El polvor¨ªn argentino
Tras 224 muertes, la Federaci¨®n y los clubes culpan a la sociedad de la violencia en el f¨²tbol
"Todo pasa" es el lema que lleva grabado en su anillo Julio Grondona, presidente de la Asociaci¨®n de F¨²tbol Argentino (AFA) y uno de los vicepresidentes de la FIFA. Es una consigna que ha repetido a menudo desde que en 1979, en plena dictadura militar, accediera a la c¨²spide del f¨²tbol argentino. Y es el lema que ha aplicado sistem¨¢ticamente en los ¨²ltimos dos a?os mientras el f¨²tbol de su pa¨ªs vive sumido en una situaci¨®n de violencia sin precedentes que ha rebosado los estadios y adquiere tintes de guerra mafiosa ya no entre aficiones rivales, sino en el interior de grupos que luchan por el poder en sus respectivas tribunas. "La violencia es un hecho social", es el mantra que repiten todos los directivos de la AFA mientras se ha ordenado que se jueguen todos los partidos mientras sea posible. El f¨²tbol no puede parar.
Lo que est¨¢ en juego es un negocio ilegal millonario. La entrega gratuita de miles de entradas al a?o, los robos en las gradas, especialmente a personas que van solas, el tr¨¢fico de drogas a peque?a escala y los aprietes -o sea, extorsiones por amenaza- a los jugadores propios en entrenamientos y salidas de los estadios son parte de un sistema de tolerancia con los grupos ultras, los barras bravas, que ha adquirido carta institucional con la excusa, insostenible, de que estos grupos son fundamentales para animar a sus equipos.
"Hace seis a?os pensamos en darle facilidades a un grupo de muchachos que eran socios de River para que manejaran la tribuna, para que no hubiera droga, ni robos... pero fabricamos un Frankestein que no pudimos controlar", reconoc¨ªa a una emisora porte?a H¨¦ctor Cavallero, directivo del River Plate cuyo grupo radical, Los Borrachos del Tabl¨®n, vive desde 2005 una verdadera guerra civil entre dos facciones, la Banda de Gonzalo y la Banda del Oeste.
Una disputa con muertos, tiroteos y una violencia feroz mostrada sin pudor alguno ante las c¨¢maras. "Es el mundo en que vivimos. Hoy te matan hasta por la vuelta en el supermercado", se?al¨® el dirigente.
Cavallero es un ejemplo de la relativizaci¨®n total de la violencia que hacen las autoridades deportivas argentinas. El "grupo de muchachos" al que se refiere, los Borrachos, ya era sobradamente conocido por su negro historial hace seis a?os. De hecho sus tres l¨ªderes hab¨ªan sido condenados a prisi¨®n en 2000 por estar involucrados en el asesinato de un seguidor rival acaecido en 1996.
A pesar de ello la directiva les entrega todav¨ªa entradas para la reventa por un valor m¨ªnimo de 456.000 pesos al a?o -m¨¢s de 91.500 euros- s¨®lo en partidos del campeonato regular, los torneos Apertura y Clausura. A eso hay que sumar amistosos, y competiciones internacionales, las aportaciones voluntarias de jugadores, los traslados a los partidos como visitantes y otros extras. El sueldo m¨ªnimo en Argentina apenas sobrepasa los 800 pesos.
Los jefes de las barras son celebridades. As¨ª el m¨¢ximo l¨ªder la La Doce, el grupo ultra del Boca Juniors, Rafael di Zeo aparec¨ªa en las revistas del coraz¨®n concediendo reportajes hasta que 2005 fue condenado a cuatro a?os de prisi¨®n por lesiones de arma blanca a un espectador en 1999. Di Zeo estuvo pr¨®fugo hasta que se entreg¨® a la justicia en marzo de 2007 con la conexi¨®n en directo de varios canales y una entrevista exclusiva desde el interior del coche en que viajaba. Los jugadores de Boca le regalaron un televisor de plasma y un microondas para hacer m¨¢s llevadera la c¨¢rcel y varios adem¨¢s le visitaron.
La Doce organizaba el "Adrenalina Tour" para turistas que quer¨ªan vivir emociones fuertes con los radicales, al precio de entre 200 y 500 euros. Di Zeo adem¨¢s recaudaba dinero extra para pagar abogados y atender a los compa?eros encarcelados. Su ca¨ªda ha provocado una escisi¨®n en el grupo de radicales que hace dos semanas provoc¨® un enfrentamiento a tiros y m¨¢s de 100 detenidos.
En boca de Jos¨¦ Luis Meiszner, secretario ejecutivo de la AFA, "suspender el campeonato es rendirse frente al crimen. No queremos que la delincuencia le gane al f¨²tbol". Los 224 muertos del f¨²tbol argentino hasta la fecha hacen preguntarse si no lo ha hecho ya.
Ultras asalariados
Las comisiones sobre los traspasos son un fil¨®n sobre el que se han lanzado los radicales. En 2006, el reci¨¦n ascendido Godoy Cruz de Mendoza (a 1.000 kil¨®metros al oeste de Buenos Aires) vio c¨®mo sus propios barras bravas obligaban a suspender varios partidos de casa. La directiva se hab¨ªa negado a pagar 40.000 pesos mensuales a los violentos, m¨¢s los traslados a los estadios visitantes con sus correspondientes dietas... y un porcentaje sobre los traspasos. El Godoy Cruz ya no est¨¢ en Primera.
Pero hay otros muchos casos en los que los ultras puede que hayan tenido ¨¦xito. Patrick Bubsy, intermediario del traspaso de Maxi Rodr¨ªguez al Espanyol en 2005, ha denunciado ante los tribunales argentinos que no cobr¨® su comisi¨®n y que ¨¦sta hab¨ªa sido desviada hacia los ultras del River Plate. La oposici¨®n a Jos¨¦ Mar¨ªa Aguilar, actual presidente del equipo porte?o, ha denunciado que cada vez que se produce un traspaso millonario se producen violentos choques entre los radicales por el reparto de las comisiones. En concreto apunta a la venta por 6,3 millones de euros al Lazio en julio de 2007 del portero Juan Pablo Carrizo, y a la venta de los derechos del delantero Gonzalo Higua¨ªn a un grupo de inversionistas que luego lo traspas¨® al Real Madrid.
La tesis es compartida por Ezequiel Fern¨¢ndez Moores, periodista deportivo que asegura que en muchos casos los barras bravas son "asalariados" de los clubes y se llevan su pellizco de los traspasos.
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