Cae el jefe de campa?a de Clinton
La destituci¨®n es un intento desesperado por evitar la derrota - Penn decidi¨® concentrar todos los esfuerzos en el 'supermartes'
La destituci¨®n de Mark Penn como su jefe de campa?a es el gesto m¨¢s dr¨¢stico y desesperado tomado por Hillary Clinton desde que su candidatura empez¨® a descarrilar. Probablemente tambi¨¦n es el ¨²ltimo intento de corregir un rumbo que parece conducirla ya irremediablemente hacia la derrota.
Mark Penn, una celebridad en el mundo de las relaciones p¨²blicas en Nueva York, es una figura con el car¨¢cter y la influencia suficientes como para que su salida deje un hueco grande e irremplazable dentro de la campa?a de Clinton. Por lo dem¨¢s, es una medida que supone el reconocimiento de que la estrategia desarrollada hasta ahora frente a Barack Obama ha sido un fracaso.
El poder y los negocios de este multimillonario despertaban recelos
El cargo de Penn era, precisamente, el de "jefe de estrategia y de sondeos". En un mundo tan complicado como el de la pol¨ªtica electoral estadounidense, las campa?as no tienen un jefe propiamente dicho que lo decida todo. Pero, por su personalidad y por su notoriedad, hay pocas dudas de que Penn era el hombre que hac¨ªa y deshac¨ªa dentro de la campa?a de Clinton.
Esa posici¨®n hab¨ªa sido desde hace ya meses un factor de tensiones dentro de la campa?a, donde la gente que trabaja de sol a sol por una miseria o por puro amor a los colores, ve¨ªa con recelo el poder de un profesional millonario que segu¨ªa con sus negocios privados al mismo tiempo que gobernaba la campa?a de Clinton.
Algunos de esos negocios, como consejero delegado de la firma Burson-Marsteller, eran tan inconvenientes pol¨ªticamente como las representaciones de la compa?¨ªa de seguridad militar Blackwater (investigada por la muerte de 17 civiles en un tiroteo provocado por sus empleados en Irak) o la de cr¨¦ditos inmobiliarios Countrywide Financial (v¨ªctima destacada de las hipotecas basura). Otro de los clientes de Penn era la Embajada de Colombia, muy necesitada de relaciones p¨²blicas dada la dificultad de la agenda que ese pa¨ªs trata de sacar adelante en Washington. Ha sido, precisamente, una reuni¨®n de Penn con la embajadora colombiana, Carolina Barco, revelada el jueves pasado por The Wall Street Journal, lo que ha servido como detonante para hacer estallar el caso.
Para Hillary Clinton resultaba muy dif¨ªcil de sostener que mientras ella hablaba en contra de los tratados de libre comercio para ganar el voto de los sindicatos, su jefe de campa?a, con la otra mano, promoviera el tratado de libre comercio con Colombia. Es un asunto muy serio que, por s¨ª mismo, hubiera hecho rodar alguna cabeza. Pero, en lo que respecta a Penn, es m¨¢s bien la gota que colma el vaso. Clinton y otros de sus asesores estaban ya en clara discrepancia con Penn, y ¨¦ste, un ganador nato, seguramente quer¨ªa tambi¨¦n buscar ya aires m¨¢s optimistas que los que en estos momentos se respiran en el cuartel general de la senadora por Nueva York.
La estrategia de Penn lleva ya mucho tiempo revel¨¢ndose incorrecta. Fue un error concentrar todos los esfuerzos en el famoso supermartes (5 de febrero) con la seguridad de que all¨ª se decidir¨ªa todo. Fue un error apostar como carta ¨²nica a una nueva final en Ohio y Tejas. Y seguramente ha sido tambi¨¦n un error ponerse como nuevo y exclusivo objetivo el de una victoria en Pensilvania que, de producirse, podr¨ªa no significar tampoco gran cosa.
La campa?a de Clinton parece quedar ahora en manos de una mujer leal de toda la vida, Maggie Williams, que en febrero sustituy¨® a Patty Sol¨ªs en la primera de las grandes remodelaciones ocurridas en el equipo de la candidata dem¨®crata.
Una de las prioridades de Williams desde que ocupa ese puesto ha sido el de humanizar la imagen de Clinton, a lo que se resist¨ªa Penn. Ahora, con el campo libre, puede humanizarla cuanto quiera. Pero ya puede ser muy tarde.
Una generosidad dudosa
En el libro Giving, por el que Bill Clinton gan¨® 6,3 millones de d¨®lares (m¨¢s de cuatro millones de euros), seg¨²n revela la declaraci¨®n de Hacienda hecha p¨²blica la semana pasada, el ex presidente recomienda a todas las personas con recursos donar un m¨ªnimo del 5% de sus ingresos a obras de caridad.
El matrimonio Clinton, que se encuentra oficialmente entre las 1.400 mayores fortunas del pa¨ªs, no ha llevado, sin embargo, una conducta tan generosa. De los 109 millones de ingresos que declararon entre 2000 y 2007, los Clinton reclamaron deducciones por 10,2 millones dados a la caridad. Todo ese dinero, no obstante, fue entregado a una fundaci¨®n de fines no lucrativos y libre de impuestos dirigida por los propios Clinton. S¨®lo una peque?a porci¨®n sali¨® despu¨¦s para aut¨¦nticas obras de caridad.
La mayor cantidad que don¨® esa fundaci¨®n fueron unos dos millones de d¨®lares en 2007, cuando Hillary Clinton ya era candidata presidencial y el asunto de su fortuna personal comenzaba a presentarse como un obst¨¢culo pol¨ªtico. El resto del tiempo, la fundaci¨®n de caridad de los Clinton -por la que han conseguido deducciones de impuestos de unos dos millones de d¨®lares anuales- ha entregado dinero a proyectos caritativos a un ritmo de unos 100.000 d¨®lares anuales. En total, los Clinton han dado a la caridad en siete a?os unos 2,6 millones de d¨®lares, lo que, en conjunto, es inferior al 5% propuesto por el ex presidente y, a?o por a?o, se queda lej¨ªsimos de esa noble meta.
Portavoces de la campa?a de Clinton, preocupados por el da?o que este asunto puede tener para una candidata que dice representar la voz de los trabajadores y de los pobres, han prometido hacer p¨²blicas, con todo detalle, las actividades de la fundaci¨®n.
Mark Penn, el 'gur¨²' de las campa?as
- 1996. Asesor pol¨ªtico de Bill Clinton en la campa?a para el segundo mandato en la Casa Blanca.
- 2000. Contribuye a la elecci¨®n de Hillary Clinton al Senado.
- 2001. Consultor de Michael Bloomberg en la carrera a la alcald¨ªa de Nueva York.
- 2005.Ayuda a Tony Blair para lograr su tercer mandato.
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