La fotograf¨ªa tambi¨¦n se sienta en el banquillo
Una exposici¨®n explora los l¨ªmites ¨¦ticos y jur¨ªdicos del uso de las im¨¢genes
La foto apabulla. Representa algo de lo que apenas se han podido ver im¨¢genes. Es una mano arrancada tirada en el suelo, de la que cuelgan tiras de carne y trozos de hueso. La mano es, sencillamente, un resto humano fotografiado por Todd Maisel el 11 de septiembre tras los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York. La perturbadora imagen fue publicada por el New York Daily News, rompiendo un tab¨² no escrito que prohib¨ªa mostrar a v¨ªctimas del mayor ataque terrorista perpetrado en suelo estadounidense.
La mano de Maisel provoc¨® un esc¨¢ndalo may¨²sculo y plante¨® la siguiente pregunta, y el consiguiente debate: ?por qu¨¦ no se puede mostrar a los muertos? Seg¨²n su autor, la respuesta es: "Para no revivir los fantasmas de la guerra de Vietnam".
Sexo, religi¨®n y terrorismo son las principales fuentes de controversia
A esa imagen se suman las fotos an¨®nimas de torturas en la prisi¨®n iraqu¨ª de Abu Ghraib, que hicieron perder toda credibilidad moral a la Administraci¨®n de George W. Bush. Ambas son buenos ejemplos del dilema que explora Controversias, la exposici¨®n reci¨¦n abierta en el Museo del El¨ªseo de Lausana.
A trav¨¦s de las 80 fotograf¨ªas seleccionadas por el comisario Daniel Girardin para esta muestra, subtitulada Una historia ¨¦tica y jur¨ªdica de la fotograf¨ªa, se intenta dar respuesta a complicadas preguntas que no siempre acarrean evidentes respuestas. Pero una conclusi¨®n a la que el visitante llega r¨¢pidamente es que uno de los temas m¨¢s pol¨¦micos es, y ha sido siempre, el sexo. Para muestra, la fotograf¨ªa de Brooke Shields desnuda a los 10 a?os en una ba?era. Su autor, Garry Gross, que ha acudido a Lausana para la inauguraci¨®n de la exposici¨®n, coment¨®: "Sencillamente, son fotos que hoy no podr¨ªan hacerse".
Su vida se convirti¨® en un quebradero de cabeza cuando la c¨¦lebre actriz interpuso contra ¨¦l una demanda para impedir la utilizaci¨®n de dicha sesi¨®n. Todo desemboc¨® en un juicio que el veterano fot¨®grafo gan¨®, pero que casi le lleva a la ruina.
Pero la historia de la pol¨¦mica y los juicios parece ser vieja como la fotograf¨ªa misma. La exposici¨®n recuerda que, ya en 1840, el pionero Hippolyte Bayard tuvo que presentarse en los tribunales para defender la autor¨ªa de los novedosos tirajes en papel contra el omnipresente daguerrotipo usado en la ¨¦poca.
O Napoleon Sarony, quien en 1882 tuvo que defender sus derechos de autor sobre unos retratos de Oscar Wilde comercializados a escala industrial y de los que nunca vio un centavo. La justicia de Estados Unidos reconoci¨® que las fotos eran "el fruto de un trabajo intelectual" y accedi¨® a reconocer su autor¨ªa. Dicho veredicto sent¨® jurisprudencia e hizo historia, al hacer posible que los fot¨®grafos pudieran cobrar por su trabajo.
Otro campo pol¨¦mico es el de la religi¨®n. En Lausana se presentan las provocadoras series para Benetton realizadas por el muy controvertido Oliviero Toscani, entre ellas el c¨¦lebre beso entre un cura y una monja, cuya distribuci¨®n fue prohibida en Italia bajo presiones del Vaticano y retirada en Francia.
Lausana acoge tambi¨¦n el inquietante universo fotogr¨¢fico de Andr¨¦s Serrano en torno a los fluidos corporales, que incluye un Cristo crucificado sumergido en orines. Esta imagen provoc¨®, en 1989, que las autoridades de EE UU revisaran la ley sobre subvenciones culturales.
La exposici¨®n no tiene, seg¨²n su comisario, vocaci¨®n alguna de provocaci¨®n. Girardin explic¨® que su principal inter¨¦s consiste "en constatar c¨®mo la tolerancia cambia con el tiempo". Para montar la muestra fueron necesarios cuatro a?os de gestiones y la colaboraci¨®n de un gabinete de abogados especializado en derecho de imagen para defenderse ante las posibles implicaciones judiciales. De hecho, la muestra est¨¢ prohibida a menores de 16 a?os.
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