Charlton Heston, un actor de leyenda
Fallece a los 84 a?os uno de los int¨¦rpretes m¨¢s controvertidos del viejo Hollywood
"He interpretado a tres presidentes, a tres santos y a dos genios. Si eso no provoca un problema de ego, nada m¨¢s lo har¨¢". Incluso, en secreto, puso la voz de Dios como la zarza ardiendo en Los diez mandamientos. Es dif¨ªcil convertirse en leyenda sin la combinaci¨®n de un talento gigantesco, de un ego poderoso y de una personalidad controvertida. Pero las tres cosas confluyeron en la vida de Charlton Heston, el actor que tras haber hablado con Dios sobre el Monte Sina¨ª siendo Mois¨¦s en Los diez mandamientos, haberse rebelado contra los romanos en la m¨ªtica Ben-Hur y haberle plantado cara al Papa interpretando al genial Miguel ?ngel en El tormento y el ¨¦xtasis, se sirvi¨® de la ¨¦pica que domin¨® muchas de sus pel¨ªculas para adornar las apariciones p¨²blicas que en sus ¨²ltimas d¨¦cadas le convirtieron en la voz m¨¢s peculiar -y a veces extrema- de la ideolog¨ªa ultraconservadora estadounidense.
Dem¨®crata de joven, muri¨® siendo un conservador extremista
El alzh¨¦imer le retir¨® del liderazgo de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle
Muchos vieron en ¨¦l al int¨¦rprete ideal de h¨¦roes de otras ¨¦pocas
Consigui¨® el ¨²nico Oscar de su carrera por su papel en 'Ben-Hur'
Los t¨ªtulos de cr¨¦dito de una vida de 84 a?os corrieron el s¨¢bado sobre su biograf¨ªa cuando la palabra Fin cerr¨® en Beverly Hills la existencia de un actor aquejado desde 2002 de la enfermedad de alzh¨¦imer. Aquel mal le oblig¨® en 2003 a renunciar a su cargo de presidente de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en ingl¨¦s), un papel que ¨¦l asumi¨® casi como un mandato b¨ªblico en 1998 y que, sin embargo, lejos de transformarle en un gran personaje como los que interpret¨® en el celuloide, le convirti¨® en una caricatura de s¨ª mismo.
De hecho, su ¨²ltima aparici¨®n popular en el cine no fue como actor, sino como presidente de una organizaci¨®n que en su defensa por el derecho a tener armas no dud¨® en organizar su reuni¨®n anual en Denver, a pocos kil¨®metros del instituto Columbine, donde, apenas una semana antes, dos estudiantes provocaron una carnicer¨ªa con armas de fuego en 1999. Michael Moore le permiti¨® interpretarse a s¨ª mismo en 2002 en Bowling for Columbine, film¨¢ndole a las puertas de su casa durante un intento de entrevista: el director intent¨® sin ¨¦xito que Heston le explicara por qu¨¦ no suspendi¨® aquella reuni¨®n tras la masacre de estudiantes.
Pese a que, como vocal de aquella organizaci¨®n, Heston hizo declaraciones tan elogiadas por los ultraconservadores como despreciadas por los progresistas, ser¨ªa incomprensible entender el poder que llegaron a tener sus palabras p¨²blicas sin el peso de su vida como histri¨®nico int¨¦rprete.
De ni?o nadie se hubiera imaginado que Charlton ser¨ªa amigo de presidentes como Ronald Reagan o que incluso enarbolar¨ªa la bandera de los derechos civiles de los negros cuando Martin Luther King remov¨ªa los cimientos del racismo estadounidense en los a?os sesenta. M¨¢s a¨²n, pag¨® el final del rodaje de Sed de mal, un thriller antirracista. Porque, si hubo algo que marc¨® su vida, fueron las contradicciones. De joven fue dem¨®crata ac¨¦rrimo, aunque muriera siendo un conservador extremista convencido del "declive moral" de la sociedad estadounidense y llegara incluso a conseguir la censura de un rapero, Ice T, por sus letras "indecentes".
