El viraje del clero vasco
La l¨ªnea representada por Seti¨¦n y Uriarte queda desautorizada - Roma intenta diluir la excesiva identificaci¨®n de los sacerdotes con el nacionalismo
La iglesia de Las Mercedes en Getxo (Bilbao) -una aberraci¨®n arquitect¨®nica que reemplaz¨® a la iglesia destruida durante la Guerra Civil-, es fiel reflejo de la situaci¨®n de la Iglesia vasca, que padece una profunda crisis de identidad. Como gran parte de las 939 parroquias del Pa¨ªs Vasco, la de Las Mercedes s¨®lo se llena con el funeral de alg¨²n miembro de una ilustre familia de Neguri, alguna boda de alto copete, o las primeras comuniones. En ella ejercen el p¨¢rroco Eugenio y el legendario F¨¦lix Acha, que roza ya los ochenta a?os. La falta de relevo es evidente y la parroquia, como la Iglesia vasca, ha perdido voz y protagonismo en esta sociedad, a grandes pasos secularizada.
La Iglesia vasca ha perdido voz en la sociedad, muy secularizada
La identificaci¨®n del clero con el nacionalismo ha menguado
En el franquismo, el clero era el principal difusor del nacionalismo
En 2001, 226 sacerdotes condenaron la violencia de ETA
Los vientos que llegan se orientan hacia movimientos conservadores
La llegada del obispo Bl¨¢zquez fue una se?al del cambio
La identificaci¨®n de la Iglesia con el nacionalismo ha menguado espectacularmente, y parte de la jerarqu¨ªa y del clero son v¨ªctimas del viraje emprendido hace pocos a?os por el Vaticano y la Conferencia Episcopal Espa?ola. La anterior l¨ªnea marcada por obispos como Seti¨¦n o Uriarte, connivente con el nacionalismo, est¨¢ desautorizada, y los vientos que llegan de Roma y Madrid se orientan hac¨ªa activos movimientos conservadores representados por monse?or Bl¨¢zquez y su nuevo obispo auxiliar Mario Iceta.
Durante d¨¦cadas la Iglesia vasca ha sido objeto de controversias y cr¨ªticas por su excesiva identificaci¨®n con el nacionalismo. La ideolog¨ªa ha marcado la labor pastoral y la actividad p¨²blica de una gran parte del clero. A principios del siglo XX, anclada profundamente en el ¨¢mbito rural, consigui¨® una fuerte implantaci¨®n. M¨¢s tarde, fue perseguida por su lealtad al Gobierno Vasco y a la Rep¨²blica. Diecis¨¦is sacerdotes fueron fusilados por los franquistas, otros 250 encarcelados en Carmona, y cerca de 700 tuvieron que exiliarse. Esta represi¨®n provoc¨® una enorme solidaridad dentro del clero, que comenz¨® a reorganizarse clandestinamente despu¨¦s del destierro del obispo Mateo M¨²gica. Lo que m¨¢s tarde se llamar¨ªa "la F¨¢brica de curas" (los seminarios de Derio y de Vitoria) se llen¨® de j¨®venes, en su mayor¨ªa provenientes del mundo rural y euskald¨²n (vascoparlante).
En 1960, 339 sacerdotes presentaron a la jerarqu¨ªa y a la Secretar¨ªa de Estado del Vaticano un escrito en el que denunciaban las detenciones, las torturas, la censura y la represi¨®n del r¨¦gimen. Ese texto, en el que tambi¨¦n se reclama "la defensa de los derechos del pueblo vasco y de su lengua", impacta en Roma y enfurece a los dirigentes de Madrid, pero tambi¨¦n a Javier Lauzirica, administrador apost¨®lico vasco, quien declara en Mungia (Vizcaya) que esos curas rebeldes son unos "ama putean semeak" (hijos de puta).
"La Iglesia que yo viv¨ª contribuy¨® a la lucha por las libertades de este pueblo" recuerda el ex sacerdote Carlos Trevilla, que se seculariz¨® en 1978 para convertirse en l¨ªder sindical. "Fue la ¨¦poca de la huelga de Bandas, de los curas obreros de la margen izquierda del Nervi¨®n, de Altos Hornos, de la Naval, y de las primeras manifas. Pero tambi¨¦n hubo quien confundi¨® su labor pastoral con un liderazgo pol¨ªtico en el mundo nacionalista, en su mayor¨ªa en el PNV, llegando a militar o colaborar con ETA".
