La 'supermujer' se extingue
No habr¨¢ otra generaci¨®n de madres que cuide a abuelos, hijos y nietos - El fin de este pilar clave del Estado de bienestar genera un gran agujero
A principios de los setenta, Antonio se cas¨® con Mari Carmen. La empresa donde trabajaba ¨¦l por un sueldo de 18.000 pesetas le ampli¨® la paga porque ahora ten¨ªa que alimentar una boca m¨¢s, la de su esposa. La n¨®mina creci¨® 50 pesetas. "?Qu¨¦ poco val¨ªamos las mujeres!", se r¨ªe Mari Carmen Borreguero. Con 50 pesetas se daba por pagada la crianza de cuatro ni?os, el cuidado de enfermos y ancianos y las labores del hogar, haciendo camas, comidas, cosiendo ropas, empapelando habitaciones, blanqueando el gotel¨¦...
Esa generaci¨®n de supermujeres que prestaron graciosamente altas cotas de bienestar al Estado se ha acabado. No hay m¨¢s que darse un paseo por las calles de las principales ciudades y detenerse en los establecimientos comerciales de arreglos de ropa, de comida preparada. O preguntarle a los pol¨ªticos cu¨¢les son las demandas m¨¢s acuciantes de la sociedad actual: guarder¨ªas y geri¨¢tricos.
El trabajo sin pagar, que suele recaer en las mujeres, supone un 60% del PIB
Las inmigrantes se est¨¢n haciendo cargo de ancianos y de ni?os
Nuevos negocios se abren paso ahora que las madres ya no arreglan la ropa
El trabajo no remunerado sigue existiendo y recae mayoritariamente en las mujeres, pero hay cosas que ya no se pueden afrontar con un empleo fuera. La doctora en Ciencias Pol¨ªticas y catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n es la persona que m¨¢s rigurosamente ha estudiado el valor del trabajo no remunerado. "Supone el 60% del PIB, con metodolog¨ªa Eurostat", afirma. Esa cifra ya se la sabe de memoria. En su libro El Valor del tiempo (editorial Espasa) desmenuza paso a paso las horas del d¨ªa que una mujer dedica a cuidar, a cocinar, a limpiar, a regar plantas y pasear al perro. Y no olvida el tiempo empleado en salas de espera, m¨¦dicos, atascos de tr¨¢fico, sue?o perdido. Si los hombres tuvieran que pagar eso, a la mayor¨ªa no les llegar¨ªa el sueldo.
Seg¨²n la encuesta de Condiciones de Vida los varones dedican al cuidado de ni?os menos de 20 horas a la semana, mientras que las mujeres emplean entre 40 y 60 horas semanales. Al cabo del a?o los hombres emplean como promedio 127 horas a cocinar y las mujeres 657, seg¨²n el INE. En el libro citado, Dur¨¢n calcula que para limpiar los hogares espa?oles hay que emplearse con la fregona en 1.000 millones de metros cuadrados, a diario en buena parte de ellos. Pues bien, entre los 18 y 24 a?os, las mujeres dedican cinco veces m¨¢s tiempo a la limpieza que sus compa?eros y casarse apenas aumenta el tiempo dedicado entre los hombres, pero se multiplica para las mujeres. Y pr¨¢cticamente el mismo panorama para cualquier estado civil, seg¨²n la misma encuesta del Empleo del Tiempo del INE. Las mujeres mueren m¨¢s tarde, pero su estado de salud es peor que el de los hombres. Ya muy pocos se preguntan por qu¨¦. La m¨¢s reciente de las encuestas sanitarias, publicada hace apenas unas semanas, alerta tambi¨¦n sobre los problemas de salud mental que se est¨¢n cebando con las mujeres. Y de nuevo se achaca a lo mismo. Sobrecarga.
Pero hay algunas tareas a las que, por m¨¢s que se quiera, ya no se alcanza. Las mujeres han salido a trabajar y eso le ha dejado un hueco al Estado, que necesitar¨ªa multiplicar los presupuestos para taparlo.