Nacido un 4 de octubre en Evanston (Illinois) y crecido en St. Helen (Michigan), en el medio oeste americano, Heston pas¨® su infancia en el campo pescando y cazando, escondiendo en una existencia rural su marcada timidez. Pero tras el divocio de sus padres, se mud¨® con su madre a un suburbio de Chicago y ah¨ª, en el colegio, descubri¨® su verdadera vocaci¨®n, la interpretaci¨®n.
Se cas¨® con otra actriz, Lidya Clark, y pas¨® tres a?os en el Ej¨¦rcito. Despu¨¦s de actuar en diversos teatros de provincias, consigui¨® por fin su primer gran triunfo en Broadway en 1947 con Antonio y Cleopatra, de Shakespeare, en el que encarn¨® a Marco Antonio y que puso el primer acento ¨¦pico a una carrera en la que los papeles de grandes hombres de la historia ser¨ªan uno de sus sellos de identidad. Hollywood le volvi¨® a vestir de Marco Antonio en 1970 en la pel¨ªcula Julio C¨¦sar, de Stuart Burge. Y en 1972 repiti¨® papel por tercera vez en una producci¨®n que dirigi¨® ¨¦l mismo, filmada en Almer¨ªa, y en la que participaron los actores espa?oles Juan Luis Galiardo, Fernando Rey, Sancho Gracia y Carmen Sevilla.
El teatro le abri¨® las puertas del cine, que fue donde se consolid¨® el talento de un actor cuyo rostro "pertenece a otro siglo", como sol¨ªa definirlo ¨¦l mismo. Quiz¨¢s por eso fueron m¨²ltiples los directores que vieron en ¨¦l al interprete ideal -eso, o su altura, 1,92 metros- para interpretar a hombres y h¨¦roes de otras ¨¦pocas. Cecil B. De Mille, que le convirti¨® en protagonista de El mayor espect¨¢ulo del mundo en 1952, fue quiz¨¢s el responsable de esa perspectiva al transformarle en el Mois¨¦s de Los diez mandamientos en 1956 y convertirle as¨ª en la personificaci¨®n de un personaje b¨ªblico que inaugurar¨ªa toda una serie de papeles cl¨¢sicos y grandilocuentes que tuvieron su ep¨ªtome en Ben-Hur en 1959.
El filme de William Wyler, donde interpretaba a un pr¨ªncipe de Judea que se rebela contra los romanos y que contiene una de las secuencias m¨¢s espectaculares de la historia del cine, la carrera de cuadrigas contra el actor Stephen Boyd, le vali¨® el Oscar al mejor actor -el ¨²nico por el que fue candidato en toda su carrera- y se convirti¨® en un hito para Hollywood, ya que nunca antes una pel¨ªcula hab¨ªa conseguido 11 estatuillas doradas. A cambio, Heston nunca se enter¨® de que Gore Vidal, el guionista, y Boyd, hab¨ªan urdido un tono homosexual a la relaci¨®n entre los dos protagonistas.
Galopando gracias al cine a trav¨¦s de la historia, Charlton Heston tambi¨¦n luch¨® contra los ¨¢rabes en Espa?a en su papel en El Cid, ayud¨® a sofocar la rebeli¨®n de los boxers en 55 d¨ªas en Pek¨ªn, de Nicholas Ray, y pint¨® la Capilla Sixtina en El tormento y el ¨¦xtasis. Fue mosquetero dos veces y duro vaquero americano en diversos westerns e incluso lleg¨® a ser ap¨®stol en La historia m¨¢s grande jam¨¢s contada, de George Stevens.
Su mand¨ªbula prominente y su complexi¨®n atl¨¦tica tambi¨¦n le convirtieron en un h¨¦roe gal¨¢ctico. En El planeta de los simios, Heston exhibi¨® m¨²sculo como astronauta extraviado tratando de escapar de las garras de una raza de simios que esclavizaba humanos. M¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s no dud¨® en participar en un cameo en la descafeinada versi¨®n que Tim Burton hizo de aquel cl¨¢sico.
Hacia el final de los setenta tuvo que dejar paso a otra generaci¨®n de actores-h¨¦roes, pero en su paso a la vida p¨²blica nunca abandon¨® su predilecci¨®n por la ¨¦pica, que marcar¨ªa su vida al frente de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle. Como buen pistolero, muri¨® con las botas puestas.
Babelia
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