanto, perder en absoluto legitimidad.
3) El gasto educativo como necesidad defensiva. Los objetivos de las pol¨ªticas de gasto educativo se sit¨²an a menudo en abordar necesidades educativas acuciantes, como las derivadas de la inmigraci¨®n y de la segregaci¨®n escolar. Tenemos un ejemplo claro, en el caso espa?ol, en los "pactos educativos" firmados en los ¨²ltimos a?os en diferentes comunidades aut¨®nomas. Dif¨ªcilmente se pueden descartar como irrelevantes o poco eficaces estos programas de gasto simplemente porque no contribuyan a mejoras espectaculares del rendimiento en PISA. Podemos encontrarnos ante una necesidad "defensiva": ?Hasta qu¨¦ niveles caer¨ªa el rendimiento educativo en los pr¨®ximos a?os de no aplicar programas activos que implican gasto educativo?
Resulta bastante claro, por lo que sabemos, que los mejores resultados educativos los obtienen las poblaciones cuya generaci¨®n anterior ya tuvo un buen resultado educativo. Sin embargo, esta afirmaci¨®n no deber¨ªa llevarnos a una pasividad en las pol¨ªticas educativas ya que tambi¨¦n sabemos que, aunque sea con rendimientos decrecientes, las pol¨ªticas educativas pueden ser eficaces. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en las pol¨ªticas educativas recogidas como "buenas pr¨¢cticas" en el reciente informe de la OCDE No More Failures. Ten Steps to Equity in Education y t¨¦ngase en cuenta que cinco de las 10 pol¨ªticas recogidas en el informe exigen esfuerzos presupuestarios adicionales.
Considero, en suma, que el ¨¦nfasis que se ha dado a la falta de conexi¨®n entre gasto educativo y resultados educativos pod¨ªa haber sido una buena llamada de atenci¨®n, hace unos a?os, ante posiciones ingenuas. En la actualidad, sin embargo, deber¨ªamos pasar a una fase m¨¢s avanzada del debate. De este modo, quiz¨¢s no corramos el riesgo de situarnos en posiciones excesivamente esquem¨¢ticas y acabar tirando al ni?o con el agua del ba?o.
Jorge Calero es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Barcelona.
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