Las mujeres de hoy ya no pueden cuidar ancianos a tiempo completo. La Ley de Dependencia apenas est¨¢ arrancando y el Gobierno ha destinado para ella algo m¨¢s de 1.500 millones de euros. Las autonom¨ªas tendr¨¢n que aportar otro tanto. Y esa financiaci¨®n habr¨¢ que mantenerla y ampliarla anualmente.
En Espa?a hay cerca de mill¨®n y medio de ni?os menores de tres a?os y apenas el 16% tiene plaza en un centro infantil p¨²blico mientras que un 43% de estas familias demanda el servicio. Los datos del Ministerio de Trabajo indican que, en total, el 44,7% de los ni?os de cero a tres a?os est¨¢n atendidos, ya sea en guarder¨ªas privadas o p¨²blicas. El Gobierno ha prometido mucho m¨¢s esfuerzo en este terreno. Mientras tanto, las supermadres de entonces se han convertido ahora en superabuelas. Adi¨®s a una jubilaci¨®n tranquila. Hay que recoger al ni?o del colegio, prepararle la comida, sacarle al parque. Hasta que la jornada de los padres concluye.
El 70% de las mujeres mayores de 65 a?os han cuidado o cuidan a sus nietos y un 22% de las que los cuidan en la actualidad lo hacen a diario, como si fueran madres. Son datos de la ¨²ltima encuesta de Condiciones de Vida de las Personas Mayores, que ha publicado el Imserso. Muchas contestan que es un placer estar con los nietos, pero ya en Europa suenan alarmas acerca del estr¨¦s que esto podr¨ªa estar ocasionando.
En todo caso, no es que lo hagan obligadas por nadie, sino por la situaci¨®n. De no ser por ellas, sus hijas o nueras no podr¨ªan salir a trabajar, as¨ª que, entre madres, hijas, t¨ªas y abuelas tejen una red de solidaridad femenina que posibilita que el abuelo pueda seguir jugando a la petanca. Eso es estar jubilado.
Tan es as¨ª, que las madres que trabajan fuera opinan en su mayor¨ªa que cuando las cosas se ponen farrucas con los ni?os una ma?ana de imprevisto son las abuelas las que solucionan la papeleta. Valoran m¨¢s la ayuda de estas mujeres que la de sus propios maridos.
Pero las personas que estudian estas nuevas -o viejas- conductas sociales, saben que los hombres deben entrar en esta red para enriquecerse y aliviar el trabajo de las mujeres. "La riqueza de ayudar a las hijas no la podemos disfrutar nosotras solas", ha dicho Anna Freixas, doctora en la Facultad de Educaci¨®n de la Universidad de C¨®rdoba. "Cuando las abuelas solucionan estos problemas est¨¢n impidiendo de alguna forma que sus hijas negocien con sus parejas", a?ade Freixas.
Y eso es fundamental, porque nada se va a solucionar, explica tambi¨¦n Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n, si no se empieza por un buen reparto equitativo de las tareas de la casa. Las mujeres han salido a trabajar, pero si adem¨¢s siguen haci¨¦ndose cargo de las tareas de la casa, algo puede empezar a ir mal. Ser¨¢ la salud, ser¨¢ la pareja, ser¨¢ el empleo femenino o la riqueza de un pa¨ªs.
La ¨²ltima encuesta de Fecundidad, Familia y Valores, publicada por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) revela un dato aterrador: cerca del 17% de las mujeres de 20 a 50 a?os optan por abandonar el trabajo para dedicarse a la maternidad y las tareas de la casa. Si se tiene en cuenta que los salarios femeninos son entre un 25% y un 30% m¨¢s bajos que los de sus parejas masculinas, no es de extra?ar que cuando hay tareas que atender en casa y falta dinero para contratar a alguien, el empleo de la mujer sea la pieza m¨¢s d¨¦bil, la primera en caer. Si no hay una abuela que lo evite.
La periodista Pura Ramos, que con 77 a?os sigue trabajando, fue una de esas supermadres (de siete hijos) que, adem¨¢s, trabajaba fuera de casa. Pero pasa de ser superabuela. No quiere cuidar de sus nietos, s¨®lo disfrutarlos. "Yo ya hice lo m¨ªo, no me quedo con ellos para que sus padres vayan al cine. Al cine voy yo".