Mientras, el episcopado anquilosado no se atrevi¨® a cambiar, y se produjo una gran tensi¨®n, recuerda el jesuita Rafael Aguirre, decano de Teolog¨ªa de la Universidad de Deusto: "El momento fue muy importante, el cambio muy r¨¢pido. No s¨¦ si la Iglesia tuvo mucha influencia en la sociedad, pero s¨ª logr¨® mucha repercusi¨®n canalizando las inquietudes pol¨ªticas de muchos sectores de la juventud. Pero tambi¨¦n se cometieron muchos errores, y se llevaron a muchos j¨®venes al matadero. Eso tambi¨¦n se debe reconocer".
La salida del franquismo supuso momentos muy convulsos en la Iglesia vasca, para la que no eran tiempos de autocr¨ªtica. Todo lo contrario: el nacionalismo hab¨ªa adquirido fuerza y en torno a ¨¦l se tejieron nuevas creencias, incluso dogmas en los que se reafirmaba el imaginario nacionalista. De hecho, y como anta?o, el clero era el principal elemento legitimador y difusor de la doctrina nacionalista, sobre todo en las zonas con tradici¨®n carlista. Zonas, que, con el tiempo, se convertir¨¢n en muchos casos en feudos de abertzales radicales.
"En todos esos a?os", analiza Demetrio Velasco, sacerdote y profesor de universidad, "una parte importante de la Iglesia vasca, especialmente del clero, comparti¨® con el nacionalismo algunos prejuicios ideol¨®gicos, que no s¨®lo le han llevado a tener una excesiva connivencia con ¨¦l, sino que le ha impedido ejercer tanto una necesaria cr¨ªtica del proyecto de construcci¨®n nacional como una imprescindible autocr¨ªtica de su propio proceder". En efecto, y seg¨²n otras fuentes consultadas, es el car¨¢cter religioso de la Naci¨®n el que va a legitimar un comportamiento de sumisi¨®n a la autoridad, en este caso el Gobierno Vasco o PNV: "La obediencia acr¨ªtica a la autoridad heredada se convierte as¨ª, a su vez, en frente de desobediencia a todo lo que se entiende que es innovaci¨®n artificialista, como ocurrir¨¢ con el Estado y con las dem¨¢s instituciones pol¨ªticas democr¨¢ticamente constituidos", reafirma Velasco.
En Roma, y desde a?os atr¨¢s, no entusiasmaba el proyecto de los obispos y sacerdotes vascos, y el papa Juan Pablo II lo hizo saber en m¨²ltiples ocasiones a la Conferencia Episcopal Espa?ola. Molestaba esa deriva nacionalista iniciada en 1968 con obispos como Cirarda y Uriarte, y m¨¢s tarde con la intensa labor del discutido y pol¨¦mico obispo auxiliar de San Sebasti¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, quien escribi¨® en 1988 "que la normalizaci¨®n del Pa¨ªs Vasco pasa por el reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n". Diez a?os m¨¢s tarde, de nuevo lleg¨® el esc¨¢ndalo, cuando al obispo de San Sebasti¨¢n se le ocurri¨® decir en una entrevista a EL PA?S que "para hablar con ETA no es imprescindible que deje de matar".
Seti¨¦n y Uriarte se convert¨ªan entonces en l¨ªderes de la Iglesia vasca. Ten¨ªan una l¨ªnea pastoral m¨¢s avanzada de lo que era la Iglesia de entonces, pero aventaban posturas nacionalistas. Predominaba la afirmaci¨®n o el dogma de que "ser vasco es ser nacionalista". Y los que no lo eran lo pasaban mal, se sent¨ªan excluidos del colectivo. Sin embargo, dos hechos coincidentes daban la sensaci¨®n de que algo estaba cambiando. El primero, la carta del 5 de enero de 2001 de 226 sacerdotes vizca¨ªnos que empieza por condenar duramente la violencia terrorista de ETA, y termina por pedir perd¨®n a las v¨ªctimas por no haber estado con ellas. El segundo, el relevo de monse?or Seti¨¦n en la di¨®cesis de San Sebasti¨¢n. Relevo considerado como clave del cambio de la Iglesia vasca frente a ETA.
