El 'hippy' que quiso ser punk
Un documental de Julian Temple retrata las turbulencias intelectuales y las dudas art¨ªsticas del m¨²sico Joe Strummer, fundador de The Clash
El leitmotiv de Vida y muerte de un cantante: Joe Strummer son las hogueras. En diferentes localizaciones se encienden vistosas fogatas nocturnas; alrededor, amigos y amantes de Strummer comparten sus memorias, mientras suena una exquisita selecci¨®n radiof¨®nica del difunto.
?stas no son hogueras apocal¨ªpticas, de supervivientes. Son hogueras contraculturales, donde una gente da la espalda a las luces de la ciudad y examina a?ejas revoluciones. Son, vamos a decirlo, hogueras hippies donde se fuma, se canta y se cuentan historias. El realizador, Julian Temple, argumenta que Strummer alcanz¨® la paz interior en sus ¨²ltimos a?os, cuando encabezaba los Mescaleros, banda de impacto modesto. Hay que verle acampando en el festival de Glastonbury, feliz de estar haciendo lo mismo que los primeros pobladores de la isla 2.000 a?os atr¨¢s. De repente, este hombre de familia muere de una inadvertida deficiencia cardiaca.
As¨ª terminaba una vida de impostura. Joe Strummer era en realidad John Mellor, hijo de diplom¨¢tico y educado en un colegio privado. El seud¨®nimo, con su nombre corriente y su apellido proletario (strummer significa rasgueador, de oficio tocador de guitarra), indica la voluntad de desclasamiento, la atracci¨®n por el mito del itinerante trovador comprometido, a lo Woody Guthrie. Joe trabaj¨® en un cementerio y en lo que se terciara, hasta que entendi¨® que era m¨¢s c¨®modo cobrar el paro e instalarse de okupa.
Strummer se subi¨® al tren del pub rock pero, como ese convoy apenas se mov¨ªa, salt¨® al del punk rock, que llevaba una velocidad vertiginosa. De The 101'ers pas¨® a The Clash, abjurando de las actitudes hippies y practicando una demagogia que, sabemos, no le dejaba dormir tranquilo. Adem¨¢s, sol¨ªa perder el control. Termin¨® a golpes con Mick Jones, despidi¨® sin contemplaciones a Topper Headon... y luego revel¨® que era un yonqui. Headon pas¨® el mal trago de escuchar su Rock the casbah tocado por otro baterista, aunque Strummer tambi¨¦n recibir¨ªa un golpe brutal al ver, durante la primera guerra del Golfo, c¨®mo cargaban en un avi¨®n una bomba que llevaba esa inscripci¨®n (la canci¨®n sigue siendo favorita de las emisoras militares inglesas y estadounidenses en Irak).
Igualmente, Strummer parece el responsable de volver a llamar a Bernie Rhodes, representante megal¨®mano que todav¨ªa asegura ser el inventor de The Clash (y del punk en general). Las declaraciones seleccionadas por Temple sonrojan. Se escuda en la relaci¨®n de Joe con el cine para colar algunos delirios: como Martin Scorsese asegurando que la energ¨ªa de Toro Salvaje deriva de The Clash.
Por el contrario, quedan muchos enigmas. Poco antes de morir, Strummer y Jones se re¨²nen y tocan temas de The Clash. T¨ªpicamente, no ocurre en un evento de la industria, como su ingreso en el Rock & Roll Hall of Fame, sino en el concierto de apoyo a unos bomberos en huelga. ?Habr¨ªa resistido Strummer la millonaria presi¨®n para volver a girar? Con otro grupo, no importar¨ªa. Pero The Clash era diferente.
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