Jules Dassin, director de cine
Estadounidense afincado en Francia, realiz¨® filmes personales y comerciales
Jules Dassin falleci¨® ayer en Atenas, en una cl¨ªnica privada. Ten¨ªa 96 a?os y llevaba tiempo alejado del cine. Dassin hab¨ªa nacido en EE UU, en Middletown, y se hab¨ªa formado teatralmente en Europa. De regreso a EE UU trabaja como actor en el teatro jud¨ªo y como director de emisiones de radio de ¨¦xito. En 1940, la RKO le permite trabajar como ayudante de Alfred Hitchcock.
Su primera pel¨ªcula, en 1941, es una adaptaci¨®n de El coraz¨®n delator, de Edgar Allan Poe que obtuvo un gran ¨¦xito. Eso le abre la puerta a la Metro, donde realiza cinco largometrajes de encargo y de tonalidad distinta: comedia, cine de espionaje, policiaco o fant¨¢stico. Durante esos a?os rueda tambi¨¦n cortometrajes de promoci¨®n de m¨²sicos c¨¦lebres, entre ellos Pablo Casals, y establece una buena amistad con alemanes que han huido del nazismo, entre ellos Thomas Mann y Bertold Brecht.
En 1947 entra en relaci¨®n con el productor Mark Hellinger y Dassin pasa a poder realizar obras m¨¢s personales. Es el momento de sus grandes pel¨ªculas "negras", con una acertada mezcla de documental y ficci¨®n. Brute Force y Naked City, ambas de 1947, son obras maestras a pesar de que la censura les quit¨® algo de su fuerza. Thives Higway, de 1949, es otro acierto y una sorpresa, pues aborda un tema social -el papel de los intermediarios en el comercio de la fruta- y lo hace en clave de encuesta apasionada.
En 1950 Dassin rueda en Londres la excelente Nigth in the city y descubre al mismo tiempo que no puede regresar a Estados Unidos porque sus antiguos amigos -entre ellos el cineasta Edward Dmitrick- le han denunciado como miembro del partido comunista ante el comit¨¦ de actividades antiamericanas.
Dassin decide instalarse en Europa y elige como nueva patria Francia, donde el brazo paranoico del senador McCarthy no puede impedirle rodar Du rififi chez les hommes (1955), con un estupendo Jean Servais como protagonista y una ejemplar secuencia de robo perfecto. En Europa puede abordar proyectos que dif¨ªcilmente habr¨ªan seducido en Hollywood -Celui qui doit mourir (1957) a partir de la novela de Kazantzakis; La Loi (1958), basada en la obra hom¨®nima de Roger Vailland, o Never on Sunday (1960), que transforma a Melina Mercuri en estrella internacional- y obtiene grandes ¨¦xitos comerciales, como Topkapi (1964), o de prestigio, Phedra (1962). Aunque seguir¨¢ rodando hasta entrados los ochenta, la inspiraci¨®n ya no est¨¢ ah¨ª. La lucha pol¨ªtica de su esposa -la mencionada actriz griega Melina Mercuri- le interesa m¨¢s y, durante los ¨²ltimos a?os, ya como ciudadano griego, se ocup¨® sobre todo de la reivindicaci¨®n relativa a la devoluci¨®n, por parte del British Museum, de los frisos del Parten¨®n.
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