Irak, un dilema tambi¨¦n europeo
Al entrar en el sexto a?o de lo que algunos ya denominan la guerra de los tres billones de d¨®lares en Irak y mientras decenas de miles de soldados occidentales luchan, y muchos mueren, en tierras musulmanas, cuando, pese a la firma de los pactos de Annapolis, Israel tiene previsto levantar en torno a mil nuevas casas en los territorios palestinos ocupados, y mientras el d¨®lar se desploma y los precios del petr¨®leo se disparan hasta niveles ins¨®litos, todas las miradas est¨¢n pendientes de las elecciones estadounidenses.
En todo el mundo se escuchan las mismas preguntas: ?veremos m¨¢s de lo mismo en 2009? ?Cabe esperar un rechazo del "imperialismo democr¨¢tico" despu¨¦s de una guerra ilegal que el general Ricardo S¨¢nchez calific¨® de "pesadilla sin fin a la vista" y que ha hecho que tanto Estados Unidos como el resto del mundo sean menos seguros?
En Irak no habr¨¢ soluci¨®n leg¨ªtima sin una resoluci¨®n de Naciones Unidas
La b¨²squeda de una soluci¨®n militar en Irak no ayuda a renovar el lazo transatl¨¢ntico
El ex primer ministro Olof Palme, para el que trabaj¨¦, era un cordial admirador de Estados Unidos. Se opuso firmemente a la guerra de Vietnam, pero insist¨ªa en que deb¨ªamos prepararnos para la ¨¦poca posterior a dicha contienda. Y en su momento, su visi¨®n termin¨® contando con apoyo estadounidense. Durante la visita oficial a Suecia de Walter Mondale, en 1979, juntos escuchamos al vicepresidente estadounidense declarar p¨²blicamente respecto a Vietnam: "Ustedes ten¨ªan raz¨®n y nosotros est¨¢bamos equivocados". Antes de esa fecha, en enero de 1973, el secretario de Estado William Rogers, con esp¨ªritu de responsabilidad y realismo, hab¨ªa firmado en Par¨ªs el Acuerdo para terminar la guerra y recuperar la paz en Vietnam, que en su art¨ªculo 21 estipulaba: "Estados Unidos prev¨¦ que este acuerdo supondr¨¢ el comienzo de una ¨¦poca de reconciliaci¨®n con la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Vietnam y todos los pueblos de Indochina. Siguiendo su pol¨ªtica tradicional, Estados Unidos contribuir¨¢ a cicatrizar las heridas de la guerra y a la reconstrucci¨®n de la posguerra en la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Vietnam y toda Indochina".
En relaci¨®n a Irak, quiz¨¢ no quepa esperar tal declaraci¨®n de remordimiento (tan necesaria) del nuevo/a presidente/a estadounidense. Sin embargo, en estos turbulentos momentos, s¨ª debemos prepararnos ya para la ¨¦poca posterior a la guerra de Irak. Es preciso ordenar correctamente nuestras prioridades, crear un nuevo compromiso entre las dos orillas del Atl¨¢ntico y sumar nuestras acciones colectivas en los problemas mundiales.
El cambio debe iniciarse en Washington. Necesitamos conocer los objetivos ocultos de Estados Unidos y saber cu¨¢l va a ser el papel de Naciones Unidas en Irak. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con la declaraci¨®n firmada el 26 de noviembre por el presidente Bush y el primer ministro iraqu¨ª Maliki, en la que Estados Unidos parec¨ªa comprometerse a permanecer durante mucho tiempo en el pa¨ªs y a tratar de sustituir el mandato actual del Consejo de Seguridad por "un acuerdo bilateral"?
Los dem¨®cratas se han opuesto a esa declaraci¨®n, pero tras esta imprevisible campa?a electoral, muchos europeos se preguntan si la guerra iniciada por los republicanos podr¨ªa convertirse en una guerra aut¨¦nticamente estadounidense, con bases, miles de soldados y a¨²n m¨¢s personal de apoyo en Irak, incluyendo a los infames contratistas privados.
