La decadencia del d¨®lar
La moneda de EE UU pierde fuerza como divisa de referencia, con una ca¨ªda sostenida que dura ya m¨¢s de seis a?os
Los norteamericanos suelen decir que Dios protege a los ni?os, a los tontos, a los perros y a los Estados Unidos de Am¨¦rica. Pero la protecci¨®n divina no parece incluir al d¨®lar: el billete verde inici¨® en 2002 un declive sostenido que no acaba de detenerse. En aquel momento, con un euro se obten¨ªan 86 c¨¦ntimos de d¨®lar. Ahora, el cambio sale por 1,57.
Y la cuesti¨®n es hasta d¨®nde puede seguir cayendo. La supermodelo brasile?a Gisele Bundchen, los anticuarios de Manhattan, los vendedores de entradas del Taj Majal y hasta el rapero Jay Z han sido noticia en los ¨²ltimos meses por un denominador com¨²n: no aceptan d¨®lares o prefieren cobrar en euros ante la ca¨ªda del billete verde. El d¨®lar sigue siendo la moneda internacional de referencia, pero los inversores ya no le tienen la misma fe. Los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo -junto a las grandes econom¨ªas asi¨¢ticas- empiezan incluir el euro en sus ingentes reservas, en detrimento del d¨®lar. Algunos, como Ir¨¢n, incluso tienen previsto cobrar el crudo en euros, por razones econ¨®micas pero tambi¨¦n pol¨ªticas.
La creciente debilidad de la econom¨ªa estadounidense y un d¨¦ficit exterior galopante tiran a la baja del billete verde
Detr¨¢s de esa decadencia del d¨®lar est¨¢ la debilidad de la econom¨ªa estadounidense. La crisis financiera iniciada con las hipotecas basura el pasado agosto ha desembocado en la temida recesi¨®n y ha acentuado el perfil bajo del billete verde con respecto al euro y a otras monedas, como el yen y la libra. Hay m¨¢s razones. Los norteamericanos han vivido durante a?os por encima de sus posibilidades, con un d¨¦ficit exterior galopante, que ronda los 750.000 millones de d¨®lares, m¨¢s del 5% del producto interior bruto de Estados Unidos.
Aun as¨ª, es dif¨ªcil que el d¨®lar pierda estatus. El financiero George Soros apost¨® en 1992 contra la libra esterlina y gan¨®: la moneda brit¨¢nica se derrumb¨®. Los ataques especulativos fueron habituales a lo largo de los a?os noventa: M¨¦xico, Tailandia, Rusia, Brasil y un poco m¨¢s tarde Argentina sufrieron el acoso de los especuladores sobre sus monedas. Espa?a, tambi¨¦n. Pero, en principio, el d¨®lar est¨¢ en otra categor¨ªa.
"El declive del d¨®lar es evidente, por la propia desaceleraci¨®n de la econom¨ªa americana. Y las autoridades de medio mundo han empezado a diversificar sus reservas. Pero ese es un proceso que viene de lejos, y que va a seguir siendo muy gradual. Dif¨ªcilmente puede haber correcciones dr¨¢sticas porque al fin y al cabo la econom¨ªa de Estados Unidos empezar¨¢ a recuperarse en la segunda mitad de este a?o", asegura Pablo Guijarro, de AFI. En otras palabras: es normal el castigo, que ha llevado el d¨®lar a niveles nunca vistos, pero no se espera una debacle. "Adem¨¢s, el d¨®lar d¨¦bil le viene de lujo a EE UU: sus exportaciones son m¨¢s baratas y permiten rebajar el d¨¦ficit exterior", a?ade Guijarro.
Jos¨¦ Carlos D¨ªez, economista jefe de Intermoney, destaca que Estados Unidos "necesita en estos momentos un d¨®lar a la baja para salir del paso". "Pero no va a dejar de ser la moneda de referencia mientras la primera econom¨ªa del mundo siga liderando las ganancias mundiales de competitividad", asegura.
Tras la inestabilidad en los tipos de cambio hay siempre desequilibrios comerciales. Y los desequilibrios de balanza de pagos no han dejado de incrementarse en los ¨²ltimos a?os: los m¨¢s de 700.000 millones de d¨®lares del d¨¦ficit estadounidense contrastan con los holgados super¨¢vit de econom¨ªas como Jap¨®n, China y otros pa¨ªses emergentes. Un super¨¢vit sostenido suele suponer, a la larga, la apreciaci¨®n de la moneda, como en el caso de Alemania durante los a?os sesenta y setenta. Y de igual manera, cab¨ªa esperar que el d¨¦ficit de EE UU desembocara en una depreciaci¨®n de la moneda.
Hasta ahora, eso ha sucedido a medias: el d¨®lar pierde valor con respecto al euro, el yen y la libra esterlina, pero no con relaci¨®n a las divisas de las econom¨ªas emergentes, en parte por su rol como divisa de referencia. Sin embargo, para Paul Donovan, de UBS, ese papel del d¨®lar como moneda en la que se acumulan reservas "est¨¢ en franco declive". "Al d¨®lar le va a suceder algo parecido a lo que le pas¨® a la libra hace 90 a?os", augura.
Los tipos de cambio, claves en la reuni¨®n del G-7
En los ¨²ltimos 25 a?os ha habido un pu?ado de operaciones de salvamento en los mercados cambiarios. En 1985, los acuerdos del Plaza -la reuni¨®n del entonces G-5 en el hotel Plaza de Nueva York- permitieron que el d¨®lar, por aquel entonces fort¨ªsimo, empezara a deslizarse por la senda de la depreciaci¨®n. Nadie espera nada parecido, pero el d¨®lar ser¨¢ uno de los temas estrella en la pr¨®xima reuni¨®n del G-7, el grupo que re¨²ne a las siete mayores econom¨ªas del mundo, que se celebra en Washington a partir del viernes.
El Banco Central Europeo repite desde hace meses el mismo soniquete con respecto a las monedas. B¨¢sicamente, que los tipos de cambio deben reflejar los fundamentos de las econom¨ªas y que movimientos excesivos en las cotizaciones "no son bienvenidos". "La excesiva volatilidad y los movimientos desordenados" de las monedas perjudican el crecimiento, en opini¨®n de Jean-Claude Trichet, presidente del BCE.
Las autoridades estadounidenses no han dejado de mostrarse partidarias de un d¨®lar fuerte, pero sin el poder de convicci¨®n de anta?o. "El Gobierno puede hablar acerca de que le interesa un d¨®lar fuerte, pero no sigue las pol¨ªticas adecuadas", asegura el influyente Warren Buffet. Las sucesivas reducciones de los tipos de inter¨¦s tiran a la baja del d¨®lar. "Sobre todo cuando el BCE sigue sin tocar los tipos", a?ade Jos¨¦ Carlos D¨ªez, de Intermoney. "A nadie le interesa un desplome a¨²n mayor del d¨®lar. No es probable una actuaci¨®n del G-7, pero s¨ª es posible que los bancos centrales coordinen sus pol¨ªticas monetarias para evitar males mayores", apunta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.