Pero el equilibrio tambi¨¦n se hab¨ªa alterado con la llegada a Bilbao, en 1996, de monse?or Bl¨¢zquez, que fue recibido de u?as por una gran parte del clero vasco por "no ser de aqu¨ª", y de forma despectiva por la c¨²pula del PNV, cuyo l¨ªder se permiti¨® citarlo con el famoso "ese tal Bl¨¢zquez". Hombre sencillo, tranquilo, chapado a la antigua, el nuevo obispo se desmarca desde un principio de la l¨ªnea oficial, muestra su independencia, escucha a todos, y "humildemente" acude a los funerales de las v¨ªctimas de ETA, en contra del criterio de la mayor¨ªa de su Consejo Presbiteral.
Este nombramiento es considerado como la colocaci¨®n de la primera piedra de la nueva Iglesia vasca deseada por Roma. La primera astuta jugada del Vaticano para desnacionalizar al clero vasco. Se inicia entonces el lento trabajo de esa estrategia vaticanista, que da otro paso firme obligando al obispo de San Sebasti¨¢n a retirarse. Para Rafael Aguirre la sustituci¨®n fue impuesta porque la situaci¨®n era insostenible en la dividida Iglesia guipuzcoana. "Era la manzana de la discordia, y su figura levantaba pol¨¦mica y pasiones encontradas. El Vaticano se vio obligado a actuar, y lo hizo en una operaci¨®n de enorme inteligencia, logrando a su vez reconducir la situaci¨®n de la Iglesia vasca".
Mientras la atenci¨®n pastoral se centraba en el tema de la violencia terrorista, y en la influencia del nacionalismo en su clero, la jerarqu¨ªa eclesial se ve¨ªa desbordada por el segundo gran problema, el de la secularizaci¨®n. Hoy, Bl¨¢zquez est¨¢ al frente de la di¨®cesis que presenta el problema m¨¢s acuciante: la de Bilbao, donde la edad media de los cl¨¦rigos en activo es de m¨¢s de 60 a?os.
La deserci¨®n de los seminarios, acompa?ada por el golpe de tim¨®n del Vaticano para despolitizar la Iglesia vasca, es el panorama con el que se encontrar¨¢ el nuevo obispo auxiliar de Bilbao, Mario Iceta, recientemente nombrado por Roma. Es campo abonado para los llamados teocons, se subraya en ambientes cat¨®licos progresistas en franco descenso de influencia. El nombramiento de Iceta, con una brillante carrera eclesial fuera del Pa¨ªs Vasco, ha provocado una honda preocupaci¨®n en el clero vasco. Largamente meditado este golpe de mano de Benedicto XVI y de Rouco Varela para nombrar a una persona con perfil "m¨¢s conservador" que los candidatos vascos, es recibido como una bofetada por los c¨ªrculos apadrinados por Seti¨¦n o Uriarte, que ven frustrada la promoci¨®n de cl¨¦rigos como el claretiano Xavier Larra?aga, su candidato y "hombre de la casa".
Nuevos vientos conservadores recorren hoy las parroquias semivac¨ªas y silenciosas del Pa¨ªs Vasco.
Cifras en descenso
- Parroquias. En el Pa¨ªs Vasco hay 939; en Vizcaya corresponden 3.839 feligreses por cada parroquia, en ?lava tocan a 723, y en Guip¨²zcoa, 3.116.- Sacerdotes. En total hay 1.001. 401 en Vizcaya; 263 en ?lava y 337 en Guip¨²zcoa. De ellos, 605 est¨¢n jubilados (233 en Vizcaya, 138 en ?lava y 234 en Guip¨²zcoa). La edad media de los que est¨¢n en activo supera los 50 a?os en las tres provincias: 60 a?os los de Vizcaya, 54 los de ?lava y 55 los de Guip¨²zcoa.- Seminaristas. La tradicional cantera vasca de vocaciones est¨¢ en retroceso. S¨®lo hay seis estudiantes en los seminarios de la regi¨®n: 5 en el de Derio (Vizcaya) y uno en el de Vitoria.
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