Ese escenario ser¨ªa aplaudido por los autores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, que en 1988 solicitaron "una fuerte presencia militar... con el fin de defender nuestros intereses vitales en el golfo P¨¦rsico". Se lograr¨ªan as¨ª gran parte de las exigencias del Proyecto: el derrocamiento de Sadam Husein; el establecimiento de una cabeza de puente estadounidense en la regi¨®n, cerca de los pozos petrol¨ªferos; una situaci¨®n supuestamente m¨¢s segura para Israel, y la despreocupaci¨®n respecto a las resoluciones de las Naciones Unidas.
Sin embargo, la opini¨®n p¨²blica europea no lo aceptar¨ªa, ni tampoco la UE podr¨ªa acompa?ar a Estados Unidos en Irak, aunque algunos l¨ªderes de la Uni¨®n manifiesten la esperanza de que el pr¨®ximo enero estemos ante un nuevo punto de partida. En consecuencia, lo que se necesita es que EE UU vuelva a respetar la carta de la ONU y los convenios de Ginebra.
Sin esas precisiones, sobre todo por parte de los republicanos, los observadores extranjeros podr¨ªan interpretar que se est¨¢ produciendo en la posici¨®n de Estados Unidos es un reparto de papeles entre "el poli malo y el poli bueno". Mientras el "poli bueno", el senador McCain, guarda silencio, vemos que el presidente estadounidense se prepara para aplicar planes unilaterales en Irak y veta una ley que podr¨ªa haber prohibido expl¨ªcitamente a la CIA aplicar torturas como la consistente en sofocar a los detenidos empapando las capuchas que envuelven su cabeza.
McCain ha defendido, en el n¨²mero de diciembre de 2007 de Foreign Affairs, una revitalizaci¨®n de la cooperaci¨®n transatl¨¢ntica. Para ¨¦l, el futuro de dicha cooperaci¨®n radica en el "desarrollo de una pol¨ªtica energ¨¦tica conjunta y la creaci¨®n de un mercado com¨²n transatl¨¢ntico que una m¨¢s estrechamente nuestras econom¨ªas e institucionalice nuestra cooperaci¨®n en cuestiones como el cambio clim¨¢tico, la asistencia exterior y el fomento de la democracia".
Son nobles objetivos, pero la UE ya est¨¢ trabajando intensamente en esas ¨¢reas y la decisi¨®n del senador de buscar una soluci¨®n militar en Irak no fomentar¨¢ una mayor cooperaci¨®n.
En Irak no habr¨¢ ninguna soluci¨®n sostenible ni leg¨ªtima sin una resoluci¨®n de las Naciones Unidas. Pero, atenci¨®n, una resoluci¨®n imprecisa podr¨ªa convertirse en un c¨¢liz envenenado para este organismo internacional.Un destacado acad¨¦mico estadounidense le dijo a un grupo de diplom¨¢ticos europeos en agosto de 2002 que el supuesto plan de la Administraci¨®n de Bush para Irak era: "Entrar, librarnos (de Sadam), salir, y dejar que la ONU y la UE mareen la perdiz".
A ambos lados del Atl¨¢ntico hay desconfianza, desconocimiento y prejuicios para dar y tomar. Pero necesitamos urgentemente una renovada confianza y una aut¨¦ntica cooperaci¨®n, porque sin EE UU no habr¨¢ estabilidad en el mundo, y tampoco en la ONU. Unilateralismo es igual a da?os colaterales; multilateralismo, a beneficios colaterales.
Pierre Schori es director general de la Fundaci¨®n para las Relaciones Internacionales y el Di¨¢logo Exterior (FRIDE). Ha sido enviado especial del secretario general de Naciones Unidas en Costa de Marfil. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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