Al Estado no le queda m¨¢s remedio que cubrir esta demanda de servicios que se abre como un abismo. Pero la iniciativa p¨²blica no cubre ni de lejos la demanda. Por eso, los negocios privados est¨¢n encontrando su hueco, a costa, a veces, de magros salarios familiares para pagar esos servicios.
El presidente de la Asociaci¨®n de J¨®venes Empresarios, Patricio Rodr¨ªguez Carmona, no tiene estad¨ªsticas precisas, pero sabe que los negocios que se est¨¢n montando tienen mucho que ver con los cuidados, tanto de ni?os como de ancianos, sobre todo de estos ¨²ltimos. Aunque tambi¨¦n menciona franquicias de ¨¦xito internacional, como La Retoucherie de Manuela, para arreglos de ropa, o los nuevos establecimientos de comida o de servicios a domicilio, es la Ley de Dependencia, dice, la que est¨¢ empezando a mover con fuerza una cantera de nuevos negocios. "Las familias monoparentales, muy comunes hoy en d¨ªa, requieren muchos de estos servicios", dice. Las peque?as y medianas empresas de nueva tecnolog¨ªa tambi¨¦n est¨¢n en auge, aunque algunas, curiosamente, relacionadas con los cuidados. Cita Rodr¨ªguez Carmona una de Sevilla, Visi¨®n Sistemas de Localizaci¨®n, que gan¨® el premio al Joven Empresario por el dise?o de una especie de GPS para el control y localizaci¨®n de personas. Todas estas iniciativas vienen a suplir la vigilancia constante que durante largas d¨¦cadas prestaron los ojos y manos de miles de mujeres.
En este punto es donde aparece otra pata del Estado del bienestar que hay que mencionar al hablar de cuidados: la inmigraci¨®n. Tampoco en este caso la estad¨ªstica puede ser precisa, pero hay muchas inmigrantes al cargo de ni?os y ancianos, incluso en r¨¦gimen de internado, algo que pocos espa?oles, y menos por esos salarios, estar¨ªan dispuestos a soportar. "La mano de obra inmigrante es absolutamente importante", destaca Rodr¨ªguez Carmona. "Necesitamos un sistema m¨¢s flexible para contratar", reivindica.
Volviendo a las 50 pesetas en que se valoraba el trabajo de Mari Carmen Borreguero, entonces era posible una cosa as¨ª porque el trabajo no remunerado de ama de casa "ha estado invisibilizado durante mucho tiempo, aunque en la dictadura se le mitificaba, para negar, a la vez, su valor como productor de bienes y servicios. Esa invisibilizaci¨®n se rompi¨® cuando se abri¨® la mirada econ¨®mica al reconocimiento de esas instituciones sociales. A partir de los a?os sesenta y setenta ya se hablaba de la p¨¦rdida de prestigio de las labores dom¨¦sticas", explica Margarita Bara?ano, profesora de Sociolog¨ªa de la Complutense.
Precisamente por aquellos a?os sesenta, Pura Ramos se multiplicaba para cubrir en los peri¨®dicos de la ¨¦poca los grandes conflictos internacionales y amamantar a sus siete hijos. "Mi madre se hac¨ªa cargo de los ni?os y yo sal¨ªa pitando a coger el tranv¨ªa. A media ma?ana, me tra¨ªa al ni?o y yo le daba el pecho en el archivo. Entonces trabajaba en Pueblo". Despu¨¦s se lo devolv¨ªa a la abuela y pon¨ªa la mirada de nuevo en De Gaulle, en Vietnam, en el Papa que mor¨ªa. A las tres horas volv¨ªa la abuela con el ni?o. "Renunci¨¦ durante a?os a todo, a la m¨²sica, al cine, al teatro. O iba detr¨¢s de un ni?o o detr¨¢s de la noticia. No quise dejar ninguna de las dos cosas, me gustaba mi trabajo, pero tambi¨¦n ser madre, adoro los ni?os. No lo hac¨ªa por virtuosa, sino porque no nos quedaba otra", afirma.
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